Los articulillos independientes de Antonio Balsalobre

Aeropuerto

Ponerle nombre a un aeropuerto público no es un tema baladí. Mucho más si ese aeródromo ha tenido desde sus inicios una vida, digamos, atribulada. Todas las polémicas e irregularidades sobre su concepción, financiación, y puesta en marcha se condensan ahora en otra disputa mayor que casi nos hace olvidar todas las anteriores: la de su nominación. Por muy murciano e inventor del autogiro que fuera de la Cierva, cosa que se celebra, no creo que nuestro aeropuerto merezca ser conocido ni nacional ni internacionalmente por el nombre de un golpista. ¿Cómo denominar si no a alguien que participó activamente, como ingeniero aeronáutico, en la sublevación militar y en el suministro de armamento al bando franquista? Mucho más coherente sería identificarlo con una marca que nos une. Un nombre de consenso, como propone Unidas Podemos, con el que nadie se podría sentir ni humillado ni ultrajado: “Aeropuerto del Mar Menor”.

Tardando demasiado

No van a ser todas malas noticias. Tras mejorar su previsión de crecimiento, el FMI sitúa a España como el país desarrollado que más crecerá en 2022. Nuestro país lidera, por otra parte, el ranking mundial en vacunación anti-Covid. Y el empleo sigue, ojalá por mucho tiempo, creciendo. Todo esto suena bien y debemos felicitarnos por ello, aunque resulte obviamente insuficiente. De hecho, arrastramos desde no se sabe cuándo un paro juvenil insufrible, unas desigualdades bochornosas, una fractura social insostenible. Cuesta entender entonces cómo, en el  contexto económico actual, aparentemente favorable, Nadia Calviño está tardando tanto en aprobar la subida del Salario Mínimo para que éste alcance, al menos, el 60% del salario medio a finales de la legislatura. De septiembre no debería pasar, si este gobierno progresista quiere seguir de verdad en la senda de combatir la pobreza laboral.

Emigrantes

Cuando Antonio, obrero electricista, y María, costurera, salieron de San Fernando de Cádiz camino de la emigración a Francia en 1961, ni por asomo pasaría por su imaginación que su hija llegaría a ser algún día alcaldesa de París. Y mucho menos que, como todo apunta, en 2022 pudiera aspirar, con posibilidades de triunfar, a la presidencia de la República. La socialista Anne Hidalgo, aliada con los ecologistas y otras fuerzas progresistas, reconquistó París con casi un 49 % de votos el año pasado y ahora se dispone a dar un paso más, alcanzar la Jefatura del Estado. No podré votar obviamente en las elecciones presidenciales francesas, pero Anne tiene todo mi apoyo. Su tenacidad, su talento, su lucha, sus logros dignifican el esfuerzo y el trabajo de una generación de cientos de miles de emigrantes españoles de la que yo también soy hijo.

El rayo verde

A las 21:15 se esconde el sol, entre palmeras y cúpulas de media luna moriscas, por el horizonte de Mojácar. Es el momento del último baño del día en el mar, probablemente, junto al de la mañana temprano, el más placentero. De reojo, para evitar el deslumbramiento, mientras guardan el equilibrio en el agua y se dejan mecer por las olas, algunos bañistas contemplan cómo la lejanía se traga, entre arreboles que inflaman el azul del cielo, al astro rey. Como en la novela de Julio Verne, yo también espero que en el último instante, antes de su desaparición, el sol emita su último rayo, y que éste sea, inusual, excepcionalmente, verde. Llevo esperando mucho tiempo y en distintos mares que esto ocurra. Pero no desespero.

 

 

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