No me llames maricón, por María Bernal

No me llames maricón

No me llames maricón porque, como ser humano, tengo el mismo derecho que tú a disfrutar de una vida plena y satisfactoria, en la que mis sentimientos puedan gozar de la misma libertad que los tuyos. Merezco el respeto, la dignidad y la tranquilidad que cualquier heterosexual tiene cada vez que manifiesta sus emociones.

Y es que solo hay que enamorarse de esa persona que te haga feliz, independientemente de quién sea. Pero hay verdugos que no parecen entender la naturaleza de los sentimientos.

Cada día, nos despertamos comprobando cómo el odio todavía impera en esta sociedad tirana, que presume de ser progresista, pero a la que le da pánico desarraigarse de los cimientos opresores de hace décadas. Porque ser un machirulo es lo que parece estar de moda, cuando realmente, ese amago de masculinidad, basado en la violencia para demostrar quién es más hombre, suele ser indicio de una vida triste y frustrada.

Los medios de comunicación nos muestran constantemente una realidad impregnada de odio hacia los homosexuales. Inevitablemente, y a pesar de la evolución de la especie humana, todavía estamos a años luz de ser considerados como una sociedad plural donde todas las personas tengan cabida, sin distinción alguna.

Yo creía que vivíamos en uno de los países más tolerantes respecto al tema de la homosexualidad. Sin embargo, las agresiones hacia este colectivo parecen haber experimentado un repunte significativo y preocupante durante lo que va de año. Son más de cien personas las que en las grandes ciudades como Madrid y Barcelona denuncian este tipo de agresiones. Y el problema radica aquí; en el miedo, esa emoción que siempre impedimenta que estas personas puedan vivir tranquilas, además de ser un apoyo crucial para los acosadores ante los ojos de la justicia. Si no hay denuncia, no se puede demostrar la homofobia.

Y, en parte, entiendo este temor, ya que las represalias a ser rechazado se multiplican, y con el fin de que esto no suceda, pues tiene que haber sufrimiento de por medio. No me cabe en la cabeza que haya este tipo de personas que agreden e incluso matan a grito de maricón.

Me jode que seamos tan progres para determinadas cuestiones y, luego, para otras seamos esos cromañones detestables que promueven este estilo de vida criminal por el simple hecho de expresar públicamente aquello que se siente.

Y ahora que necesitamos que en las escuelas haya más educación en valores (y yo escribo sobre Murcia, mi tierra) que sea igual de importante que aprender Lengua o Mates, llegan los de Vox y se afincan en el terreno educativo por imposición y con esa batalla ideológica en las aulas con la que pretenden meter mierda a los padres con el dichoso adoctrinamiento. Y con falacias, que cada vez importunan más, siembran desconcierto e ira, porque creen que los valores van a convertir a sus hijos en gays o lesbianas. Recordemos que ellos hablaron de terapias para curar a homosexuales.

Para ellos es más importante afianzar el Espíritu Nacional de los niños. Y con esta intención de querer vetar actividades que son muy necesarias, ellos se aseguran de que la enseñanza en las aulas sea bandera, himno y poco más, persiguiendo así que la moral del niño no se desvíe y para mantener al pueblo bajo el yugo de la ignorancia.

Y ya, si tenemos en cuenta las declaraciones de Vox sobre la homosexualidad, podemos comprobar cómo estas llevan implícitas, incluso explícitas, ideas de desprecio hacia los homosexuales. Recuperen las palabras de Juan Ernesto Pflüger, responsable de prensa del partido, quien publicó hace unos años tuits del siguiente tipo: «¿Por qué los gays celebran tanto el día de San Valentín, si lo suyo no es amor, es solo vicio?». Cobarde él que, pasados unos minutos y ya demasiado tarde, los borró; esta es la manera de actuar que tienen: tiran la piedra y esconden la mano. Vuelvan a leerlas, aunque creo que a buen entendedor pocas interpretaciones bastan.

No me llames maricón porque antes de serlo, soy persona. No me llames maricón, si antes no has reflexionado sobre tu propia sexualidad, esa que, a lo mejor, sigue escondida en el armario por miedo a que todo el odio que vertís tenga efecto boomerang y os afecte a vosotros.

Hasta que no aprendamos que en cuestiones del corazón no hay reglas ni convencionalismos, sino amor, no van a cesar estas agresiones de cobardes fracasados, incultos e ignorantes, esos que jamás serían piezas de ese puzzle que forma la sociedad.

 

 

2 thoughts on “No me llames maricón, por María Bernal

  1. JOSE LUIS SALMERON

    Según ha desvelado el diario Moncloa.com la Ministra SOCIALISTA Dolores Delgado, (HOY FISCAL GENERAL DEL ESTADO) reunida en un almuerzo de amigos con el comisario José Villarejo, el ex- Juez prevaricador Baltasar Garzón y otros miembros de la cúpula policial, la propia Dolores Delgado, como si fuera el «Sálvame deluxe», se permitía hacer chanzas y cotilleos con sus amiguetes del siguiente tenor:
    –Delgado: ¿Puedo contar lo de este?

