La sombra del foco, por Jahui Zheng

La sombra del foco

Jiahui Zheng (IES Diego Tortosa) Segundo premio en la Categoría 1 (de 4º de ESO a 2º de Bachillerato)              

Jenny estaba organizando su habitación, tenía que preparar las cosas que se llevaría en la mudanza. Mientras metía sus pertenencias en las cajas, no pudo evitar sentirse muy triste por la decisión de mudarse. No la pasó muy bien en el colegio, pero cambiar de centro solo haría que repitiera todo “aquello” de nuevo

Cuando ya estaba por terminar, se dio cuenta de que el foco de la lámpara que tanto le gustaba no encendía, era una pena, ya que fue un regalo de su difunto abuelo, decidió no guardarlo en la caja, ya la vendería por allí. Tanto trabajo hizo que Jenny se sintiese somnolienta y sin darse cuenta, cayó en un profundo sueño. Cuando se despertó, se sintió un poco rara en su habitación. Las cajas seguían ahí pero no encontraba aquella lámpara de mesa con el estampado del cuadro de Albert Anker. Bajó de su cuarto a preguntar a su madre que se encontraba en la cocina haciendo la cena, cuando entró al comedor se sorprendió por ver un muchacho casi de su estatura y con los rasgos faciales de su padre. Preguntó a su madre qué hacía un desconocido sentado en su sitio y comiendo de su plato, la madre le riñó por insultar así a su hermano y le dijo que podía sentarse en la silla al lado de él. Jenny estaba más confundida aún, ¿desde cuándo tenía un hermano?, ¿cuándo compraron otra silla? Tantas dudas surgieron en unos segundos que se sintió agotada con solo pensar eso, decidió preguntarle después de comer.

La comida se sintió un poco sosa y parecía que por cada bocado que tomaba su estómago no se llenaba, el niño se dio cuenta de eso y le preguntó si quería más de su plato, a lo que Jenny decide aprovechar y preguntar sobre él. Resulta que Jhonny es su hermano menor y le gusta mucho el arte y los artilugios, lo cual le pareció bastante interesante. Jhonny era un niño majo, tenía una sonrisa contagiosa y tenía los mismos ojos que su padre, sí parecían hermanos, eso la confundía más. Recorrió toda la casa, buscó álbumes de fotos y todos daban el mismo resultado, mirase por donde mirase Jhonny aparecía en todas las fotos, incluso en la foto familiar que tenían en el salón, lo peor es que ella no recordaba nada de eso.

Horas pasaron y ya se estaba oscureciendo, Jenny tuvo que compartir habitación con su hermano, lo que al principio no le causó gracia ya que el cuarto es como un refugio y un reflejo de ella, allí guardaba todo. El ambiente era un poco incómodo, el silencio nunca fue tan fuerte en esa casa. En un intento de romper el hielo, decidieron hacer preguntas al azar.

— Dime, Jhonny, ¿cuál es tu asignatura favorita? —, empezó Jenny.

— Pues… Me gusta Plástica pero no soy muy bueno en ello, ¿y tú?

— Yo prefiero Matemáticas, aunque este año voy un poco mal.

— ¿Por qué? ¿Es que el profesor no explica bien? —, preguntó Jhonny confundido

— Qué va, las matemáticas me gustan y el profesor también. El problema son mis compañeros, son un poco…¿inmaduros? Son muy pesados, critican mucho y actúan poco. —, respondió con el ceño fruncido.

— ¿Te han hecho algo? —. El silenció volvió a rebosar la sala por unos segundos.

— Nada, solo unas pocas burlas y eso. Les gusta mucho meterse en los asuntos de los demás en lugar de centrarse en ellos mismos —.

No pudo seguir hablando porque sintió un nudo en su garganta y los ojos llorosos.

— Cambiando de tema, ¿cuál es tu artista favorito? — Hm… Creo que mi favorito es Albert Anke.

—¡Qué curioso! Yo tengo una lámpara con un estampado así, espera que la busco ahora.

— Sí, es un estampado de un cuadro donde sale un anciano y una niña, ¿verdad? — respondió Jhonny con una sonrisa.

— El cuadro es bastante bonito, se llama La siesta.

—¿Cómo sabes eso? —.

Jenny estaba atónita, no creía que fuera posible que haya visto la lámpara si ni ella la encontraba, era más raro que supiera el cuadro y su significado.

— Bueno, tengo una amiga que es idéntica a ti y está pasando por lo mismo, no dejan de meterse con ella y yo no puedo hacer nada para evitarlo, le regalé algo similar a la lámpara pero escuché que la iba a tirar porque ya no tenía uso y eso me puso triste—.

Hizo una pausa para mirar al escritorio y mirar de reojo a Jenny.

— Así que decidí visitarla para recordarle que siempre estaré ahí para apoyarla, incluso desde las sombras—.

Aquellas palabras conmovieron tanto a Jenny que lo abrazó sin pensarlo dos veces. Se sentía demasiado identificada con su amiga que le recordó a Jhonny que todo estaba bien, que de seguro su amiga no tirará la lámpara y es una persona fuerte, afrontará sus problemas sin dudarlo.

Estuvieron así por unos minutos, para ellos el tiempo había parado, se olvidaron de todas sus preocupaciones y se desahogaron en ese abrazo.

— Gracias Jenny, eres una joven increíble—.

— Tú también eres increíble, abuelo—, respondió con una sonrisa.

— ¿Te diste cuenta? —. A Jhonny se le había iluminado la cara.

— Sí, bueno, me tomó un tiempo darme cuenta, pero después de analizar los eventos de hoy, llegué a esa conclusión. Era demasiada coincidencia, sobre todo el cuadro. Aunque espero tener razón o me moriré de vergüenza.

— Si es que no se te escapa ni una. Espero que recuerdes que siempre estaré ahí para apoyarte, aunque no esté presente físicamente, seré tu sombra, y no me vayas a tirar la lámpara.

— Gracias y no, no la tiraré —. Jenny volvió a abrazarle. — Te echo de menos abuelo, todo es tan complicado…

— Yo también, pequeña — dijo Jhonny mientras acariciaba su cabeza.

— Ahora tienes que despertar, tu madre te está llamando—.

El cuarto empezó a tornarse de color negro y su abuelo desaparecía lentamente, pero siempre manteniendo su sonrisa. El fondo se volvió blanco e invadía un silencio suficiente para dejar a Jenny pensando en voz alta, lo cual se vio interrumpida por una voz de eco llamando su nombre.

— ¡Jenny! — gritó su madre — ¿Qué haces durmiendo? Deberías terminar de organizar el cuarto y ayudarme en la cocina.

— Perdón mamá, me distraje y me dormí sin querer —. decía mientras se limpiaba la baba.

— Bueno, baja ahora a tomar algo y descansa, pero las cajas tienen que estar listas para mañana.

— Sí, mamá.

Su madre salió de su cuarto y Jenny se levantó de la cama. Se quedó unos segundos mirando al suelo pensando en aquel sueño que tuvo, giró la cabeza y puso su mirada en la lámpara, “tengo que cambiarle el foco” pensó mientras la guardaba en una caja.

— ¡Jenny! —, gritaba su madre desde la cocina.

— ¡Ya voy mamá!