Las Navidades de Cieza hace 110 años

Rescatamos, a través del testimonio de la época, historias olvidadas de una Navidad ciezana

Miriam Salinas Guirao

Nos metemos en el fantástico túnel del tiempo de la hemeroteca para abrir los ojos en 1910. Nos guía Eco del Segura, una publicación de la Cieza de entonces, al 25 de diciembre de hace 110 años.

Lo primero bajo la información del Banco de Cartagena era la felicitación: “Eco del Segura felicita a sus abonados en las presentes Pascuas y les desea buena salida y mejor entra de año”. Las ilusiones de antes parecen fundirse: el articulista que encabeza la portada lo tiene claro: soñaba que le tocaba el gordo de la lotería, que también se celebraba el 22 de diciembre: “Yo confieso ingenua y francamente, que soñé que me caía el premio gordo, y no una vez, sino veces sin cuento; y ya me veía saltando de gozo, con los miles de billetes en las manos, cubriendo todas mis atenciones, y siendo por esta razón un señorón… como hay muchos. Pero no me ha caído, y sin estar entregado a los brazos de Morfeo, he despertado de mis sueños, y me he reconocido; sin dos pesetas y con las mismas imperiosas atenciones”. El número premiado de aquel año fue el 22.201.

En 1812 el precio del billete era de 40 reales y el Gordo de 8.000 pesos fuertes. En 1832 se emitieron 12.000 números. Los considerados ‘bajos’ eran los comprendidos entre 1 y 4.000, los ‘medianos’ del 4.001 al 8.000, y los más ‘altos’ entre el 8.001 y el 12.000. A partir del 1892 comienza a llamarse ‘Sorteo de Navidad’.

“Y mientras no nos favorezca la lotería y no se ensañe en nosotros la adversa suerte, vamos bien. Porque si encima de no caernos la lotería, nos castigara Dios con enfermedades y miserias, ¡estábamos bien! Más vale poco dinero y felicidad y paz en el hogar, que grandes riquezas y constante guerra en las familias. Estas son las últimas y sanas reflexiones que nos hacemos los que no hemos tocado esos billetes que se consiguen sin lucha, ni sudores ni trabajos”, continúa el ciezano de 1910.

Bajo el titular ‘Milagros a granel’, el hábil cronista Abel Imart expresaba: “Acaso, ¿no es una verdad como un templo que vivimos de milagro? Un país donde a la higiene se le da con el pie; donde los puentes ferrocarrileros están carcomidos; donde la carne está por las nubes y la sinceridad electoral por los suelos, ¿no vivo de milagro? Todos (…) estamos en equilibrio inestable, haciendo milagros para no caer que es como estar en pirueta permanente”.

Navidad, milagros, penurias… no parece tan lejana aquella época

En la segunda página una esquela que ocupaba la mitad del folio daba noticia del fallecimiento de Ramón Marín y Marín a los 33 años. Como las hojas que se siguen colocando en algunos lugares del pueblo, los diarios recogían las notas sobre los difuntos: “¡Pobre Ramón! Con él nos ligaban estrechos e indestructibles vínculos, y su muerte nos ha producido penosa y fuerte impresión, que ha causado profunda herida en nuestro ser. De corazón sano, de alma noble y generosa, ni podía oír hablar de sufrimientos ni podía ver en amigos ojos correr el llanto; porque sin darse cuenta de ello, sin poder poner dique a su natural sentir, tomaba activa parte en los ajenos dolores, y secaba las lágrimas de los que a su presencia las derramaran”. También se anunciaba el fallecimiento de Emilio Cánovas del Castillo cuyo hijo político era paisano, José Martínez Marín, y la defunción de Adela Gómez Gómez de la ciudad vecina de Abarán. Firmaba Ramón María Capdevila la nota.

