Siempre que entre la pelota, por Diego J. García Molina

Siempre que entre la pelota

Supongo que los jóvenes que lean este artículo no lo recordarán, y muchos de los no tan jóvenes lo habrán olvidado, pero hubo un tiempo, no tan lejano, donde la sequía de títulos europeos del Real Madrid era motivo de chanza y mofa. Ganaba títulos en el ámbito doméstico, sin embargo, hasta ganar una copa de Europa vista en televisión en color pasaron 32 años, desde la ganada en el 66 por el Madrid de los yé-yé con el gallego Amancio como estrella, al perder Puskas protagonismo y haber abandonado la entidad blanca un año antes, muy a su pesar, el gran Alfredo Di Stefano. Cuatro años antes de la histórica séptima, hizo fama un anuncio en televisión en el que un viejecito que vivía en una casa aislada en las montañas, incomunicado, se encuentra con un viajero y le pregunta, entre otras cosas, si el Madrid ha sido otra vez campeón de Europa, despertando las risas del televidente. Mucho ha llovido desde aquel spot publicitario, mas, desde entonces, han ganado siete orejonas más, dominando de forma absoluta la competición, siendo el primer equipo en ganar dos veces seguidas el torneo, y para ir todavía más lejos, volverlo a ganar el año siguiente para lograr el triplete.

Esta temporada tiene el Real Madrid la oportunidad de ganar la decimocuarta al acceder a la final de forma milagrosa, y épica, tras eliminar a todos sus rivales como más les gusta a los aficionados, remontando, y prácticamente sobre la hora a Paris Saint-Germain, Chelsea y Manchester City, con prórroga incluida con ambos equipos ingleses. Y no se trataba de unos contrincantes cualesquiera, hablamos de equipos que tienen el dinero por castigo, dos de ellos propiedad de teocracias árabes, y el tercero de un multimillonario ruso bien relacionado con el poder en su país. Como en tantas ocasiones, el deporte de competición es usado por autocracias y regímenes autoritarios para blanquear sus acciones por medio de esta noble actividad física, también por política, y por supuesto por ego. Al igual que sucedió con el propio Madrid durante la dictadura franquista cuando intentaron aprovechar sus éxitos europeos en la máxima competición futbolística; la diferencia es que Franco no puso ni un duro. Y como cualquiera con dos dedos de frente comprenderá, poca influencia tenía el régimen fuera de España como para ayudar de alguna manera al equipo, como se insinuó durante años de forma malintencionada. Por cierto, si alguien quiere saber más sobre este tema, que no se lo cuente yo, ni nadie, no tiene más que revisar qué equipos ganaban las competiciones principales, liga y copa, durante los primeros años de la dictadura; investigar a partir de qué año comenzó a ganar el Madrid y por qué; los enfrentamientos que tuvo el presidente Bernabéu con elementos importantes de la dictadura, etc.

La realidad de la Liga de campeones los últimos años es que los equipos ingleses dominan la competición. La final del año pasado la protagonizaron Chelsea y Manchester City; hace tres años también tuvimos final inglesa, en ese caso entre Liverpool y Tottenham, este año tres equipos ingleses en semifinales; todos ellos con grandes presupuestos que les permiten fichar jugadores sin límite y pagar los salarios más altos. Entre ellos se ha hecho un hueco el PSG, dueño del jeque de Catar, gastándose cantidades astronómicas en jugadores y saltándose el límite salarial con la connivencia de la UEFA; al igual que el City, por cierto. El dinero no es problema para este tipo de entidades, de ahí que la gesta de un equipo como el madrileño, propiedad de sus socios y autofinanciado gracias a la buena gestión de sus dirigentes, y también a los éxitos deportivos es casi un milagro deportivo. La fe en la victoria que mantuvieron los jugadores merengues en esos partidos en casa disputados hasta el último minuto, es algo que no se paga con dinero.

Solo hay un equipo comparable al caso blanco al resistir el asedio de los clubes estado o equipos millonarios con recursos casi infinitos, se trata del Bayern de Múnich, también propiedad del club (73%) y gestionado por exjugadores,. En otros deportes es más complicado romper una dinámica de ese estilo, los mejores jugadores copan todos los títulos, como en tenis, o los que pueden comprar a los mejores jugadores terminan ganando las competiciones más largas. De ahí que este deporte sea tan especial, se cumple la máxima tan manida de que al final son once contra once y dejándote la piel y con confianza en la victoria se puede conseguir año tras año estar ahí, ganando y disputando títulos hasta el último momento. En unos días sabremos si el Madrid completa la gesta y gana la final al Liverpool, otro de los grandes equipos europeos; otra hazaña será si consigue incorporar a Kylian Mbappé, sin duda el jugador del momento (con permiso de Benzema) visto el potencial demostrado y su edad. Otra proeza porque su club actual, el PSG de Catar, lo fichó por 200 millones de euros hace unos años, rechazó una oferta del Madrid hace unos meses por 180 millones de euros, e incluso estaba dispuesto a pagarle el sueldo más alto de la historia del deporte para retenerlo en sus filas. Es decir, si viene a Madrid será perdiendo dinero. No sabemos hasta cuándo podrá la ilusión de jugar en un equipo superar la tentación del dinero, lo que sí es seguro es que para mantener el ritmo es necesario seguir consiguiendo éxitos, y estos llegarán siempre que entre la pelota en la portería, al fin y al cabo se trata de un juego.

 

 

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