‘Pedro’

Relato de una lectora

Encarna

Texto completo:

Te encontré temblando en el suelo al doblar la esquina a la subida de una cuesta. Intenté pasar de largo, pensando que no podría evitarse, y al volver la cabeza seguía viéndote débil pero con tantas ansias de vivir…

Enfrente, en el comedor social, me decían:

-“Se está muriendo, por el golpe que se ha llevado al caer. Pero si no lleva sangre, ni nada. Solo dele agua”- Y bebió-. “Llévatelo al veterinario. Él le dará insectos”.

Salgo de una calle y entro en otra con un hombre que trabaja cuerdas a la puerta, y que tiene pájaros enjaulados.

“Es un vencejo –me dice-. Lo más seguro es que se te muera. Yo he intentado criarlos pero no abren el pico. Ellos son del aire. Hasta duermen en el aire. Casi no bajan a tierra. Tienes que hacer un polvo con comida de perro y huevo cocido, y darle con un palillo; pero ya te digo que es difícil que sobreviva”.

–“¿Y podré soltarlo cuando pueda volar?”

–“No. Ellos aprenden de los padres, que les enseñan todo. Al no poder enseñarle tú, si lo sueltas no sabrá vivir. Pero ten en cuenta que habrá caído del nido empujado por otra cría, que su destino era morir.”

–“Tendría que tenerlo aunque sea suelto en el patio. Casi prefiero que muera a que viva en una jaula.”

Le agradezco el consejo. Giro dos veces hasta dar con la calle que me lleva al veterinario, y allí me atienden dos hombres. Uno ha criado de estos antes, me asegura que una vez se consigue que salga adelante nutriéndolo con un pienso que venden en tiendas de animales, él sale volando de una vez y ya no vuelve, sin que tenga que aprenderlo. El hombre le da un beso y se lo queda, para entregarlo a un centro de recuperación de fauna salvaje donde puedan cuidarlo en libertad y para la libertad. El polluelo es fuerte y estoy segura de que luchará por su vida y que cuando pregunte por él me dirán que vive. Solo le encargo que lo llamen Pedro.

Así que, Pedro, vivirás. Serás un ser del aire, un aviador nato. Allí, libremente, lo harás todo y no bajarás salvo para nidificar y alimentar a tu descendencia. Cada año en primavera cruzarás el estrecho para volver al mismo lugar donde hiciste tu nido el año anterior, con la misma compañera, que te será fiel de por vida, y volverás al cielo africano en otoño cuando refresque. En el camino, limpiaréis el aire de cientos de kilos de insectos que ningún plaguicida humano alcanza a eliminar. Viajaréis cientos de kilómetros buscándolos, volando en total libertad, sin fronteras. Y cuando caiga el sol y notes el sueño, elevándote a dos mil metros de altitud del suelo y de la miseria humana, dormirás dulcemente en el aire mientras no dejas de batir tus alas sobre las corrientes en ascenso. Pero recuerda que, si por cualquier motivo, en vida quedas en tierra, eres un Apus apus, un “sin pies”, de cortas patas, y alguien de aquí abajo tendrá que devolverte a una altura. ¡Uyaa! Es lo que hay. Lo difícil se consigue, lo imposible se intenta.

Me tranquiliza saber que buscaste el aire hasta el último momento, que te fuiste luchando por lo que te pertenece, que jamás perdiste la esperanza ni aun bajo los peores tormentos del cautiverio. Me dejas tu alma, y yo quiero darle muchas formas y llevarla a muchos lugares para que seas piedra fundacional de una nueva civilización en que por fin la justicia destierre a la venganza.

Por una sociedad sin jaulas.

 

 

One thought on “‘Pedro’

  1. Vencejo

    Es una pena. Muchos.mueren por nuestro desconocimiento. Si caen al suelo y son adultos sanos, sólo es necesario ayudarles lanzándoos desde las alturas puesto que no pueden remontar el vuelo desde el suelo debido a sus cortas patas. Desde el ayuntamiento nos deberían de dar esta información, los vencejos son necesarios y nos ayudan a no tener que lidiar todos los días con los molestos mosquitos…

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