Nacionalismos

En los últimos tiempos estamos asistiendo al auge de los nacionalismos en Europa, donde tanto sufrimiento ha causado en los últimos 2 siglos, incluyendo 2 guerras mundiales en la pasada centuria: en el norte de Italia, en Holanda, en Bélgica, Alemania, y por supuesto, en España.

Los nacionalismos consiguen fácilmente adeptos. Explotan el sentimiento de pertenencia que nos acompaña desde que el hombre es hombre: nuestro barrio, nuestra ciudad, nuestra región, nuestro país… Y con esa pertenencia a un grupo diferenciado se ofrece ser especial, diferente al resto; es decir, superior. El problema es cuando se quiere usar ese sentimiento con intereses espurios. Siempre ha ocurrido así, con el nazismo y su búsqueda de espacio vital, los prejuicios de la parte norte de Italia hacia el sur, y en nuestro país, después de años de terrorismo del nacionalismo vasco, nos encontramos con el problema en Cataluña. Todos tienen un denominador común, la superioridad sobre el resto que exige privilegios.

El catalanismo (no confundir con el secesionismo actual) realmente tiene una trayectoria limitada en el tiempo a pesar de lo que nos quieren hacer creer ahora. Tras la pérdida de las últimas colonias en el 98 se acabaron los privilegios catalanes sobre la isla de Cuba, y empezaron los movimientos para obtener nuevas concesiones. Solo hay que leer las publicaciones de aquella época. Por mucho que se quiera manipular haciendo creer que el ansia independentista viene de siglos atrás no es así. Rafael Casanovas, en la guerra de sucesión española, pedía luchar por el rey y por España; por el rey que su bando defendía, distinto del ganador final de aquella contienda internacional. ¿Habría cambiado nuestro mundo de no haber ganado Francia y sus aliados y hubiera reinado un Habsburgo? El curso de la historia sería otro, es obvio, pero para el común de los mortales, poca diferencia notaría por estar gobernado por un rey u otro.

El movimiento independentista que pide la secesión de Cataluña es un fenómeno reciente. La Constitución del 78 fue ratificada por más de un 90% de catalanes, un porcentaje suficientemente alto para que no quede duda. El partido ERC siempre fue residual durante estos años porque la independencia nunca ha sido una prioridad de los catalanes. Sin embargo, el uso continuado del sistema educativo al servicio del nacionalismo ha inoculado en varias generaciones este sentimiento, porque al final se trata de sentimientos, no de argumentos razonados.

El expolio continuado durante 30 años en forma de 3% a los catalanes ha sido escandaloso, un secreto a voces conocido por los sucesivos gobiernos. Cuando no pudo ocultarse más y acechaban las causas penales el representante de la familia Pujol, el señor Mas, quiso pedir, camuflado entre otras muchas medidas, la competencia de justicia, es decir, la impunidad. Ni siquiera el siempre obsequioso Rajoy pudo ceder al chantaje. Tantos años de cesiones continuas de todos los gobiernos no han conseguido otra cosa que reforzar la creencia de estar por encima de las leyes. El razonamiento ha resultado erróneo, el apaciguamiento nunca ha funcionado, tenemos numerosos ejemplos a lo largo de la historia, famoso es el fracasado intento de Chamberlain con Hitler. La permisividad solo envalentona y fortalece a estos movimientos.

En algo si estoy de acuerdo con el nacionalista vasco Otegui cuando dice <<no habrá secesión por vías pacíficas>>. No es habitual que un territorio se separe sin violencia ni parece probable que suceda en este caso. El estado es el único depositario del uso de la fuerza y por ese motivo los secesionistas no han podido usarla para someter a la más de la mitad de catalanes que quieren permanecer en España. Ningún país permite la secesión de una parte de su territorio. Ninguno. Ni el más democrático ni el más dictatorial. Ello significaría el fin de esa nación, una muestra de debilidad definitiva. Lo hemos visto con la Unión Soviética o Yugoslavia, en cuanto perdieron la legitimidad para mantener el país unido la disgregación del territorio es imparable. Con la diferencia de que España es una nación sólida y consolidada, de las más antiguas del mundo como estado moderno, más de 5 siglos.

Como entidad territorial es evidente, quizás haya pocos países (excepto islas) con una frontera tan definida: la península ibérica rodeada por el mar y con los Pirineos como separación del resto de Europa. Esta tierra ya era conocida como Hispania (antecedente etimológico de España) hace más de 2.100 años, en los tiempos en que cartagineses y romanos pugnaban por su control. Una única provincia romana pocos años después, quizás la más romanizada de todas; incluso el primer emperador no nacido en la ciudad de Roma fue precisamente proveniente de Hispania. Es cierto que, tras la caída del imperio romano, en el convulso periodo medieval, los continuos movimientos de fronteras para formar minirreinos, condados o ducados fueron una constante. No obstante, si quisiéramos recrear de nuevo todas esas realidades históricas el resultado sería cientos países todos ellos con las fronteras solapadas, una tarea ciertamente imposible.

Lo que sí es seguro es que Cataluña nunca en la historia ha sido independiente, ni un reino y no hay nada que diferencie a los habitantes de esta región del resto de los españoles. Tras haber sido discriminadas las personas en diferentes épocas no tan lejanas por raza o por religión, ahora se intenta hacer por la lengua. Esta es un medio de comunicación, no debe ser usada para segregar. La Unión Europea nació, entre otros objetivos, para acabar con los nacionalismos, además de para que Alemania y Francia dejarán de batallar. Es triste comprobar cómo una vez más, cuando el mundo se tensiona y llega el momento de luchar por la paz mundial, en España estamos centrados en debates estériles y sin sentido que solo ayudan a nuestros competidores. Cuando Putin en Rusia se perpetua en el poder, mientras en China Xi Jinping consigue eternizarse como líder del partido comunista, en el momento en que USA se repliega sobre sí mismo con un presidente nefasto, España, en lugar de tomar protagonismo en esta Europa ayudando a defender un refugio de libertad económica, religiosa, lingüística o sexual, estamos infectados por el veneno del egoísmo nacionalista y una crisis de calidad política sin precedentes. A pesar de ello soy optimista, hay margen para revertir esta situación, está en nuestras manos.

NOTA 1: se acaba de presentar en Murcia un partido regionalista que dice pedirá cupos como el vasco para esta comunidad.

NOTA 2: esta semana Rusia calificó de agresión injustificada el ataque de USA a Siria y considera que el uso de armas químicas contra la población ha sido un montaje.

Diego José García Molina

Portavoz UPYD Región de Murcia

 

 

 

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