    –Garzón: Sí, (Entendemos que porque el cotilleo venía del propio Garzón)

    –Delgado: Un maricón.

    –Villarejo: ¿Quién es maricón?

    –Delgado: Marlaska.

    La cita era en el restaurante Rianxo. Como ayer desvelaba MONCLOA.COM, La ministra de Justicia mintió al negar su relación de amistad con el comisario Villarejo. Una relación de tanta confianza, que se permitió despellejar y hacer sarcasmo delante de él con sus compañeros de carrera judicial. El comisario Villarejo citó a comer a sus más íntimos en la Policía, el entonces director operativo, Miguel Ángel Fernández Chico, los adjuntos al mismo, Gabriel Fuentes y Enrique Gómez Castaño, y al entonces magistrado de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, y la fiscal del mismo tribunal, Dolores Delgado.

    En la misma, además de asuntos personales se ventilaron otros judiciales, peticiones de despido a policías que no les caían bien, y hubo tiempo para las pullas contra diferentes compañeros. Sin duda el que peor parado salió fue el entonces magistrado Fernando Grande-Marlaska, hoy ministro del Interior y, por lo tanto, compañero de mesa de trabajo de delgado, ministra de Justicia.

    Mientras en la mayoría de los temas fue el exmagistrado Garzón quien llevó la conversación, Dolores Delgado tenía ganas de hablar de Grande-Marlaska. De hecho, intentó introducir su nombre varias veces en la conversación, casi siempre sin éxito, hasta que Garzón la autorizó a hablar de su compañero.

    El tema de la homosexualidad había surgido de casualidad en la conversación durante el almuerzo. Villarejo expresaba su fidelidad incondicional a Garzón de la siguiente manera:

    –Villarejo: Ése maricón que tienes al lado lo sabe, que yo sí que soy amigo incondicional como creo que intuyes. Lo que necesites, lo que haga falta.

    –Garzón: En eso estamos…

    Con ese pie llegó la revelación despectiva sobre la condición sexual de Grande-Marlaska, hoy un reconocido gay considerado de los más influyentes del país.

    –Delgado: ¿Puedo contar lo de este?

    –Garzón: Sí

    –Delgado: Un maricón.

    –Villarejo: ¿Quién es maricón?

    –Delgado: Marlaska.

    Marlaska aparece en otro momento de la conversación, cuando Garzón le espeta entre risas a Villarejo: “¡Eres un mal necesario!”.

    –Villarejo, entre risas: Muchas gracias, hombre.

    –García Castaño: Pero no tenía más que cruzar al otro lado de la acera y ya estaba mejorado.

    –Villarejo: Pobre de mi…

    En ese contexto García Castaño insiste en esta línea:

    –García Castaño: No sé si me iría mejor con Marlaska.

    –Delgado: Porque te gusta y te pone…

    Estallan las risotadas entre los policías y Garzón por la respuesta de la hoy ministra de Justicia.

    –García Castaño: Eso de te quiero un huevo y…

    –Villarejo: Te gusta y te pone y te motiva, jajajaja.

    –Delgado: Eso, eso, las dos cosas…

    –Garzón: Es como un siamés, hostia… Cuando las pasas jodidas, cuando ‘Balta’ está bien, me ha jodido y luego me quita porque le ha jodido.

    –Delgado: Luego vas y le sacas las castañas… Va ‘Balta’ y lo arregla.

    –Villarejo: Cerebro privilegiado el de este cabrón.

    –Delgado: Balta lo arregla, que ya llega y tú tranquilo, ya llega y lo arregla. Y El Mundo, titular. Manda cojones.

    La ministra Dolores Delgado no manifiesta ninguna amistad ante el magistrado de la Audiencia Nacional. Y, a la vez, mantiene un tono realmente homófobo y bastante incorrecto con las mujeres en muchas partes de la larga comida que mantiene con sus amigos el juez Garzón y los policías.

    En otra fase de la conversación, la ministra entra a fondo en el tema cuando cuenta a Villarejo su gusto sobre los hombres. Para entonces ya se ha pedido una ronda de copas, en la que hay vodka y Ron para Villarejo: “Ron, yo soy un pirata, cada uno tira a lo suyo”.

    –Villarejo: No me gustan las muñecas hinchables.

    –Delgado: A mi me pasa lo mismo, a mi los tíos me gustan igual, tontitos nada. (…) Ha venido un tío a la Audiencia monísimo, para que lo vamos a negar, parece George Clooney, pero le pasa lo mismo, es una nenaza.

    En otra fase de la conversación, cuando los policías están hablando de mujeres, Delgado no deja pasar la ocasión:

    –Delgado: Mira, yo te voy a decir una cosa, a mi que me den un tribunal de hombres, de tías no quiero. Y no me llevo mal con las tías, pero de tíos, sé perfectamente por dónde van. Y cada gesto, cada cosa… por dónde va la historia.

