No te drogues, por María Bernal

No te drogues

Suena el despertador y es momento de levantarse, asumiendo que un día más tienes que hacer frente a esa rutina miserable en la que se ha convertido tu vida, ese sendero que solo te está conduciendo al fracaso por culpa de tu adicción a las drogas.

Si tu vida se ha convertido en una sucesión de desdichas, puede ser que tú las hayas  buscado, también puede ser que un entorno desestructurado, que te ha abandonado y que no presta atención, lo haya provocado. Otras veces, quieres asumir responsabilidades que no te competen, y es tanta la presión que te oprime por un sinfín de sucesos de los que no eres culpable  que, al final, tienes que salir por algún lado. Y la vía de escape más rápida es ese mundo que criminaliza a las personas más vulnerables y que condena a las que, siendo lo suficientemente valientes, acaban siendo sucumbidas por los dulces comienzos que puede ofrecer la droga.

No eres culpable del todo, y es por esto por lo que, pesar de todos los problemas, deberías aprovechar la oportunidad de arrepentirte y de abandonar el inframundo de los consumidores que, tarde o temprano, acaban desplazados a las cloacas, ese maldito lugar donde no hay ni un ápice de la felicidad.

Y es que el destino es más caprichoso que condescendiente y no siempre es capaz de sensibilizarse para ponerse en lugar de nadie, así que no esperes respuestas, si no eres capaz de formular preguntas; no sigas caminos fragosos si no vas a ser capaz de atravesarlos con el empeño de lidiar contra aquellos contratiempos que te reten a un destino fatídico. Échale un par de narices y sé lo suficientemente valiente como para darle portazo a una realidad tan sumamente demoledora.

El consumo de drogas en España supera la media europea. Según datos de hace dos años, el 23% de los jóvenes lo consumen, siendo repartido dicho consumo entre los que lo hacen de manera esporádica y entre los que lo hacen con más habitualidad. Ni lo esporádico ni lo habitual son buenas sendas.

Todo comienza en el instituto; los aledaños de la adolescencia suponen un momento crucial para el desarrollo de la personalidad. Algunos llegan con ella bien cimentada, sin embargo, la de otros se resquebraja momento a momento, y es en ese instante de debilidad, cuando una palabra, la compañía de una persona inadecuada o querer demostrar ser quien realmente no se es, y no se llegará a ser son condicionantes para modelar la propia identidad.

Los porros están ahí, sin más. Cada vez es más fácil adquirirlos, porque cada vez son más personas las que pasan a precios muy bajos; mejor o peor calidad es lo de menos, porque aquí lo único que le interesa a la peña es fardar de consumo.

A pesar de las advertencias sanitarias con el fin de mostrarles a los chavales más jóvenes las terribles consecuencias que tiene la droga, a ellos les da igual, porque, inmersos en esa utopía del mundo de nubes de colores, viven con el erróneo pensamiento de nunca les pasará nada.

No te drogues, chaval. Pierdes facultades, se te mueren más neuronas de lo habitual y aunque crees que el estado al que se llega cuando te has fumado un porro es la evasión que necesitas por pensar que tienes una vida de mierda, estás muy equivocado. A largo plazo, y no sin irnos tan lejos, los porros provocan enfermedades mentales, estados psicóticos, problemas cardiovasculares…¿aún no te da miedo seguir fumando porros? Entonces tú eliges.

Te aíslas, escuchas voces, no eres capaz de gestionar tus emociones porque en algún momento vas a sufrir ansiedad y depresión. Te flaquea la memoria, pierdes la habilidad de tomar decisiones por ti mismo, tu tiempo de reacción disminuye y empiezas a extinguirse poco a poco, marchitándose así la primavera de tu vida, la belleza de la juventud que con el tiempo se debilitará, pero que con los porros lo que haces es adelantar el futuro sin haberte dado tiempo a disfrutar de tu propio presente. Por no mencionar el llamado síndrome de abstinencia que directamente te deja tocado y hundido.

Si quieres que tu despertador suene todos los días, no te drogues. Entrena tu conciencia de riesgo y déjate de lado esa actitud soberbia que te hace pensar que a ti nunca te va a pasar. Aprende a disfrutar y absorbe la vida, no esnifes cocaína; digiere placenteramente todos los momentos apetecibles en los que la diversión sea máxima, en definitiva, sé feliz lejos de esa cárcel de las adicciones, culpables de eliminar de tu vida momentos que jamás volverás a experimentar.

No te drogues, por favor,

no bebas.

Aunque tu peña farde,

aunque otros quieran,

aún hay vida en tu mente,

aún hay tiempo de espera

Que la vida es eso

caminar y disfrutar

sin fronteras.