Noches buenas, según Pep Marín

Una cena cualquiera de Nochebuena…La televisión apagada.

Una persona llamada Virginia y de la que no tenemos más datos se siente incrédula y dice:

No sé qué parte del zurullo me he comido como para no entender cómo es posible que en el diario el mundo aparezcan mensajes de whatsapp de dos personas así como así, además en pleno proceso de investigación sobre filtraciones de datos privados que se lleva a cabo en el tribunal que más asusta: el supremo. La conversación de whatsapp aparece como primera noticia de ese diario, y más allá de eso, no he leído ni escuchado que el ministro Torres pretenda que algún juez campeador siga las pesquisas con una lupa más grande que todo el territorio español para averiguar de dónde parte la filtración ¿ O es que acaso las gentes de izquierdas ven su honor marchitado con verdades más que aparentes y no se lanzan a la aventura de la denuncia para que parezca otra cosa como hacen otros y en su lugar entran en depresión y se esconden en una cuba de vino bebiendo del mismo hasta que pueden respirar?

-¿Algún alma caritativa me trae un tercio que no puedo salir, que estoy aquí arrinconada en la mesa?

Ya, hermana, dijo su hermano del que tampoco tenemos datos, pero eso sucede arriba y cuando hay intereses potentes de por medio. Aquí abajo no me voy abrir más puertas a mi neurosis, que bastante tengo yo, pensando que puedo salir escaldado si sigo enviando fotos desnudo y empalmado a mi chica.

-Pero más vale prevenir. ¿Tú haces eso?

No, bueno, a veces.

En otro lugar de la mesa.

-¿Qué no hay luz en la Cañada Real? ¿Desde cuándo?

-Mucho.

-No lo sabía.

-¿Qué vas a saber tú si roncas hasta despierto?

A Teresa se le ha ido la mano con el vino blanco y las gambas en la cena. Ha estado bastante tiempo, como una hora larga, ausente, zigzagueando entre ideas, sumergida en su mundo. Más pendiente del móvil que del debate familiar sobre la cañada real y la luz que no llega; sobre los seis de Zaragoza y eso de la Ley Mordaza, que venga Dios y lo vea, que venga el resucitado y lo vea, qué pequeños somos, qué nadie somos, moscas, bombas, muertos, si nos pilla  allí en Gaza nos comemos toda la filosofía del mundo mientras otros recogen nuestros restos y los meten en bolsas negras, y ahí se queda la cosa, sin más, y el otro con el software dando por culo a base de bien.

Las formas de Teresa no han pasado desapercibidas para nadie, aunque su madre ha sentido “cosas” más allá que cualquiera, apenas una mirada a la mesa. Además, ha salido al patio a fumar más de la cuenta, con la copa en mano sin soltarla ni un momento, y cuando regresaba, magia, iba más llena de cómo se fue (la copa). Lagarto, lagarto, sopa de huesos, pata de cabra, incienso de abuelos muertos, ayudadme. La combinación  entre apetito  estomacal y unas ganas enormes de follar, en algunos casos, producen una sensación de saciedad que te “obligan” a tirar de gambas y algún fruto seco debido al mal encaje de pensamientos que ya de por si llenan. Lo que si entra y bien es el líquido. Palabras como: “hija, te veo desganada, estás bien”, te rescatan por momentos de un vacío íntimo y vibrante. El queso siempre ha sido un estupendo aliado para acallar elucubraciones externas, o al menos, para desviar la atención mientras muerdes y los demás siguen con su cantinela de cómo es posible todo lo que sucede. Y sucede que me canso de ser…cantaba otro. Ahora bien, una cosa es estar sentada en la mesa picando algo de queso curado bajo la mirada curiosa de algunos comensales, y otra cosa es lo que devuelve el espejo: unos ojos negros chisposos, una media melena ondulada más rubia que castaña, la tez blanquecina, una cara que pareciera de una portada de revista Grunge, los cincuenta y dos que podrían ser cuarenta y uno, calor en las mejillas, una sauna interior, la lengua serpenteando por la punta del triángulo en forma de queso curado cortado a modo de cuña. Por suerte, se le han dejado de marcar los pezones que parecían querer salir disparados de la blusa. Ni más ni menos, como cantaba aquel.  Y vuelta a la mesa. Teresa es concejala del partido socialista en el Ayuntamiento de Ronda de Lucas.

Se ha quedado atrapada entre feromonas y una mirada. A veces basta con eso, con una mirada; y empiezas a arder.

Pero, ¿será mutuo?

En el cine parece que sí. En el cine con un simple roce de dedos en el súper mientras coges dátiles. Son casos de éxito. Para otros, son casos de cuernos que pasan del románico al gótico. Pero nada se cuenta de lo que le pasó a Bartolo en el crucero para solteros. Él creía, como se cree en Dios en y la virgen. Él creía, daba por hecho, estaba cristalino, hasta que ella se bajó del barco en la primera parada sin acordarse ni de su nombre. Lo que a la postre, por no saber perder ni jugar y por estar más para allá que para acá envuelto en su locura, le condujo un claustro de camarote enchufado al porno y a la coca dispensada por un camarero de Burkina Faso, más los antojos de sandwids de queso y sobrasada. Ahora bien, otras veces suena la campana, y se sigue haciendo el amor corridos ya, en la primera toma, porque no basta.

Teresa.

Ha escrito en una conocida aplicación de mensajería instantánea, no sin antes del envío dudar una milésima de segundo, “y de postre te como y me comes tipo duro”, dirigido a un concejal de la oposición. Luego la conversación ha subido mucho más de tono.

Todo fenomenal y nada de misterios góticos.

Hasta que la trama llamada por la Guardia Civil: “el caliente”, y la posterior investigación llegó a la puerta de casa del concejal de la oposición, un Cayetano clonado característico del devenir actual, preguntando cómo era posible que con el sueldo de concejal hubiera podido comprar ese coche, esa casa, esa otra casa en la playa, esa otra casa en la montaña y ese ático de invierno en un edificio de la capital.

Teresa tenía un cuchillo afilado y puntiagudo en la mano. ¿Qué vas hacer socialista? Hay filtraciones y filtraciones, y ésta servía para abrir la vía a una moción de censura apoyada por un partido bisagra que olía bastante a mierda, en portada y a página completa en los diarios locales y regionales, todos los whatsaap de aquella noche entre ella y el concejal. ¿De dónde sale esto y qué tiene que ver con la investigación? Mordido el anzuelo la trama pasaba por ella. Un pequeño paso para el hombre, pero un gran paso para la humanidad; de las ganas de follar a verse envuelta en un escándalo de mordidas y comisiones, la vuelta a la tortilla más grande, para premio Guiness. Teresa fue utilizada como si fuera un trapo. El juez veía hasta a Bartolo en el crucero sin venir a cuento. O es que el juez era Bartolo y se estaba vengando de aquello. Como si hubiesen peinado al loro, y éste se hubiese puesto a repartir rascas de la once.

El pueblo estaba deseando que Teresa se pudriera en la cárcel. Cosas que pasan.