Los deseos de Año Nuevo de María Parra

¡Feliz 2019!

Queridos lectores,

coincidirán conmigo en que es bien cierto que cada vez que comienza un año nuevo, la ilusión que nos supone este “volver a empezar” hace que a la mayoría de los mortales se nos llene la boca de buenos propósitos y de nuevos retos. Pero yo me pregunto: ¿por qué en muchos casos acabamos el año sin cumplir todo esto que solemos decirnos a nosotros mismos con tan firme convicción?

Quizás el estreno de un nuevo calendario repleto de días por vivir sea el causante de que lleguemos a autoconvencernos de que somos capaces de comenzar a hacer algo de deporte, como le ocurre a mi amiga Ana cuando se queja de esos kilos de más. O de dejar de fumar, sobre todo cuando es por prescripción médica, como me comentaba un vecino de mis padres mientras subíamos en ascensor. O de tener más “mano izquierda”, como me ha confesado más de una vez mi compañero Javi en los recreos. O yo misma, que todos los años me propongo visitar más a menudo a mis familiares y amigos. O de ahorrar más, como dice mi amiga Santi, cuando abre su armario. O de buscar un trabajo mejor o incluso de hacer un Máster, como muchas veces me dice un amigo camarero. O de ser más generosos, como se nos suele pedir en las campañas de la Cruz Roja. O, por qué no, nos podemos convencer de que podemos lograr beber menos, o de sacar algo de tiempo para ir a clases de pintura, o de invitar a nuestra vecina de confianza a tomar café alguna vez, o de participar en más eventos solidarios, … y de tantas y tantas cosas que, posiblemente para cuando llega la primavera, a la mayoría de nosotros se nos ha olvidado todo y no llegamos a llevarlas a cabo, porque nos desinflamos de tan buenas intenciones.

Y es que, sin darnos cuenta, nos hemos dejado arrastrar por el yugo de nuestras obligaciones o por la necesidad de no romper nuestras rutinas diarias, perdiendo así poco a poco esos buenos deseos que nacieron con el nuevo año. Pero para entonces, ya no sufrimos ese ahogo latente que nos suponía una gran presión por procurar alcanzar todas aquellas pretensiones con el reciente estreno de un año nuevo, cuando aspirábamos a superarnos y a ser un poquico mejor.

Está claro, que, en el sendero de la vida, todo ser humano parte con desventaja, puesto que ya nacemos con imperfecciones. ¿O acaso alguien es perfecto? Pero esto no debe de desalentarnos, ni obligarnos a resignarnos e incluso rendirnos ante el deseo de mejorar, porque no olvidemos que seguro que hay alguien que nos podrá ayudar a conseguirlo.

Cualquiera de nosotros reconocería sin aspavientos que no somos autosuficientes y que no seríamos capaces de sobrevivir como seres aislados. Es por eso por lo que vivimos en sociedad.  De esta manera, estamos obligados a afianzar los lazos que nos unen, para que aquello que es nuestra debilidad, pueda ser superada gracias a la ayuda de los demás.

Así que, por ejemplo, si mi amiga Ana se propone hacer algo de deporte se podría animar a hacerlo recurriendo a invitar a alguna amiga a salir por las noches a correr con ella un rato por el Paseo, ya que no dispone de otro momento a lo largo del día, ni de dinero para el gimnasio.

En el caso del vecino de mis padres, cuyo propósito ha de ser dejar de fumar, estaría bien que empezara a meter en la hucha las monedas de los paquetes que no se fume y tener previsto gastar ese dinero en hacer un viajecico en verano con su familia.

En cuanto a tener más “mano izquierda”, si esto se pudiera comprar en el Súper de la esquina mi compañero Javi iría todos los días, pero como hasta ahora no es posible, tal vez lo más acertado sea que respire hondo cuando se vea envuelto en alguna situación tensa y se deje aconsejar por el más veterano del departamento.

Por otro lado, si mi propósito es visitar con más frecuencia a mis familiares y amigos, debería buscar la fórmula para que pase a formar parte de mis rutinas, por ejemplo, mediante la celebración de cumpleaños, aniversarios, santos, etc.

Ah, y si lo que quiere mi amiga Santi es ahorrar más, le diré que la mejor manera es que se conciencie de no gastar dinero en cosas superficiales y que estaría bien que reciclara las cosas usadas que aun pueda aprovechar echando mano de su suegra, que es una mujer muy mañosa y de su plena confianza.

Puede que el 2019 sea el año perfecto para que mi amigo camarero dé ese paso tan deseado de buscar un trabajo mejor. Una buena opción sería que se preparara una oposición para obtener una de las muchas plazas ofertadas por la Comunidad Autónoma de nuestra Región para los próximos meses o bien que realice ese Máster que le permita más oportunidades. Seguro que, en cualquiera de los dos casos, no será fácil, pero todos le animaremos para que lo consiga.

Cuando se nos habla de generosidad, en algunas ocasiones no nos damos cuenta de que a lo mejor el acto más generoso que podemos realizar sea el de ofrecer nuestro tiempo a los demás, ya que hoy en día casi todos estamos privados de este privilegio. Así, que no estaría mal ofrecer nuestras virtudes a aquellos que las puedan necesitar.

Y, así, podríamos seguir durante muchas más líneas, pero sea como fuere coincidiríamos finalmente en que podemos llegar a proponernos para 2019 todo aquello que creamos que debemos mejorar.

Recuerdo que mi profesora de Filosofía en el IES Diego Tortosa, Teresa López, nos decía cuando estábamos estudiando COU que Platón en su obra “La República” animaba al pueblo a construir una “ciudad ideal” que les permitiera alcanzar una sociedad justa habitada por ciudadanos perfectos. Yo en aquel momento pensaba que aquello era demasiado ambicioso y que era completamente imposible, ya que no se podía obviar la naturaleza imperfecta del hombre, pero con el paso del tiempo he llegado a comprender que podemos llegar a ser mejores si nos dejamos ayudar por los demás.

¡Feliz 2019!

 

 

 

Escribir un comentario