Los articulillos sueltos de Antonio Balsalobre

Buena película

Patrón es una palabra que se ha usado poco por estas tierras para designar al empresario. Por aquí siempre ha prevalecido el término señorito, amo o jefe. Los dos primeros como vestigios medievales en una sociedad del siglo XX estamental y atrasada. El tercero, algo más acorde con los tiempos. Fernando León de Aranoa acierta al recuperar, por su expresividad y redondez, ese vocablo en el título de su magnífica película El buen patrón. Un hábil oxímoron, un tanto provocador, que le sirve para atraparnos en una  historia, premiada con toda justicia en los Goyas, que tiene mucho de sátira lúcida, brillante y sin contemplaciones del empresariado español. Y que cuenta, por otra parte, con una de las interpretaciones más impresionante que se le recuerda a Javier Bardem. Por cierto, se admiten apuestas para los Óscar.

A discrección

La guerra civil que ha estallado en el PP entre Ayuso y Casado encierra una paradoja inescrutable: antes de destruir a Sánchez (que es lo que siempre han pregonado), ambos  contendientes han decidido destruirse mutuamente. En medio queda un partido haciéndose el harakiri en directo ante las cámaras entre acusaciones de corrupción y espionaje. Lo que buscaba Casado, líder debilitado y errante, ya se sabe: neutralizar -espiando y chantajeando, al parecer-, a una aspirante populista que le está moviendo el sillón. Lo que pretende Ayuso es más rocambolesco. Enmarañarlo todo para desviar el foco de atención de lo que realmente importa: la supuesta comisión de 286.000 euros que su hermano habría cobrado por la adjudicación irregular de un contrato de mascarillas concedido a dedo por su gobierno. En esta guerrilla de bandos, también los partidarios de uno y otra se disparan ceñudamente a discreción. Queda por saber cómo quedará el paisaje el día después de la batalla.

Insultos

Me río yo de los términos con que este plumilla ha podido retratar a Casado más de una vez en estas páginas. Calificativos que no han pasado de líder “incompetente”, “frágil” o “errante”. Sus militantes, en cambio, no se andan con chiripas. Lo pudimos ver en la manifestación convocada por los partidarios de Ayuso ante la sede de Génova, en esta guerra intestina y sucia en que se ha convertido la lucha por el poder en el PP. “Cobarde, traidor, bandido, pelele, fracasado, mafioso, niñato, cómplice de Sánchez…” fue lo más cariñoso que le gritaron a su líder. También es verdad que Casado había acusado de presunta corrupta a su contrincante, probablemente con toda razón, dos días antes. “La cuestión —argumentó— es si cuando morían 700 personas al día se puede contratar con tu hermana y recibir 286.000 euros”. Mal lo tiene Ayuso para llegar, con una carga tan pesada y unas huestes tan volátiles, a la Moncloa.

Bombero

¿Se postulará? ¿No se postulará? Esta vez parece que sí, que a la tercera va la vencida. Todo indica, en efecto, que en esta ocasión Feijóo estaría dispuesto a asumir la dirección del PP. ¿En mejores condiciones que en las dos veces anteriores (2011 contra Mariano Rajoy y 2018 contra Pablo Casado) cuando en ambas se echó para atrás? Está por ver. Lo cierto es que solo le darán una oportunidad de arrebatarle a Sánchez la Moncloa  (en las generales de 2023) y que si Ayuso no es apartada de la política por corrupción, volverá a la carga. A nadie le cabe la menor duda. La presidenta madrileña le ha prometido de momento un pacto de no agresión que ya veremos lo que dura. Y la derecha mediática, beligerante donde las haya, y cuya candidata preferida ya sabemos quién es, lo corteja porque lo necesita como bombero para apagar el fuego del coloso en llamas de Génova. Después ya veremos.

 

 

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