Los 90 de Carlos Saura

Javier Mateo Hidalgo

Si existió un auténtico renovador del lenguaje del cine español durante la segunda mitad del siglo XX, ese fue Carlos Saura. El 4 de enero cumplía las nueve décadas en plena forma, como vimos el pasado viernes en el programa de televisión Historia de nuestro cine (luciendo cámara fotográfica colgada al cuello).

Integrante de toda una generación de jóvenes directores formados en la Escuela Oficial de Cinematografía e inspirados por las conocidas como ‘Conversaciones de Salamanca’, tomaría nota del famoso slogan de este foro: “El cine español está muerto. ¡Viva el cine español!” Celebradas en mayo de 1955, fueron organizadas por el Cine Club Universitario salmantino dirigido por Basilio Martín Patino. A ellas acudieron figuras señeras de la industria como Fernando Fernán Gómez, José Luis Sáenz de Heredia, José María García Escudero, Luis García Berlanga o Juan Antonio Bardem, con el fin de dirimir el futuro del cine español. En el documental De Salamanca a ninguna parte (Chema De la Peña, 2002) se explica muy bien la cosa, recordándose la famosa frase del citado Bardem: “Después de sesenta años de cine, el cinema español es: políticamente ineficaz, socialmente falso, intelectualmente ínfimo, estéticamente nulo e industrialmente raquítico”. Con el fin de enmendar estas carencias, surgió toda esa promoción de cineastas (entre los que destacaron Manuel Summers, José Luis Borau, Mario Camus o Miguel Picazo), de entre los que Saura demostró una capacidad prolífica de continuidad y renovación en su discurso, siempre arriesgado y rompedor, nunca conformista.

Durante sus años como estudiante en la escuela, realizó tres pequeñas piezas fílmicas, destacando la práctica de tercer curso, un mediometraje titulado Tarde del domingo (1957). Basado en la novela de Fernando Guillermo de Castro, su inicio y su trama puede recordar al de la Calle Mayor. Ambas tienen en común las esperanzas e ilusiones de sus desdichadas protagonistas. En este caso será Clara, una chica de servicio que durante toda la semana sueña con la llegada de la tarde del domingo, único momento en que puede ser libre. Tres años después de este fogueo fílmico como estudiante, dará el salto al largometraje de la mano del productor Pere Portabella, figura clave en el desarrollo del cine español y defensor del tono crítico en el lenguaje audiovisual. Él había producido algunos filmes capitales como Viridiana de Luis Buñuel (1961) o El cochecito de Marco Ferreri (1960). El neorrealismo exportado de Italia calará como forma de reflejar la dura realidad de la España de posguerra. Escenarios reales y tratamiento naturalista de la realidad (como el rodaje cámara en mano o los actores no profesionales). Ayudado en el guión por Mario Camus y Daniel Suero, Saura presentará en Los golfos la historia de un grupo de jóvenes que buscan sobrevivir en el Madrid subdesarrollado a través de la delincuencia. A pesar de los problemas con la censura por mostrar esta visión nada idílica de los estratos sociales más desfavorecidos, logró saltar a la gran pantalla y obtener la confianza para su siguiente film. Producido producido por José Luis Dibildos, Llanto por un bandido se adentra en el ‘western ibérico’ a través de la historia de un bandolero inspirado en ‘El Tempranillo’. Desarrollar un argumento en una época histórica lejana sin duda ofrecía menos problemas a la hora de criticar un régimen (en este caso el absolutista de Fernando VII) y defender la rebeldía contra la injusticia y la opresión. Los sorprendentes cameos de Luis Buñuel y Antonio Buero Vallejo, las referencias goyescas en un color de Cinemascope y la banda sonora de Regino Sáenz de la Maza no son nada desdeñables.

Del color regresó de nuevo al blanco y negro con una historia cuyo carácter dramático lo requería: La caza. El ‘oeste español’ sigue presente en las llanuras desérticas y el atosigarte calor que servirán como telón de fondo en esta historia sustentada en un grupo de actores clásicos como fueron Alfredo Mayo o Ismael Merlo. El duelo interpretativo irá ganando en progresiva angustia cuando éste grupo de amigos que se citan en una cacería acaben desentendiéndose de los animales para obsesionarse con ellos mismos y sus rencillas ocultas. Con ella, Saura obtuvo el Oso de Plata del Festival de Berlín de 1966 e influyó decisivamente en espectadores como Sam Peckinpah.

Comenzaría aquí la elaboración de todo un universo simbólico en torno a las consecuencias psicológicas que el franquismo acarrearía en la sociedad española del momento. Bajo la producción de Elías Querejeta, los guiones de Azcona y la constante presencia actoral de Geraldine Chaplin (pareja del director durante aquella etapa) o José Luis López Vázquez (en algunos de sus mejores papeles), Saura creó títulos míticos como Peppermint Frapé (1967), La madriguera (1969), El jardín de las delicias (1970), La prima Angélica (1973), Cría cuervos (1975) o Elisa, vida mía (1976).

Con la fama ya obtenida, Saura no se durmió en los laureles sino que continuó experimentando con nuevos lenguajes y fórmulas. Así, incursionó en el cine denominado “quinqui” con Deprisa, deprisa (1981), dio forma a un cine inédito de base coreográfica (Bodas de sangre -1981-, Carmen -1983-, El amor brujo -1986-) o el musical, tomando como eje diferentes géneros y folclores (Tango -1998-, Fados -2007-, Zonda -2015-, o Jota -2016-). Incluso se atrevió a revisitar la conquista de América con El Dorado (1988), adaptar la pieza teatral de José Sanchís Sinisterra ¡Ay, Carmela! (1990), sumergirse en el interior creativo y tormentoso de Francisco de Goya en su biopic Goya en Burdeos (1999), o intentar recrear la vida de Picasso con Antonio Banderas en un film que quedó en proyecto.

No obstante, son muchos los Sauras que existen más allá del cine: su pasión por la fotografía en series magníficas como la del Rastro madrileño (que lo sitúan como uno de los cineastas de mirada fotográfica urbana, como Stanley Kubrick), o su particular visión pictórica demostrada en los story boards de sus filmes (y donde, qué duda cabe, compartió con su hermano Antonio la pasión por el dibujo y la pintura) son solo algunas de las facetas de su compleja e interesante personalidad. Esperemos que este 2022 y los siguientes nos depare nuevos proyectos saurianos desde su fuente inagotable de creación, maestro. ¡Felicidades y gracias por tantos buenos momentos de arte!

 

 

One thought on “Los 90 de Carlos Saura

  1. Marian Salgado Rivas

    Excelente artículo, bien documentado, riguroso y muy bien desarollado. Muchas gracias

Escribir un comentario