Nos falta responsabilidad, según Diego J. García Molina

Nos falta responsabilidad

En el artículo anterior escribí que nada es invariable, y cualquier situación inesperada puede alterar nuestras vidas de forma considerable, como ha sido el caso de este virus que ha cambiado nuestra forma de vivir y relacionarnos con el resto de personas; también nuestra forma de trabajar (quien no haya perdido su empleo), y otros hábitos adquirido a lo largo de los años. Esta situación inesperada puede ser para mal, como en el caso de esta pandemia, o para bien, por ejemplo, con algún avance científico: imaginen que se desarrolla un motor a combustión alimentado por agua, o una fuente de energía limpia, no peligrosa e ilimitada, o un método de almacenamiento de la energía efectivo; sería una revolución que cambiaría todo.

Viene esto a cuento porque se cumple esta última semana una extensión de las leyes de Murphy que dice “Nada es tan malo nunca como para que no pueda empeorar”. Efectivamente, así ha sido. Cuando a los efectos de la enfermedad por covid-19 se suma la incompetencia en la gestión de la misma de todos los que han intervenido, junto a la ruina económica, de empleo y de deuda que se avecina para España, y con una polarización y tensión política nunca vista desde la transición, el cambio climático hace una de las suyas y en vez de un invierno clemente con las temperaturas nos envía una ola de frío con nevadas nunca vistas desde hace más de 60 años, colapsando la capital del país junto a otras comunidades. Destaco la capital porque viven en ella más de 3 millones de personas y el bloqueo de sus carreteras supone el corte del principal nudo de comunicaciones de nuestro país.

Los políticos han actuado tarde y mal, además, quienes hace unos años criticaban la gestión de una situación similar, aunque con menor impacto, ahora callan cuando quienes muestran ineptitud son de su cuerda. Falta de responsabilidad de políticos y periodistas de medios de comunicación. Falta de responsabilidad también de muchos ciudadanos quienes, sabiendo con varios días de antelación la llegada del frente frio y sus consecuencias, no dudaron en seguir con su vida normal circulando con sus vehículos provocando atascos kilométricos, quedando incluso aislados entre la nieve y el hielo.

Todo esto no sería más que otra anécdota si no fuera porque todavía no hemos dejado atrás la feroz crisis sanitaria que nos asola desde hace casi ya un año. Tras sufrir una segunda ola después del confinamiento inicial, debido a la irresponsabilidad del gobierno incitándonos a salir y consumir, propagando a los cuatro vientos con triunfalismo que habíamos derrotado al virus, estamos actualmente inmersos de lleno en la tercera ola de contagios. En este caso sí que no podemos echar la culpa a nadie salvo a nosotros mismos; nos hemos relajado con las costumbres y precauciones que estábamos tomando, o incluso, peor, nos ha dado igual las consecuencias de dicha actitud. Las pruebas están ahí, costó muchísimo trabajo atenuar los efectos de la segunda ola bajando los contagios al mínimo desde septiembre hasta mediados de diciembre. Como muestra, desde el día 1 de diciembre hasta el 18 de diciembre, ambos inclusive, se registraron en la región de Murcia 3171 casos de contagio. Desde ese día hasta el 12 de diciembre 6533, más del doble. Y precisamente en esas fechas los colegios estaban cerrados con los alumnos de vacaciones. ¿Qué ha sucedido, pues?

Para mí el motivo está claro. Cuando veía terrazas de bares y restaurantes llenas de gente que se notaba que no eran del mismo núcleo familiar se podía prever lo que pasaría. En una tienda, en una oficina o en un cine las personas tratan de mantener la distancia de seguridad y además llevan la mascarilla puesta en todo momento. En una comida o cena no puedes estar con la mascarilla correctamente colocada si vas a comer, beber y/o fumar. Las consecuencias están en esas estadísticas. En julio, advertía de que muchas de las restricciones impuestas atentaban contra nuestra libertad individual. Pero toda libertad requiere de una gran responsabilidad, pues puede afectar al resto de la comunidad. Al igual que todo derecho conlleva de unas obligaciones, la responsabilidad inherente a las acciones realizadas por las personas es de obligado cumplimiento y en este caso no lo hemos hecho. Aprendamos de ello y que no tenga que venir un gobierno a imponernos medidas todavía más restrictivas pues no suele funcionar. Depende de nosotros, ya queda menos si se agiliza el plan de vacunación, si es que hay plan, que esa es otra.

 

 

One thought on “Nos falta responsabilidad, según Diego J. García Molina

  1. JOSE LUIS SALMERON

    La culpa de que España esté mal tanto sanitariamente como económicamente es culpa del desgobierno criminal que padecéis, tenía todos los informes e información necesarias para parar las celebraciones feministas y otros acontecimientos multitudinarios del 8 de Marzo pero no hizo nada hasta esa misma noche, o sea, puso la ideología por delante de la salud y la economía. un ejemplo claro de ello es que casi todas las mujeres de la pancarta principal del 8 M resultaron infectadas, imagínese de ahí para atrás, al repetirse esa misma manisfestación en muchas ciudades y pueblos el virús se repartió casi equitativamente por todo el territorio, si contamos que los aeropuertos siguieron abiertos muchos días después nos encontramos con la tormenta perfecta en la que se encuentra España.
    De aquellos barros estos lodos, que diría el refranero.
    Y lo peor es que la tragedia solo acaba de comenzar, la ruina económica y sanitaria que este año sufrirá España será de tal calibre que la pobreza en España llegue a rangos de paises subdesarrollados.
    Y Europa no tiene ni el poder ni el dinero para su salvación ya que hay demasiados náufragos para tan pocas chalupas salvavidas.
    Espero y deseo estar enormemente equivocado, el tiempo lo dirá.
    Mientras reciba un cordial saludo desde la siempre verde Bélgica.

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