Todas las semanas nuestros lectores y lectoras pueden disfrutar de la sección La mirada de Tete Lucas, donde el célebre fotógrafo local lleva a cabo un análisis de las mejores fotografías que ha realizado de la localidad
Tete Lukas
A orillas del Pantano del Camarillas se encuentra un singular yacimiento mineral de diatomita. La diatomita o tierra de diatomeas es una roca sedimentaria formada por la acumulación de microfósiles de diatomeas (algas unicelulares acuáticas cubiertas por un esqueleto silíceo). La acumulación de estas diatomeas en pequeñas oquedades durante el Mioceno dio lugar a la formación de unas curiosas y llamativas rocas de aspecto redondeado y suaves curvas, conocidas como Ópalos menilitos. Abundan sobre todo los de forma esférica o de un solo nódulo, pero también los de dos, tres o más nódulos, recordando a la figura de un muñeco de nieve o a la de un cacahuete, pero también los hay de formas aplanadas y aberrantes. La variedad de formas es tal que invitan a dar rienda suelta a la imaginación recordando a figuras de animales, personas u objetos cotidianos.
Fue su parecido con formas antropomorfas lo que hizo que nuestros ancestros se fijaran en ellos, tomándolos y dándoles un carácter supersticioso como amuleto y objeto fetiche, encontrándose multitud de ellos esparcidos por todo el sureste de la península en yacimientos arqueológicos en niveles del Neolítico, del Calcolítico, de la Edad del Bronce y en la Cultura Ibérica. Se les denomina ‘Ídolos tipo Camarillas’, por su lugar de origen, cuando se les encuentra en un contexto arqueológico.
Además, en Siyâsa se han encontrado tres de forma bilobulada, dos en la superficie y uno en el interior de una tumba andalusí. El hecho de que numerosas rocas trabajadas en época andalusí se consideren de valor amulético contra el mal de ojo y de ‘Baraka’ (bendición o buena suerte), lleva a pensar que este fue el uso que se le dio a esta pieza encontrada en la almacabra de Siyâsa.
Este carácter mágico y supersticioso, así como la belleza y las variedades de formas de estos ópalos, me llevó a fotografiarlos, mostrándolos abstraídos de su entorno, dignificándolos cual esculturas, como ya hicieron nuestros antepasados. Fueron un total de 25 ídolos que mostré en una exposición con el nombre de ‘Baraka’, en el Museo de Siyâsa, en 2014.
Uno de estos ópalos, desde el mismo momento en que lo recogí del suelo, me recordó al torso de una mujer y tiempo después se me ocurrió jugar un poco en Photoshop y superponer una fotografía de un desnudo femenino sobre el ópalo, creando la obra que aquí les muestro: ‘La Venus del Camarillas’.