A propósito de las relaciones humanas, ¿qué tipo de hijos queremos dejar a este mundo?

El otro día, en la conferencia de un joven periodista, jefe de opinión de un diario digital, quien ha estado viviendo unos años en el extranjero, nos contaba como había cambiado la forma de viajar en metro desde sus tiempos de estudiante. Recordaba como charlaba con otros viajeros, cruzaba miradas con chicas, se leían libros… Sin embargo, al volver a Madrid, de nuevo en el mismo metro, ese tipo de relaciones son imposibles, todas las personas van con la cabeza baja absortos en su teléfono, bastantes incluso con auriculares para terminar de aislarse del mundo.

Hace un par de semanas, en otra charla de un catedrático de filosofía, explicaba como al bajar de un avión todos los viajeros buscaban desesperadamente su teléfono tras el aterrizaje (doy fe de ello), ansiosos quizás por descubrir que en las dos horas que había durado el vuelo alguien se había acordado de ellos. Su enfoque era más antropológico, contaba incluso la anécdota de que el dedo gordo de la mano se está hiperdesarrollando entre los jóvenes, según el reciente estudio de una prestigiosa universidad.

No se si este asunto se está poniendo de moda pero lo cierto es que a más de una persona le está llamando la atención. Me resulta curioso ver a dos jóvenes sentados uno junto a otro, con la cabeza absorta en su pantalla, quizás sin cruzarse una palabra durante la última hora. También es posible que solo sea una sensación y nos parezca que tiempos pasados sean mejores. Creo que ningún tiempo pasado fue mejor, simplemente fue distinto, y nos debemos a la época donde vivimos, no tenemos otra oportunidad, como bien exponía este filósofo en su conferencia.

Es por ello que creo que no se puede frenar una tendencia que es imparable, pero si se puede ser inteligente y reconducir ese impulso para fines más provechosos. Todos los programas de comunicación son tan relativamente nuevos que están sin reglar, incluso jurídicamente todavía no están claros los límites a la libertad de expresión y el derecho a la intimidad. A pesar de todo, no podemos negar que portar un dispositivo con el que se puede acceder a toda la información existente en unos pocos segundos es una herramienta que jamás imaginamos poder tener a nuestra disposición.

Quiero terminar con una frase del filósofo, y uno de los fundadores del partido político al que pertenezco, Unión, Progreso y Democracia, Fernando Savater: «No hay que preguntarse qué tipo de mundo vamos a dejar a nuestros hijos, sino que tipo de hijos vamos a legar a este mundo». En nuestra mano está decidirlo.

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