Siete días para decir con orgullo: A CIEZA POR SU SEMANA SANTA

   Fotografía de José María Cámara

Emotiva descripción de la Semana Santa de Cieza desde la perspectiva de un nazareno

José María Cámara Salmerón

No sé cuántas veces recorrí tu camino. No sé cuántas veces los busqué de esquina en esquina. No sé cuánto te soñé en el frío invierno. Ya ni te encontraba. No sabía si volverías, o si no. No sabía más que lo que de ti me contaban. Me decían que pronto volverías, pero no los creía. Han pasado 376 días y ahora sí que puedo decir que pronto volveré a sentirte en el recorrido procesional. Volveré a encontrarme con los nazarenos de esquina en esquina. No hará falta soñarte, porque te encontraré donde siempre. Sé que vuelves el viernes en forma de llanto Dolorido. De túnicas rojas y de reloj de larga espera.

Hablar de la Semana Santa de Cieza es hablar de una realidad que año tras año se hace visible en las calles de Cieza cuando la primavera comienza a despertar allá por la Macetua, El Horno o La Campana. La Semana Santa de Cieza año tras año vuelve a encontrarse con el ciezano. Frente a frente. Sin rencores, sin miedos. No hace falta ni el diálogo para enamorarse de este sueño que en las calles de Cieza cobra vigencia cuando el Viernes de Dolores el reloj de los sueños marca las diez de la noche. En esos momentos todo se detiene. Todo es distinto. Es el todo en forma de la Pasión según Cieza. Doce meses de anhelos, sueños, sinsabores, desvelos y esfuerzos quedan atrás para entregarle a propios y extraños el mayor, y mejor, regalo que los cofrades ciezanos podemos hacerle a nuestra tierra.

Siete días para soñar, conocer, vibrar, emocionarse, empaparse de sentimientos, vivir segundo a segundo como si del último se tratara, quedarse embargado ante la majestuosidad de los tronos e imágenes que dan sentido y forma a las dieciocho cofradías ciezanas. Dieciocho sueños que forman el regalo más bonito jamás concebido en nuestra tierra: la Junta de Hermandades Pasionarias. Un ente que, centenario él, ha velado siempre por el correcto devenir de nuestras procesiones. Desde D. Juan José Marco Banegas hasta D. Joaquín Gómez pasando por Antonio Galindo, Pepe Motos, José Gómez o Rafael Salmerón, entre otros. Desde el 29 de marzo de 1914 hasta nuestros días. De la Sacristía de la Basílica de la Asunción a las calles de Cieza. 38.364 días de desvelos, sueños por cumplir, cambios, objetivos, anhelos y mucho trabajo. Y siempre con el objetivo claro de hacerle a Cieza el mejor regalo posible en forma de Semana Santa.

Ayer, cuando el reloj de la larga espera marque las diez de la noche, en la Esquina del Convento volverá a obrarse el milagro de una nueva Semana Santa. Siete días en los que las calles de Cieza se convertirán casi en una pintura impresionista, con las mejores marchas procesionales de Gómez Villa, Francisco García Alcázar, Joaquín Yelo, Emilio Cebrián, Abel Moreno o El Maestro León, entre otros, y el mejor aroma a flores frescas, incienso y tortas de pan dormido. Siete días para volver a llenar nuestras alforjas de recuerdos que nos darán la vida en las largas noches invernales. Siete días para reencontrarse con los nuestros. Rezar bajo el capuz, a la vera de una vara, con un instrumento o desde la silla colocada en el recorrido procesional. Siete días en los que decir con orgullo, y sin miedo, A CIEZA POR SU SEMANA SANTA.

 

 

 

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