Me siento realmente afortunado por haber podido entablar relación con personas de otras partes del mundo. Hace poco estuve en Croacia con gentes de toda la cuenca mediterránea, y una de las conclusiones claras era la cercanía cultural. Si eres nacionalista ya lo habrás entendido, pero lo explico. Si me hubiese pillado hace 2000 años, con mi compañera croata compartiría nación. Con la tunecina más todavía, en época de Cartago y posteriormente en el Califato Omeya. Aunque, cómo no, mis relaciones más cercanas fueron con portugueses y la peruana. Es triste que ya no seamos de la misma nación, aunque os digo que como si lo fuésemos, puede que coincidamos en un futuro.
Bueno, ¿por qué cuento esto? Me sumía en un profundo pesar la percepción de estado represivo y autoritario que estaba tomando España (juro que no saqué yo el tema). Me sorprendió que tuviesen esta percepción que parece tan ajena e imperceptible aquí. En ese encuentro estábamos trabajando los derechos humanos, y más en profundidad, la trata de personas. Por eso parecía raro para ese equipo. Más raro que un discurso muy vitoreado de Vargas Llosa en contra el nacionalismo en una plaza llena de banderas de una nación.
Quizás lo mismo que aprendo yo de esos encuentros y esas compañías, nuestro rey aprendió de las suyas. Como el que tuvo recientemente con el rey de Arabia Saudí, país que posiblemente más vulnere los derechos humanos en sus fronteras. Así que pudo aprender los nuevos mecanismos cada vez más represivos. Llegando hasta la prohibición de los colores. Algo que ya pasaba desde hace tiempo con TVE, que ahora es de nuevo el NO-DO. Esto ya ha hecho que me salten las alarmas, porque las personas que intentamos crear arte, amamos los colores.
Mucha gente enarbola una bandera y se tatúa a fuego la frase: “Con dos gotas de sangre y un rayo de Sol, hizo Dios una bandera y se la dio a un español.” Pero si quieren prohibir uno de estos colores, ya nos quitan hasta el rayito de sol, y no he de negar que siendo del sur, esto sí que me representa. Y solo les queda la sangre, la sangre de la represión, de la coacción, de la mentira, de la opresión, del infundir el miedo.
Hay un proverbio inglés que dice: “En todo país, señor, encuentra el sabio su casa”.
Y un poema de un español asesinado por los progenitores de los que nos gobiernan actualmente, un español que sigue en una cuneta esperando justicia, como miles de personas todavía, la mayor vergüenza de nuestro país, un poema que dice:
«En la bandera de la Libertad bordé el amor más grande de mi vida».
Y yo estas dos frases las uno, salgo a pasear sin entender de líneas trazadas en despachos, para llevar mi estandarte más allá de mi piel.