Artefactos explosivos
Los cócteles molotov lanzados contra la sede de Podemos en Cartagena son algo más que bombas caseras arrojadas contra la fachada de un partido político democrático. Son artefactos explosivos estrellados contra el corazón mismo de la democracia y de la pluralidad democrática. Sorprende, sin embargo, ante la gravedad de los hechos, la falta de contundencia de la condena institucional de las autoridades regionales que, ojalá solo sea una falsa apreciación, no ha pasado de ser “protocolaria”. O la indiferencia con que algunos medios nacionales han acogido la noticia. No es la primera vez que Podemos Cartagena sufre la violencia en su sede ni que llenan de pintadas sus paredes con insultos y amenazas, lo que induce a pensar que existe un plan definido de amedrentar a sus militantes y simpatizantes. El blanqueo del discurso del odio de la extrema derecha tiene a veces estas terribles consecuencias sobre la convivencia ciudadana.
Educación
El aprendiz de brujo López Miras acaba de incorporar por primera vez a un gobierno autonómico a la ultraderecha, llámese esta Vox o exVox, que para el caso es lo mismo. Y lo hace nada menos que entregándole la cartera de Educación y Cultura. No hay precio que el actual presidente regional no haya estado dispuesto a pagar para mantenerse en el poder. Esta última concesión es, sin embargo, la gota que colma el vaso. Porque no cabe mayor irresponsabilidad que poner al frente de Educación a quien no tiene proyecto educativo alguno más allá de mercantilizar la enseñanza o implantar la censura para devolverla ideológicamente a los tiempos del NO-DO. De momento, López Miras salva su pellejo político. Eso sí, poniendo en jaque los derechos y libertades del alumnado de esta región. Sin alcanzar a evaluar, como aquel insensato “apprenti sorcier”, las consecuencias de su acción.
Camaleón
Lo de Toni Cantó empieza a ser de Guinness: en poco más de dos lustros ha cambiado cuatro veces de partido. Amenazando, además, entre mudanza y mudanza, con volver a los escenarios; y sin dejar de vivir holgadamente de la política. Empezó denunciando con vehemencia la corrupción del Partido Popular en Vecinos por Torrelodones, fustigó el bipartidismo desde UPyD y Ciudadanos, coreó con Rivera para quienes quisieron creerles: “Ni rojos ni azules sino de centro”, y miren donde ha terminado por imposición de Casado: en las listas de Ayuso, que no le hace ascos a gobernar con Vox. La gota que colma, por otra parte, el vaso del travestismo político es que una semana después de anunciarse su fichaje por el PP este camaleón de la política se mantiene aún como militante de Ciudadanos. ¡Hace falta valor!
Estupor
No sabemos el predicamento que tendrá la Campuzano entre la ciudadanía, pero cabría desear que fuera poco. No solo en sus retrógradas, reaccionarias y excluyentes propuestas en la enseñanza, sino también en sus proclamas sanitarias. Como cuando cuestiona entre risas la vacuna del covid y suelta que “no se va a vacunar” o que solo lo haría si después de la vacunación “esto se ha solucionado, hemos salvado la crisis, no tiene efectos secundarios…” Dicho esto desde un escenario de El Club de la Comedia provocaría carcajadas, anunciado desde una tribuna institucional y por una consejera de Educación y Cultura, cuando la sociedad entera y el mundo económico viven pendientes de la evolución de la vacunación, produce estupor. No ha hecho más que empezar y ya se advierte que a Campuzano el cargo le viene, como le venían a Fofo y Miliki sus chaquetas, grande.