Lunes, 14 de abril
La celebración del aniversario de la proclamación de la II República me pilla en Burdeos. Mi corazón está con los compañeros del Ateneo Club Atalaya que esta noche han organizado el tradicional brindis republicano, aunque presencialmente deba celebrarlo de otra manera. No faltan lugares donde rendir tributo a la España peregrina. Elijo desplazarme con Luisa y unos amigos franceses al Mémorial en hommage aux républicains espagnols, travailleurs forcés à Bordeaux. Una estela que recuerda a más de 3.000 defensores de la República, constitucional y democrática, que tras la victoria franquista se vieron obligados a construir bajo la bota nazi, en la Francia ocupada, entre 1941 y 1943, la base submarina adyacente, un dantesco búnker de 43.000 m2, enteramente de hormigón. Sometidos a un régimen de esclavitud, como trabajadores forzados, más de sesenta murieron durante las obras. Esta faceta casi olvidada de la historia de los exiliados españoles condenados por la Alemania nazi a trabajos forzados (más de 80.000 en total, se calcula) merece ser recordada, mucho más un día como hoy.
Salivaba el fanfarrón
Con los aranceles que tiran los fanfarrones se hacen los chinos tirabuzones. Pongámonos serios. ¿Y si los capitalistas no fueran capaces de gobernarse a sí mismos, como afirma un viejo dicho marxista? Es la pregunta que, tal como están las cosas, empiezan a hacerse incluso ellos mismos. En menos de tres meses, Trump ha provocado “la destrucción aparente de los pilares de la potencia americana: el dólar, Wall Street y los avances tecno-científicos”, asegura el economista Cédric Durand. Llevando al capital, salta a la vista, a una crisis sin precedentes. Hasta que el magnate ha tenido que dar su brazo a torcer. Babeaba el fanfarrón con la idea de que el mundo vendría a “lamerle el culo” y ahora se encuentra con que el castigo a su deuda pública y el desplome de los mercados le han provocado un “coitus interruptus” del que ya veremos cómo sale. Ni una semana ha aguantado el órdago. Y su país en el caos, y los chinos, como las gaditanas con las bombas de Napoleón, haciéndose tirabuzones.
Verde que te quiero verde
Debería aclararse el PP en materia medioambiental. En Bruselas apoya el Pacto Verde Europeo y en España se suma al aquelarre anti-ecologista de la ultraderecha contra el mismo. Como el gato de Schrödinger, que está vivo y muerto al mismo tiempo. Un acuerdo bueno allí para el desarrollo sostenible y la protección medioambiental; y proyecto, aquí, asumiendo las palabras de Vox, “de ambición totalitaria” y “guillotina del terror climático”. Uniendo sus votos con los de Abascal en la Asamblea para paralizar este Pacto Verde, López Miras y el PP regional pasan explícitamente a formar parte de la internacional negacionista, cuando existe un amplio consenso científico sobre el hecho de que el calentamiento global es consecuencia de la actividad humana. Tal vez haya sido ésta la mejor manera que ha tenido la ultraderecha de “escenificar” la humillación a la que somete a López Miras para aprobarle los presupuestos. Y habrá más. Nosotros, desde la inmensa minoría, ante la emergencia climática, le seguimos diciendo a Europa que la queremos verde.