Más atención, según María Bernal

Más atención

Hay noticias que jamás deberían ocupar el panorama informativo, sobre todo las relativas a la sección de sucesos, máxime si los protagonistas son víctimas mortales que dejan un vacío inmenso porque en algún momento de su existencia han vivido o están viviendo una situación que les provoca poner fin a este regalo tan maravilloso que dicen que es la vida. Me duele que tengamos que ser testigos de esta situación tan hiperbólica.

Hiperbólica. Esta es la palabra que llevo en mente desde hace unos días cuando se conocía la trágica noticia de la muerte de las dos mellizas de Oviedo, que con tan solo doce años decidieron, presuntamente, ponerle fin a su vida. Habiendo sido descartada la participación de terceras personas, duele pensar en un posible caso de acoso escolar o de incitación al suicidio por parte de una de ellas, principalmente después del hallazgo de dibujos que simulaban ahorcamientos y suicidios en una de las carpetas de las niñas.

Suicidio. No sé si estarán al tanto de todos los casos de autolisis entre adolescentes. La autolisis es la acción de autoprovocarse lesiones superficiales o heridas. En un principio, no tiene por qué desencadenar en la muerte, pero no detectar esto a tiempo, puede tener graves y lamentables consecuencias, ya que lo que puede empezar siendo como una llamada de atención, puede acabar en una desgracia. Y sí, esa es la moda que, lamentablemente, están siguiendo los adolescentes; a veces sin ser conscientes de ello, a veces, por esa necesidad de querer desaparecer; a veces por esos retos tan escabrosos que les rinden las redes sociales, como el dichoso Tik Tok, de ahí que algunos lo tomen como una moda o un reto.

Pero no lo es. Son bastantes los chavales y chavalas que se autolesionan, muchos son los que padecen continuas crisis de ansiedad que ahora parece que se multiplican porque para más inri no llegan a ser tratadas  clínicamente debido a que algunos padres se niegan a que sus hijos vayan al psiquiatra. Y he ahí el problema, no ver que en casa hay una situación que hay que arrancar de raíz con la ayuda de un médico especialista. Es más fácil decir que son cosas de la edad y fin.

Es triste que un chaval de 12, 13 o 14 y 15 años te llegue a clase un día cabizbajo y cuando le preguntes, te responda que no le ve sentido a la vida. Y lo que más puede llegar a impactar, por muy superficial que parezca, es que una adolescente se levante la manga de la sudadera y te muestre un brazo lleno de cortes. Eso está ahí todos los días, y lo que más me preocupa es que va en aumento y sin una aparente posibilidad de pararlo. Es asombroso y es momento de actuar sin pensar en que son cosas típicas de la edad, porque no lo son; lo típico de esa edad es enamorarse, es querer comerse la vida y reírse de todo lo que les suceda.

Miles y miles de historias son las que pululan como si a nadie les importaran. Así se sienten ellos, sin fundamento, sin sentido y sin entender por qué esa angustia existencial los atormenta de la noche a la mañana. Así se sienten muchos adolescentes que solo demandan más cariño y más atención que fotos en redes sociales por parte de sus progenitores, mostrando todo lo orgullosos que se sienten de sus hijos. ¿Esto para qué? ¿Para recibir la aprobación social de los buenos y molones papis que se creen algunos? No, primero hay que conocer el día a día y compartir con ellos momentos, escucharlos y ayudarlos. Después habrá tiempo para fotos que revelen ese verdadero bienestar del que muchos carecen.

Por eso, antes de hacer de nuestras vidas una pura galería de imágenes mostrando el diamante en bruto que tenemos en casa, es imprescindible buscar soluciones; y en lugar de querer compartir con todo el espacio virtual su día a día, es primordial estar pendiente de todo lo que aparentemente resulta perjudicial para ellos, porque falla la comunicación y la atención entre padres e hijos. Además, hay que adaptarse a que los tiempos han cambiado y no podemos compararlos con quienes fuimos nosotros, ya que ese pasado ya no va a volver.

No conocemos las circunstancias de nadie, pero creo que hace falta más atención y menos Tik Tok, otro de los culpables de muchos males de la sociedad, al ser el refugio de muchas personas que creen que ahí van a encontrar la solución para todo.

Nos dicen los psicólogos en los institutos que se debe hacer uso constante del refuerzo positivo, para mí es uno de los antídotos necesarios para pulir a nuestros diamantes en bruto; para que  los jóvenes, que han perdido las ganas de todo, vuelvan a disfrutar felizmente de la vida, que es lo único que merecen cuando empiezan la adolescencia.