La Plaza de Toros era noticia un poco antes de la emisión del periódico y se relataba como la junta directiva acompañada de gran número de socios se dirigieron al solar en el que habría de edificarse el “circo taurino”. “El presidente, nuestro querido amigo Pérez y Gómez, sobre rústica tribuna improvisada dirigió su palabra fácil y correcta al público numeroso que lo escuchaba en religioso silencio solamente interrumpido por salvas de aplausos a las terminación de los párrafos rotundos que pronunció”. Dijo que después de la Plaza de Toros se construiría el Teatro, para que “nada se tenga que envidiar” a los pueblos comarcanos y se complete de este modo el programa de festejos. “Que la bendición que yo impetro del Cielo en este instante, sea escuchada por nuestro Santo Patrono, alma de ciezanas fiestas, para que a la sombra de la Atalaya y el Castillo, que rememoran un pasado glorioso, se alce en plazo breve nuestro Circo taurino como el primer escalón de un brillante porvenir”.

Las noticias breves incluían desde los regresos hasta anuncios sobre todo tipo de mercancías. También se daba el parte sobre enfermedades, una red social escrita, a falta de internet. “Continúa en el mismo estado de la enfermedad que padece la encantadora señorita Pilar Gómez Martínez. También sigue sin mejorar en la dolencia que la tiene postrada en cama, la distinguida señora Francisca Marín Martínez de Buitrago. Ha estado unos días enfermo nuestro compañero en la prensa Ramón María Capdevila. Se encuentra en igual estado de la enfermedad que sufre nuestro amigo y suscriptor Don Jesús Oñoro…”

Los regresos eran noticia, para las fiestas volvían: Carmelo Capdevila Piñero; de Madrid el ilustrado oficial tercero de Administración Militar Francisco Marín González; Juan Delboullle y Lomba. También el docto letrado Julio González; de Ávila, el alumno de Administración Militar Manuel González Díaz; de Orihuela acompañando a sus tíos Mariano Marín-Blázquez y Piedad Jaén, Juan María y  Josefa Jaén Martínez. Igualmente de Orihuela Felipe González con su estudioso hermano Carmelo; Joaquín Gómez con su aplicado hijo Pepito;  Jesús Massa con su hija María y Josefa Llorente con su encantadora hija Antoñita.  “Al lado de sus tíos, los señores de Yarza Marín, pasará una temporada la elegante y gentil señorita Dolores García Gutiérrez. Ha marchado a Murcia el alcalde presidente de este municipio Benito López Ruano. Se encuentra en esta, nuestro amigo, el oficial del Instituto provincial de Murcia, Rafael Marín Cantó”. Y así de un vistazo las idas y venidas quedaban registradas en los periódicos de la época.

Los anuncios eran variopintos: la confitería de Agustín García informaba sobre su gran surtido de cajas de mazapán de Toledo, turrones de todas clases, bombones, marrón glacé, cascas de Valencia… Alfredo López García daba “precios económicos” en las plantaciones de vides y almendros. La Fonda del Comercio de Juan Sandoval, en la calle Padre Morote, se anunciaba como una “casa acreditada” por viajantes por su “esmerado servicio, aseo y buen trato “con luz eléctrica en todas las habitaciones, timbre y agua potable”.

Se incluían también anuncio desde Blanca, como lo hacía Luis Fernández poniendo a la venta árboles de “naranjos sangrinos y bernas”.

En la imprenta vendían almanaques y agendas Bailly-Bailliere para 1911 a 1,5 pesetas en rústica y 2 encuadernada, y con la compra se tenía derecho a una participación en el número 16.337 de la lotería de Navidad “y otros innumerables regalos que pueden recogerse, si se tiene la suerte de obtener un bono que va en la cartera al final de cada ejemplar”, no eran las únicas, también había agendas de bufete, culinarias, médicas y de bolsillo.

Al final del impreso, el bueno de Tomás Pérez Caballero, estudiado por esta casa en anteriores ediciones, anunciaba su remedio para los sabañones con el específico Schubiraffine a tan solo 2 reales el frasco. Todo cabía en aquella Navidad en la Cieza de 1910.

 

 

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