Planes de no jubilación, según Pep Marín

Planes de no jubilación

Perra vida amada, varices de mi corazón:

Por circunstancias excepcionales y en base a los resultados científicamente probados tales que, si antes poseías un determinado estatus social y económico y ahora te has quedado sin trabajo, el mayor o menor tren playmobil de vida de mierda pinchada en un palo que llevabas ahora no se sostiene. Es posible que tampoco se sostenga aunque tengas trabajo, pero ese es otro debate con el que no puedo. Es superior a mí: es escuchar o leer la palabra inflación y me da un bajón que me tengo que acostar aquejado de una jaqueca insoportable, y si es acumulada, me baja hasta la libido, y ya me puedes jadear El Quijote al oído que no hay manera.

Se hace necesario buscar fórmulas vía ingresos, porque si las buscas vía ahorro subiría el precio de la sopa instantánea y la barra de pan industrial para seguir pagando lo que debes. Deuda igual a alicates pinzando tus partes blandas, banda sonora: Like a Rolling Stone. Te apresuras a comprar comida de forma racional, con calculadora en mano y mordiéndote la puntica de la lengua como hacía mi abuela María, mientras tecleas decimales y ves de reojo las imágenes de playas llenas y paellas kilométricas, preguntándote cómo es posible, de dónde, quién mece la cuna. Por eso, aquí estoy amigas y amigos, arreglando cubiertas de naves industriales poniéndome moreno y haciendo calistenia.

Arriba, más cerca del cielo que el resto de la gente, abrimos interesante debates, o al menos a mí me parecen interesantes. Uno de ellos es el de la jubilación. Muchos no queremos jubilarnos y seguir a los 70 años dando martillazos y soldando piezas a más de 30 grados en otoño. Otoño llegó, marrón y amarillo, que bonita canción.

Algo parecido es lo que ocurre en el trabajo de peón agrícola, en la recolecta de frutas y verduras, donde muchos y muchas antes de que llegue la edad legal de jubilación solicitan a consejo del “chato, amanecer de polvos de talco”, una prórroga de dos años para seguir dándolo todo y, sobre todo, para servir de ejemplo a todas esas nuevas generaciones de españoles y españolas deseosas de trabajar en un sector de lo más atractivo como es el sector primario. Tecnología punta y horario flexible; horario flexible en el sentido de que el reloj se derrite como en los sueños de Dalí. Lo más de lo más. Ergonomía, ¿qué? Cacahué. Dos hernias y cuatro artritis: ¡oído cocina!

Hay imágenes que da gusto verlas y repetirlas en bucle, imágenes que se hacen servir como efecto llamada: como ese camión con cinta transportadora incorporada que avanza y avanza como si no hubiera un mañana mientras personas que vienen a robarnos el trabajo y a liarla parda, eso dicen, cortan lechugas a una velocidad antiestrés y agachadas como quien busca un anillo de oro perdido en la tierra. ¿Quién se quiere jubilar con estas condiciones tan sugestivas dónde, gratis, fortaleces lumbares?

Cuando en un descanso, para tomarnos el bocadillo de filete con mayonesa y un trozo de morcón catalán de estos que se agarran bien fuerte al intestino, leímos vía móvil la noticia de que el juez Peinado, el famoso juez que admite denuncias a base de recortes de prensa y bulos, “el juez lacas”, había pedido dos años de prórroga para no jubilarse a la edad legal correspondiente y alargar su gran misión en la tierra, Federico, ‘el Monstruo’, de 64 años, nos cogió a los cinco compañeros y nos colocó en su espalda y se puso a soldar una viga de hierro con todos nosotros encima. Era su particular respuesta a la intolerancia laboral senior plus ejercida por las élites dominantes e “hijasdeputa”, dijo.

¿Qué?

Silencio.