Señora Yolanda Díaz; tiene usted mi respeto que es mucho más que mi voto, por José Antonio Vergara Parra

Señora Yolanda Díaz; tiene usted mi respeto que es mucho más que mi voto

De mis años en la facultad algunas cosas se me quedaron grabadas a fuego como, por ejemplo, que el voto es universal, libre, igual, directo y secreto. Mas como el sigilo es una opción y no una imposición, deshojaré la margarita y diré el porqué. En la vida, a veces, suceden hechos de una impetuosa fuerza esclarecedora. Ocurren a cada instante pero no siempre somos capaces de captarlos y entenderlos.

Quiso el azar, y mi lesivo gusto por la política, que me tragase la sesión de control al gobierno del pasado miércoles. Ya saben. Bla, bla, bla, y tú más. Y en eso que la portavoz de Vox toma la palabra y, tras una retahíla de argumentos calculadamente capciosos, aderezados de un tono despótico y soez por momentos, interpela a la vicepresidenta del Gobierno, la señora Yolanda Díaz. Ésta, con un garbo que ya quisiera para sí la interpelante, se levanta de su escaño para recordar el voto en contra de Vox sobre determinadas reformas promovidas en favor de los trabajadores (las subidas del salario mínimo interprofesional, la imposibilidad de despido de un trabajador en baja médica, la igualdad retributiva o las  mejoras para las trabajadoras del hogar, entre otras) La señora Díaz menciona, de paso, un par de compromisos programáticos de Vox: la rebaja de las indemnizaciones por despido y la eliminación del control jurisdiccional del despido de los trabajadores o, dicho en román paladino, lo que viene siendo un guiño al empleador y un escupitajo al currante. Y tras un verdadero baño de argumentos, la portavoz de Vox retoma la palabra para decir: “Usted no conoce nuestro partido pero, al menos, tenemos un partido”. ¿Y? ¿Qué diantres significa eso? ¿Ésa la réplica de un partido que aspira a gobernarnos? Vale. Tienen un partido, pero para este viaje no hacen falta esas alforjas ¿No le parece?

Ando hoy un tanto melancólico y recuerdo muchas cosas. Dice un pisaverde de mi pueblo que todos los señoritos se conocen todos porque son primos. Y debe ser cierto pues, aunque pelados y venidos a menos, fueron, son y serán señoritos. El señorito, como el hecho diferencial catalán, se sabe que existe aunque pocos parecen entender su verdadera naturaleza.  La bolsa no garantiza la entrada en tan selecto club. Se necesitan referencias y, a ser posible, tres o más patronímicos (compuestos si es posible) intercalados de guiones y precedidos de la preposición de. Debe ser por eso que la derecha más casposa, y sus mercenarios de la desinformación, no perdonen a la Yoli (que así le llaman los canallas) el cambio del pañuelo palestino por vestidos con vuelo y acento en la cintura. Y mucho menos su gusto por el color blanco, níveo y puro; sólo reservado para puritanas de atrezzo, rosario y posibles que iban a abortar a la Gran Bretaña cuando aquí no se podía. Se comprende. Siendo Inglaterra protestante, Dios debía andar lejos; ausente. Recompuesto el ánimo tras abandonar el cuerpo del delito en alguna gélida estancia, tocaba regresar a la España machadiana para impartir moral y buenas costumbres desde egregios ambones.

El presidente de la CEOE, el señor Garamendi, calificó de “humilde en un ámbito de alto nivel” su salario de 300.000 euros anuales que ahora, creo, anda por los 400.000 euros. El muy sufrido comisionado de los empresarios, desde su humildad retributiva, ha puesto el grito en el cielo cada vez que el gobierno ha incrementado el salario mínimo interprofesional. Debe parecerle un disparate que un currito español gane, como mínimo, catorce pagas de 1.080€. Sabemos que en los ámbitos de alto nivel  nada falta a los señores porque son señores y ellos lo valen. ¿De qué se quejará esta chusma? Pensarán. Si hasta hace cuatro días servían en nuestras casas a cambio de comida……1.080 EURAZOS AL MES; ¿QUÉ HARÁN CON SEMEJANTE DINERAL?

Ando taciturno y me viene a la memoria el sempiterno, y no menos cínico, “ogullo y satifacció” del Emérito por la igualdad de todos los españolitos ante la Ley.  Ante el fisco y la iustitia tos somos iguales mas unos más que otros. ¿Verdad, majestad? ¡Pardiez! La derecha, centrífuga o escorada, cobarde o valiente, de esto ni mu. No hay nada más grotesco que un cortesano inclinado ante un Rey corrupto, pidiendo justicia para los súbditos.

Lo cierto es que el hábito nunca hizo al monje y los apellidos y medallitas tampoco. Me gusta la gente normal, de dos apellidos, simples, sin pretensiones. Ya saben. La España de los Martínez, López o Fernández que tienen sus cuentas corrientes, molientes y dolientes en la sucursal de la esquina y que de Suiza únicamente conocen sus relojes y el chocolate.

Me gustan los políticos que hablan por el BOE procurando una vida mejor a los más débiles y humildes. Me gustan una Sanidad y Educación públicas que cure y eduque al más humilde de los españoles. Confío y deseo que todo proletario públicamente sanado y formado, como buen López, Fernández o Martínez, devuelva a la sociedad parte de lo recibido.

Señora Yolanda Díaz, usted no me conoce y yo a usted creo que sí. Preséntese en las próximas elecciones generales. Monte un partido, una agrupación de electores o lo que sea menester pero hágalo. De momento tiene usted mi respeto que es lo más preciado que le puede ofrecer. Y si puliera algunos detalles de las políticas que usted encarna, igual tendría mi voto. Le prevengo que mi voto no es un voto cualquiera. Primero porque es el mío y segundo porque viene de muy lejos. Soy patriota pero mi himno y bandera no son un fin en sí mismos sino la representación simbólica de una España más justa, ejemplar, honrada y próspera.