Sigamos luchando, por María Bernal

Sigamos luchando

El 8 de marzo se celebró el ‘Día Internacional de la Mujer’ y pienso que es estrictamente obligatorio rendir homenaje a todas las mujeres del mundo, empezando por las que iniciaron su lucha por la igualdad caminando sin miedo por la senda, custodiada por la Santa Inquisición, como fue el caso de Santa Teresa de Ávila, personaje célebre de la literatura española que tuvo el valor de defender la igualdad en un contexto extenuado por el más severo patriarcado. Y sí, cuando las mujeres no tenían apenas visibilidad, ella, muy decidida y con una admirada osadía, batalló para que los hombres no ejercieran su supremacía en los conventos, convirtiéndose en una fiel defensora de la dignidad de la mujer.

Tampoco podemos olvidar a las a las que consagraron su vida a la lucha por la justicia, por la igualdad y por tener los mismos derechos que los hombres: Clara Campoamor, Marie Curie, Virginia Woolf y muchas más que se llenaron de firmeza para progresar y romper estereotipos patriarcales. Gracias a ellas, hoy somos mujeres emprendedoras, independientes, libres y dispuestas a seguir conquistando el mundo para no anhelar la felicidad, sino para experimentarla y disfrutarla sin pánico y sin considerarse inferiores a nada ni a nadie; simplemente disfrutando de los mismos derechos que como humanos tenemos.

Pero a pesar de la prosperidad social en materia de igualdad, no podemos relajarnos, y la batalla, con la cabeza bien alta, todavía tiene que seguir, principalmente, porque quedan muchos horizontes que conquistar. Y sabemos hacerlo, ¿saben por qué? Porque somos capaces de demoler muros por muy infranqueables que los construyan, tenemos la valentía de escalar libremente las más altas montañas y nos atrevemos ahora a acrecentar nuestras  alas de la libertad para volar sin tener que sufrir, sin tener que pedir permiso y esquivando a quienes quieren seguir silenciando nuestra voz, nuestros logros y casi, nuestra propia vida. Porque como me decía hace unos días un compañero de Historia, al que aprecio mucho por ser un hombre que nos da voz: “Las personas o son machistas o son feministas; no hay un punto intermedio porque ambos conceptos tienen significado distintos”. Por tanto, no nos debe dar miedo decir que tenemos que ser feministas, si entendemos este concepto como sinónimo de lucha por la igualdad.

Vivimos en una sociedad que, aunque ha progresado, todavía sigue ensombrecida por los ecos del pensamiento machista que se resiste a desaparecer por culpa de aquellos que defienden el sentido de la propiedad y la idea del ser supremo. Y así, nunca seremos luz, sino sombra; y así, nunca conquistaremos universos, sino que siempre viviremos en un constante e irremediable naufragio.

Por eso, junto a los hombres que nos valoran, que nos respetan y que han decidido convertirse en combatientes contra la lacra machista que no es partidaria de la igualdad, sigamos luchando para que haya imparcialidad y para que nuestra única bandera común sea la del respeto, la de la tolerancia y la de la libertad. Luchemos día tras día sin que nadie sea superior y construyamos un mundo más equitativo y menos tirano, donde todas y todos tengamos cabida sin ningún tipo de discriminación y con el único fin de construir una sociedad más pacífica, más neutral  y, sobre todo, más humana, ya que es inimaginable que en estos tiempos modernos una mujer no pueda aspirar al derecho de independencia.

No permitamos que nos conviertan en víctimas, sino en vencedoras, porque como dice Elvira Sastre: “Nosotras no nos defendemos, nosotras luchamos”. Por tanto, sigamos luchando.