Servidores
Siglo XXI. El servidor NHTC%75 está siendo ampliamente criticado por otros servidores de la nube por dejación de funciones. Argumentan que mientras ellos devuelven directamente a las cuentas bancarias de los participantes de los concursos de arte virtual que, por motivos de impago de los promotores del alquiler de su parcela gaseosa, como por ejemplo, quinta edición del tomate de pera en cartón piedra coloreado 2024 u olivas picúas en acuarela, el servidor NHTC%75 está solicitando documentación física: sellos reales de entidades bancarias de las transferencias realizadas para la participación en el concurso artístico; en este caso, óleos de una patata roja para, no se sabe bien pero es lo que se dice, quedarse con las perras de la gente por inacción de la propia gente.
Personas de a pie, artistas de los pies a la cabeza, agotadas de tanto insultar y criticar a todo lo que se “menea” sin pasar a la acción. NO van a reclamar su dinero, exultantemente incrédulos, machacados por la realidad, pensando que con tanta tecnología no es posible que les hagan esa faena de tener que andar a la entidad bancaria en busca de que le pongan el sello al documento y pasar por el registro, previa cita, para enviarlo al servidor administrativo.
Ventajista y usurero es lo más suave que se escucha decir en las manifestaciones de servidores de la nube, pues es de sobra conocido que en el momento en el que al homínido no evolucionado le pidas más movimiento motriz de la cuenta se va a enfadar muchísimo y tras el enfado, en el que va a ser capaz de comerse un olmo infestado de peras de un bocado y cagarse en sus propios zapatos o en el capital, después, dicen, se va a olvidar de reclamar su dinero de tanta furia verbal derramada al éter.
A río del olvido, ganancia del servidor. Servidor que pertenece a una nube. Nube que pertenece un grupo privado tecnológico que, además, cobra un alquiler por usar un pedacito de cielo.
“Sabonó”, Pascual, le dijo Paco a su gemelo, mientras enfilaban el octavo caballón en busca, azada en mano, de extraer de la madre tierra sus patatas rojas un domingo luminoso de un cielo azul delicioso que estaba para comérselo, sin una sola nube que llevar a una acuarela, allí, en el campo, donde la columna vertebral te da un besito de mariposa cuando la enderezas tras estar con el lomo doblado un caballón entero, donde el tiempo pesa; una veces con pesar existencial y otras sin, como la cerveza sin, por no penetrar de lleno en la Ayahuasca.
Y añadió: “Que las perras las hacen ahora los mismos de siempre, pero ahora cobrando un alquiler por el uso de pedazos de nube, Pascual. Perras que no son moco de pavo, que me lo ha dicho mi hijo, quien está muy entrenado en el ordenador personal”.
-Pues dile a tu hijo si puedo alquilar yo también un trozo de nube para guardar el coche, que lo tengo durmiendo en la calle, dijo Paco.
-¿Me tomas el pelo, hermano, bro, eres como esos homínidos no evolucionados que babean mirando culos a las puertas de los institutos?, preguntó Pascual.
-Ya te vale, Paco. ¡Qué ya lo sé! ¡Que ya sé que la cosa va de lo virtual! ¿Y sabes que te digo? ¡Que me cago en todos sus reverendísimos muertos pisaos!
-Vaya boca -dijeron dos gorriones que estaban posados en la rama de un cerezo-. Ya ni se respeta a los muertos. Y emprendieron el vuelo en busca de alguna miga de pan y entretenerse en sus cosas cotidianas, ajenos a este mundo tan ancho y ajeno.