Redes sin Punset
El hecho de que haya personas que consigan hacernos creer que hay “matuteo” en los procedimientos y actuaciones de otras personas, así porque sí, es como tener la facultad para poner un cañón de esos de las guerras que pegan unos petardazos tremendos en la puerta de cualquier casa; y parafraseando a Henry, en Henry retrato de un asesino, sólo basta decir: “Otis, enciéndela”.
Además, si el ambiente social está en modo sartén con aceite hirviendo, o en modo boca hambrienta traga sapos, y te da por soltar un medallón de merluza congelado las chispas van a llegar al techo, tanto que ni aposta, y dependiendo de la racionalidad de la física, lo mismo hasta se prende fuego en la cocina y arde hasta el quinqué.
En las redes sociales está corriendo como un galgo la noticia de que Margarita, de 14 años, es una “quita novios”.
La traducción del algoritmo, que como un gran hermano vigila la red social, dice que esa información no se puede lanzar así porque sí, y enlaza directamente a otros casos que han acabado muy mal, incluso en muertes. Pero, hasta ahora, no sabemos mañana, los que se llevan los dineros se lavan las manos como si con ellos no fuera la cosa.
Margarita es una artista, algo parecida a mi amigo Pedro Camacho, que desde aquí le mando un saludo, ese hombre que, junto a su pareja sentimental, aumentan el caché de cualquier evento social-cultural donde estén presentes. Margarita ha sido elegida para representar a la mismísima España en un certamen de Bellas Artes en Luxemburgo. Se trata de un dibujo a carboncillo donde se intuye a un psiquiatra que se encuentra en el quicio de la puerta de su consulta con un papel en la mano y no tiene cabeza, y la personas que esperan sentados en la sala para entrar a la consulta tampoco tienen cabeza. Se habla, entre aficionados, y también eruditos del mundo del arte y del dibujo en particular, que es una mezcla entre Klimt y Munch.
Esta misma mañana, Andrea, de 14 años, ha visto al que quiere que sea su novio, pues está enamoradísima y obsesionadísima, pero todavía no lo es, y sabe Dios si lo será: Carlos, de 14 años, sentado con Margarita compartiendo un refresco de cola y riendo.
Leer lo que muchos comparten en las redes sociales sobre esa supuesta forma de proceder de Margarita, junto con la imagen que Andrea ha visto esta mañana, ha sido para ella un bidón de agua fría de consecuencias nefastas para su psique. No ha comido en todo el santo día. No le entraba ni un pipa. Claro, si lo dicen las redes sociales habrá algo de verdad en eso de que Margarita sea una especie de arpía “quita novios”.
El temperamento de Andrea, tan emocional, tan dramática estomacal, le ha llevado a esperar a la salida del instituto a Margarita. El agua al cuello agudiza a veces una especie de valentía rastrera y un ingenio malvado, aunque no creas que seas ni lo uno ni lo otro. Ha convencido a Margarita para que la acompañe a la tienda de piercings por la ruta del ‘Campo del Lolo’. Y ya sin gente, la ha enganchado del pelo y la ha tirado al suelo. Se ha puesto encima del ella agarrándola por las muñecas, y con la cabeza muy cerca de la de Margarita, le ha dicho: “Deja en paz a mi novio, a Carlos, puta, más que puta”. Margarita, sorprendida, asustada, le ha preguntado por qué dice eso. Andrea le ha dicho que “todo el mundo sabe que eres una quita novios de mierda”. “¿Quién dice eso y por qué lo dicen?”, le ha preguntado Margarita. “Yo misma te he visto con él esta mañana bebiendo del mismo refresco de cola, puta de mierda. Todas sabemos lo que eres, está todo en el tik tuk tiki”.
Margarita se ha puesto a llorar desconsoladamente. Ya presentía que haber sido elegida su obra para representar a España le iba a traer problemas, más el gato negro y pelo en lunar de la mano, el extraño poso en el vaso de café. Nunca una alegría completa.
No ha sido como ella pensaba que tendría que ser; lo que tantas y tantas veces había ensayado. Primero, hablar con sus padres, que fueran ellos los primeros en conocer la noticia de primera mano, su manera de sentir, de estremecerse, de amar.