    –Villarejo: Je, je.. simple como el mecanismo de un chupete.

    En otra fase de la conversación el director operativo de la Policía le dice a Delgado:

    –Fernández Chico: Estarás conmigo en que no hay igualdad entre el hombre y la mujer.

    –Delgado: No, no la hay. Tenemos una ventaja, indiscutible. Mira, ya sé por dónde vas.

    –García Castaño: Pero si somos iguales.

    –Delgado: Soy transparente.

    –García Castaño: Cómo, tenemos todos lo mismo.

    Fernando Grande-Marlaska, las mujeres jueces… Dolores Delgado claramente estaba más a gusto entre Villarejo –hoy en prisión– y sus amigos de la Policía –imputados– que con su actual compañero del Ejecutivo o sus colegas mujeres juristas.
    ———————————————-
    ¡¡¡ZZZZZAAAAAAS en toda la boca!!!

  2. María Bernal

    Buenas noches, José Luis. Soy María Bernal, la autora de este artículo. La verdad es que por ética profesional no iba a entrar en este juego de ofensivas a la que muchos lectores les gusta jugar, pero teniendo en cuenta que usted comenta etiquetándome y poniendo en duda mi profesión, me veo en la obligación de indicarle que se equivoca conmigo.

    En primer lugar, siempre me habla de sectarismo («su sectarismo socialista no la deje ver más allá», me ha llegado a escribir en un par de ocasiones) cuando con sus réplicas usted demuestra que, si a mí me han lavado el cerebro los socialistas (hecho que me deja dormir muy tranquila), está claro que a usted se lo han hecho los de derechas. No debería hablar de sectas alguien que también parece estar metido en una de ellas.

    En segundo lugar, me ha dicho muchas veces que me falta mucha información y que tengo que leer más, ¡vamos! en pocas palabras ha tenido la intención de dejarme como tonta (actitud a la que le hago caso omiso, porque soy muy consciente de mis posibilidades) hasta el punto de que me ha recriminado que le han entrado náuseas cuando ha leído alguno de los artículos. No le voy a dar explicaciones sobre este asunto, sé perfectamente lo que tengo que hacer cada vez que me siento a escribir, así como las fuentes que tengo o quiero consultar , pero si le voy a aconsejar que con esta actitud, demuestra un posible ataque de frustración; y a las palabras de usted me remito: cuando me escribe «zzzzzzzaaaaaas en toda la boca» con mayúsculas, como si fuera un adolescente sentado en un aula de la ESO, parece transmitir que también quiere escribir y anular mis argumentos, haciendo de los suyos verdades universales. No dé tantos zascas y tenga en cuenta que la información que usted contrasta de algunos blogs puede estar manipulada y más cuando los autores son anónimos.

    Y por último, en otra ocasión se atrevió a escribir que fuera más consciente de la realidad, teniendo en cuenta mi profesión, incluso opinó sobre el pin parental, indicándome que este veto, al que se opone gran parte de la comunidad educativa, era necesario para que profesoras sectarias como yo no influyeran en los alumnos. Y aquí se le voy a decir un par de cosas: una, no me vuelva a cuestionar como profesora; yo jamás lo haría con nadie, mejor pregúntele a mis alumnos el tipo de profesora que soy, y después ya, si eso, haga juicios de valor sobre mí. Dos, echando por tierra un trabajo de muchas horas, lo único que consigue es faltar el respeto a una persona vocacional de los pies a la cabeza. Me curro muchas las clases, me sacrifico demasiado y lucho por la enseñanza pública de calidad que merecen mis alumnos y que sus ídolos de derecha quieran estancar. Por no decirle lo que soy capaz de hacer como persona para que ningún alumno sufra y pueda superar su curso. Le agradezco que me lea y me comente, pero ya que usted ha tachado de incoherentes, contradictorios y absurdos mis artículos, creo conveniente recordarle que hacen falta más duchas de humildad. Yo me las doy todos los días, y me va bastante bien.

    No se tome esto como una ofensa, no es mi intención, si me conociera entendería por qué le he contestado. Y como le suele decir Yolanda Díaz a Teodoro García: Señor, José Luis, le voy a dar un consejo, en lugar de un dato: la mejor publicidad siempre la harán aquellas personas que conocen bien a otras, todo lo demás sobra.

    Me despido, indicándole que no soy demagoga, todo lo que digo y hago, lo llevo a cabo de corazón y no para contentar a nadie. A mí lo único que me da de comer es el trabajo diario que realizo con mucho gusto todos los días. Y el día en que el director del Crónicas me diga que no sigo en el periódico, no le pediré explicaciones; directamente, me iré. No se me caen los anillos y no soy de pedir explicaciones a nadie.

    Un saludo.

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