Por INOCENCIA responde, según José Antonio Vergara Parra

Por INOCENCIA responde

No aprendo. No hay manera. Sigo pillado de inocencia; de esa doncella mil veces desvirgada y otras tantas himenoplastiada.  Aunque, al parecer, esta cirugía metafórica anida únicamente en mi cándida imaginación. Hace cuatro días mal contados, explicitaba una triple apuesta personal de la que sólo una sobrevive. Alberto Garre lo fue todo en el PP. El mismo pepé que, sabidas sus intenciones por desfacer entuertos de calado, le mandó a templar gaitas. Quizás en esta cuestión, como en otras muchas, el pepé actuó como mero mandatario.  Alberto, consumada la traición y sabedor de lo poco a nada que Murcia importa para Madriz, emprendió un bello sueño regionalista. Somos Región que así se llamaba una ambición compartida por muchos. Una aventura efímera en la que sus más destacados valedores abandonaron el barco antes de que el ancla fuese izada. El señor Garre concurrirá a los inminentes comicios autonómicos de la mano de Vox, contumaz detractor de las autonomías aunque, según me cuentan, las señorías voxianas (tal que el Doctor Fraudandi Causa Sr. Sánchez) duermen como niños pese a ocupar escaños en provincias. Angelicos. Me lo expliquen. Pese a todo, señor Garre, mi respeto y aprecio hacia usted siguen intactos y sólo le deseo lo mejor en su quehacer político y vida personal.

De la señora Yolanda Díaz me separa muchas cosas pero me acercaban otras tantas de considerable importancia para mí. Las doy por reproducidas pues en artículos anteriores publicados en este mismo diario constan para quien quiera saber. He usado el pretérito imperfecto (me acercaban) pues, tras su último desvarío, ya no me acerca nada. La flamante lideresa de Sumar ha propuesto, sin apenas pestañear, lo que melindrosamente ha llamado herencia universal. Oseasé, una paga de 20.000 euros a todo español/a/e que, alcanzada la mayoría de edad, pueda acercarse por alguna urna. Según datos del INE, en el pasado año, los españoles con dieciocho años ascendían a la cantidad de 441.193. Medio millón de votos, porque de esto se trata. Lo lamento, señora Díaz, pero este último dislate suyo no ha hecho otra cosa que dar oxígeno a sus detractores y devolver la vista a quienes, como yo, andábamos ofuscados.  

Les advierto que las matemáticas no son lo mío pero haré un esfuerzo por ustedes. Si multiplicamos esa cifra de españoles por la herencia prometida, la factura se iría a unos 8.800 MILLONES DE EUROS; millón arriba o abajo. ¿Y quién pagaría las fantas? Pues el de siempre: EL CONTRIBUYENTE que por algo el fisco le llama sujeto pasivo que, a tenor de la etimología que rara vez miente, vendría a ser el que padece y sufre.   Queda por definir la arquitectura de la exacción tributaria mas, de una u otra manera, la mosca la soltarían los de siempre.

Tengo una propuesta que hacer. A todos los que, como si no hubiere un mañana, pastorean en prados ajenos. Pero antes, les refrescaré la memoria.

Se estima que la corrupción política en España engulle 90.000 MILLONES DE EUROS AL AÑO. Según los técnicos de Hacienda, el fraude fiscal anual estaría en torno a los 60.000 MILLONES DE EUROS. El Senado nos cuesta60 MILLONES DE EUROS; 15 EL CONSEJO DE ESTADO; 388 MILLONES LAS ASAMBLEAS DE LAS CCAA y  LA CASA REAL (la borbónica; no la de moneda y timbre) 8,5 MILLONES. Súmense LOS TROPECIENTOS MILLONES DE EUROS que nos cuestan las empresas y observatorios públicos, tan prescindibles para el interés social como vitales para los colocados que allí sestean a costa del PUEBLO. Adiciónese el pastizal con el que los poderes estatal, foral, provincial, autonómico y municipal  subvencionan o financian sus respectivas redes clientelares, que nada tienen que ver con el BIEN COMÚN y todo con EL INTERÉS SOCIETARIO de sus mecenas que, para mayor desvergüenza, riegan el jardín con peculio público.

Si no me fallan las cuentas, los ex presidentes de nueve comunidades autónomas reciben pagas vitalicias, coche oficial, oficina y un par de asistentes. Más que nada para que estas criaturicas, que fueron y ya no son, mantengan algo de glamur. La pensión que por derecho pudiera corresponderles les parece insostenible para la plebe e insuficiente para ellos.

No estaría de más exigir a la banca la devolución del dinero prestado y no reintegrado que, según dicen por ahí, ronda los 60.000 MILLONES DE EUROS. Definitivamente instructiva la amnesia del gobierno socialpodemita en esta cuestión. No es la primera vez que el gallo cacarea en vísperas y enmudece iniciada la verbena.      

