Los compañeros existen
Ser compañero. ¿Habrá enunciado más poderoso que este simple y recóndito conjunto de 12 sonidos? Recoge el poder de toda persona que no se cree superior a nadie, que te tiende la mano sincera en el momento oportuno, que tiene la palabra precisa que puede llegar a tranquilizar en los momentos de máxima tensión, que comparte contigo sin creerse imprescindible y que hace de su trabajo el tuyo propio, debido a que lo comparte sin asignarse una autoría única, a diferencia de otros que se suben al tren de la soberbia con ese despotismo que a veces circula por muchos lugares y en el que van subidos una serie de personajes prepotentes por necesidad e infelices por consecuencia.
¿Por qué ese codicia sin fuste alguno? Si tarde o temprano, todos, pero todos, vamos a morir. Y no es una agonía, es una evidencia más que fundamentada, tanto en hechos, nadie es inmortal; como en palabras, recordemos el tópico literario de Vita flumen, donde se presenta la vida como un río que nace y desemboca como punto y final a su manso o salvaje transcurrir.
Pero ante este conjunto de personas que deciden indigestarse con su propio orgullo, están los compañeros. Pronúncienlo despacio y con sentimiento: ser compañero, obviando a aquellos que deciden ser autónomos por creerse superiores, únicos e irrepetibles. Pero, hagámosles saber que ante todo pronóstico, somos personas y si no gestionamos y ponemos en práctica que la maestría de cada uno de nosotros está en considerarnos seres iguales, no sirve de nada querer presumir de intelecto. Y es ahí donde hallamos la diferencia entre los soberbios y los que son compañeros, cuya inteligencia sincera y valiosa resplandece por sus actos discretos pero reconfortantes, y no por ese presumir constante, que por qué no decirlo, resulta detestable y agotador.
Los compañeros existen, mucho más, las personas sencillas. Los he tenido en muchos institutos, y los tengo ahora; hasta en los tiempos de confinamiento cuando la realidad virtual nos condenó a vernos tras una pantalla. Porque sí, porque existen; son esos que cuando llegas a un centro de trabajo pronuncian, por ejemplo, las palabras esperanzadoras de “qué es lo que necesitas” o las de “tranquilo, que te ayudaremos”; esos que consiguen que te sientas a gusto y tranquilo; los que te hacen alcanzar metas y los que te hacen sentirte como uno más, porque de eso va la vida, de ser todos iguales y no clasificar o etiquetar a la gente.
Sigo. Los que son compañeros y compañeras son discretos, tienen disponibilidad inmediata (aunque no sea un requisito imprescindible), intentan levitar para no pisar fuerte y no dejar huella, sin darse cuenta de que sí la dejan; no en el suelo, sino en el corazón. Y al final, eso es lo que nos llevamos, la satisfacción de haber hecho feliz a alguien por la sencilla razón de haberle prestado ayuda. Por eso, no debe morir el entusiasmo de aquellos y aquellas a los que les gusta ser compañeros, a los que hacen del día a día un lugar privilegiado en el ambiente hostil que algunas veces se percibe en determinados entornos.
Los compañeros existen, podría anotar muchos, bueno mejor dicho, algunos nombres (suficientes), que a lo largo de todos estos años y ahora, han sido compañeros y compañeras asombrosos. Y lo más significativo y valioso es que siguen estando cuando los necesitas. Otros, por desgracia, ya no están, pero se siguen teniendo presentes por esa huella imborrable que dejaron desde el primer momento.
Y los actuales, la peña Albares de la Vereda de Morcillo sin número. A todo lo expuesto anteriormente, que también va por ellos, solo me cabe reconocerles que son incondicionales, actúan con rapidez y siempre tienen un sí por respuesta. Apuestan a pesar de que los resultados no vayan a ser los esperados, porque creen en la unión para progresar y difundir el conocimiento sin trabas, sin miedo, sin colgarse las medallas de los ambiciosos, pero principalmente, trabajan con la convicción de que ayudando se consigue el oro al traspasar cualquier meta, un oro que no se individualiza, sino que se comparte.
Estéis donde estéis, compañeros y compañeras de todos estos años, que jamás os levanten los pies del suelo por creerse superiores y mucho menos que nadie os mire por encima del hombro, y en caso de que esto último suceda, pensad que ocurrirá porque serán más altos que vosotros. Ser compañero, un enunciado que denota la esperanza de trabajar ilusionado y motivado para dar lo mejor de cada uno.