Marisa López Soria y ‘Muy señores míos’, por Rosa Campos Gómez

Marisa López Soria y ‘Muy señores míos’

Rosa Campos Gómez

El Día de las Escritoras es una celebración de reciente factura que se hace necesaria —su porqué requiere otro artículo—. Debido a esta fecha, hoy, en este espacio en el que suelo escribir sobre mujeres creadoras que vivieron en un ayer que dotaron de valioso legado, lo conmemoramos con una escritora actual, Marisa López Soria (Albacete – Cartagena – Murcia), poseedora de un gran bagaje literario que va sembrando desde hace años, ofreciéndonos una cosecha de espléndida literatura para todas las edades. Más de una treintena de libros en los que sabe comunicar el gusto por la vida a través de su amoroso tejer con las palabras. Niñas, niños y adolescentes de nuestro país y allende nuestras fronteras conocen sus textos, también las generaciones adultas, porque los temas escritos para esas edades nos incumben aunque ya hayamos puesto distancia con aquellos años —Walter Benjamin, el gran filósofo alemán, cuando tuvo que huir del nazismo solo se llevó los libros infantiles que le habían acompañado en su infancia, y atravesó fronteras gustosamente con su carga—.  Escribir literatura infantil y juvenil es imprescindible, de ahí saldrán maravillosas personas lectoras que acudirán a los libros en busca de aventuras y paisajes, del conocimiento del otro y al encuentro de su propia esencia, y que contribuirán, probablemente, con más fluidez al diseño de un mundo más humanizado. Escribir para todas las edades contribuye a reforzar los cimientos de la imaginación desde la magia de la lectura.

López Soria, que ha sido docente y formadora de profesores, ahora dedica su tiempo a la escritura, también a la difusión de la lectura en centros españoles y de otros países de Europa. Su obra ha sido galardonada con numerosos premios, entre ellos el Nacional de Narrativa del MEC (1986), Lazarillo (1997), Poesía Emma Egea (1995), Libro Murciano del Año (1999, 2000, 2003) y Poesía de Almuñécar (2006). Fue nombrada Madrina del Día de la Escritura (2012-2013) por la Dirección General del Libro. Sus obras han sido traducidas al inglés, francés, japonés y coreano. Todos estos reconocimientos recibidos, citados aquí muy reducidamente, nos indican el enorme trabajo que avala su trayectoria y la calidad que reúne.

Ahora tengo entre mis manos dos bellos libros: ‘Ellas vuelan’ (Creotz, 2021), del que es coautora junto a Raquel Lanseros y Francisca Gata —tres grandes autoras actuales escribiendo a veintiuna poetas, enormes, del siglo XX;  sobre algunas de ellas ya hemos comentado en ‘Crónicas de Siyâsa’—, y ‘Muy señores míos’ (Difácil, 2020), un sentido e intimista poemario en el que Marisa López Soria nos invita a escuchar, y a escucharnos, a través del particular y hermoso uso de las palabras que ella desgrana en cada poema; sobre él nos detenemos para entresacar algunos versos que invitan a conocer los que les preceden y suceden, dando arquitectura plena a toda la poesía que alberga entre sus páginas.

En ‘Muy señores míos —dedicado a Marcelo, su padre, y a Frédéric, su marido; con preludio de versos de la enorme Josefina Soria, su madre— nos habla de los hombres de su vida, y lo hace desde un feminismo potente y delicado que evidencia la admiración y hondura hacia la vida conjunta que con ellos ha tenido y tiene. Queda transparente el desconsuelo sentido por el padre muerto, “Arrolla. Zahiere el lento desliz de este mes, irrumpe sin tregua. Es estricto, no sabe que no encuentro cobijo donde celar la pena”, explicado con certera conjunción de lo intrínseco en ambos, “Mi padre era agua de la fuente —manchado de erratas y silencios— y aunque él no lo sepa, útero fue, y contrafuerte (…). Sin extenderme, raíces traigo en las preguntas y en las respuestas —no cuadran cuentas con utopías—, el inventario de su legado es regio. Eternidad merece quien nos nutrió de savia.”

Esclarecedores son sus soliloquios y diálogos interiores pronunciados con ese malabarismo que sabe ejecutar, afinando el verso que comunica la fe humana como motor de evolución, “creer o no crecer”, o cultivando neologismos como “sintigo”, para dar cuenta cabal de la ausencia cuando ya no se está contigo, y “paramal” cuando la situación no estimula al parabién. Respeto y cariño indelebles hacia quien “por tuya causa soy”.

En muchos poemas hay un giro de tuerca final con grato sabor a microcuento, como el que empieza con “Mil novecientas tres vueltas de campana”. Se sabe y nombra “Sujeta + Auxiliar”, creando una filigrana feminista.  Tan cercana cuando se declara “Jamás osada en certidumbres”. Y tan enamorada de su compañero, para el que escribe “Si sigues así, mirándome con esa sonrisa de la que nadie dudaría, nos van a tener que declarar de utilidad pública.  E inaugurar los días”, o “Esposa, dices, y a tu respiración me esposo”, o “Un hombre nada más surca mi vida (…). Algo ha ocurrido cuando uno solo, nada más (que no es soldado ni es mucha gente ni místico alfabeto), sabe todos mis rododendros”…

Marisa López Soria nos impregna del dinamismo vital que la embarga a través de su inconfundible voz poética, adentrándonos en el sentir amoroso del dolor y la alegría en sus múltiples variantes.

 

 

2 thoughts on “Marisa López Soria y ‘Muy señores míos’, por Rosa Campos Gómez

  1. María

    Buen artículo Rosa. Como siempre nos dejas con ganas de más.
    Un abrazo❤

  2. Rosa Campos Gómez

    Muchas gracias, María. Me alegra que te guste. Marisa López Soria, nos transmite mucho. Un abrazo.

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