Imaginen que mañana mismito desaparece toda esta lacra de organismos, empresas públicas y observatorios absolutamente inútiles, creados ad hoc, ad hominem y ad casico hecho para colocar amiguetes y simpatizantes de la causa y/o para recolocar a ex políticos de ignota vida laboral.

Imaginen a un gobierno decente luchando, sin descanso, por la erradicación de la corrupción política, centrando el tiro no en el pobre robagallinas sino en el delincuente de cuello blanco. Codiciosos sin fronteras que aun de camino a la trena mantienen la sonrisa etrusca; propia de quienes saben que no devolverán ni un céntimo de euro de lo robado, sisado o distraído. Que para eso papá les pagó exclusivos liceos en los que el ocultismo patrimonial y la ingeniería jurídica eran materias troncales y obligatorias.

Imaginen, porque nada cuesta, a ese mismo gobierno iniciando una lucha sin cuartel contra el fraude fiscal y recuperando el dineral prestado a la banca. Imaginen a ese hipotético gobierno periclitándose a sí mismo y al resto del gremio las pagas vitalicias, pompas, privilegios, excesos, dispensas y cualesquiera otras prebendas huérfanas de la mínima justificación objetiva y ética.

Imaginen a un gobierno administrando con rigor y cautela los colosales excedentes de tesorería que, por la aplicación de las acciones descritas, podrían generarse. Imaginen una política fiscal justa, suficiente y progresiva. Imaginen  una administración formada por personas de contrastada formación y experiencia en las carteras encomendadas. Y, ahora, imaginen a un gobierno propiciando las condiciones necesarias para que todo español pueda acceder a un trabajo que garantice su dignidad y sustento. E imaginen los recursos que podrías destinarse a quienes, por enfermedad u otros motivos inhabilitantes, no pueden valerse por sí mismos.

Los españoles (los de dieciocho años también) merecen formación y oportunidades para comerse el mundo y no gobernantes que, cuan comunistas ortodoxos, tiran con pólvora de rey para comprar voluntades y enervar capacidades críticas.  Estos jóvenes, algún día, serán mayores y por sus esfuerzos y renuncias se habrán forjado un patrimonio que habrá de pasar a sus legítimos herederos, sin que el Estado deba meter sus manos por segunda vez. Porque los rendimientos de toda índole con los que un español edificó su legado ya fueron objeto de tributación.

A Dios pongo por testigo que no volveré a poner la calesa delante de los corceles. Eduardo, querido camarada. Tenías toda la razón. Acepta mi ingenuidad como una entre mis numerosas fallas. La utopía, a medida que avanzas más se aleja pero, aun con tropiezos y asechanzas, conviene buscarla. La política es el arte de lo posible y una obra eternamente inacabada. Hemos de alejarnos cuanto podamos de falsos profetas, de personas sin alma, de mercaderes del noble arte de la política, de amigos de lo ajeno, de quienes por comicios prometen lo que no hicieron en sus mandatos ni podrán hacer de renovárseles la confianza. Huyamos de quienes desprecian y despilfarran el dinero público, que es tanto como vilipendiar el sudor y esfuerzo colectivos. Mantengámonos alejados del liberalismo más ortodoxo que, bajo una falsa pátina de bellos principios,  concibe el mundo como una maldita selva en la que sólo han de sobrevivir los fuertes. Respetemos idéntica distancia de seguridad respecto de quienes en la lucha de clases y de géneros, en la remoción de aflicciones selectivamente elegidas o en el alegato de doctrinas fallidas, buscan bienvivir de sempiterna y manida revolución aunque, tras de sí, dejaren una sociedad fragmentada, desnortada y ruinosa.

No se fíen jamás de quienes, por ejemplo, se despechugan en templos cristianos para reptar, después, ante religiones en las que la dignidad de la mujer o la defensa de los más elementales derechos humanos y civiles ni están ni se les espera.

De mi triple apuesta sólo persiste una y tiene nombre. Antonio Ortega. Juglar y currante. Fiel escudero de convicciones que resisten a modas y modismos. Sincero y valeroso y, por tanto, libre. Será difícil, muy difícil, pero nos harías muy felices si lograras un acta de concejal en tu pueblo que es también el mío. De no lograrlo habrás triunfado igualmente. No olvides querido amigo que, en términos mundanos, el triunfo y el fracaso son dos grandísimos impostores. La gloria que realmente importa es interior, íntima y callada y suele germinar en espíritus elevados y libérrimos como el tuyo.

Lo olvidaba. Pese a mis dudas y contradicciones, les diré que no ha nacido caballero templario en este mundo que iguale, siquiera, mi firme determinación en la defensa y custodia de la Iglesia de Roma, pues representa el último bastión frente al relativismo y nihilismo ético.  Sólo tengo mi pluma y pienso utilizarla; no para vencer sino para convencer, pues silenciar la verdad revelada es un acto de egoísmo y cobardía inaceptables.