Cambiar
Aprendí de pequeño la fábula “El roble y el junco” y a medida que pasan los años procuro aplicar cada vez más su moraleja. Me lo recordó el otro día un buen músico con ideas de filósofo: Shuarma. “Todo se transforma, decía, e intento practicar la flexibilidad mental para poder adaptarme y disfrutar de ir cumpliendo años”. Y también un mal político que tuvo ese día un destello de lucidez: Johnson, negacionista del cambio climático hace unos años y entrado en razón, por lo que parece, últimamente. “Si el clima está cambiando, no veo por qué no puedo yo cambiar mis ideas”, dijo para justificar errores pasados. La frase es ingeniosa e inteligente. Y lo mejor de todo es que se puede aplicar a innumerables facetas de la vida. Podría constituir incluso, si me apuran, casi un credo.
Conjeturas
Hagamos cábalas. Imaginemos por un momento que Casado no gana las elecciones generales de 2023, cosa por otra parte harto posible. Que tiene que quedarse otros cuatros años compartiendo con Vox la jefatura de la oposición contra Sánchez. Un Sánchez, no cabría duda, envalentonado por su triunfo y por la poca efectividad de la artillería, ruidosa pero ineficaz, de Casado. ¿Qué creen que haría Isabel Ayuso? ¿Quedarse mansamente en la Puerta del Sol gestionando los asuntos corrientes de su Comunidad o montar una asonada interna para descabalgar al actual inquilino de Génova 13 y coger las riendas del PP nacional? Son solo conjeturas, pero nos ayudan a entender mejor la guerra sin cuartel en que se ha convertido la lucha por la presidencia del PP madrileño. Desde esa presidencia, y solo desde esa presidencia, está convencida Ayuso, podrá dar el asalto final si pincha Casado. Continuará.
Dos juicios
Benzema tiene pinta de no haber roto un plato en su vida. Educado, disciplinado, nada propenso al histrionismo (como la mayoría de sus colegas), este virtuoso del balón, este campeón de la elegancia futbolera es incluso para muchos de nosotros el prototipo del fair-play. Hay sin embargo una sombra oscura que lo persigue. El juicio al que está siendo sometido en Francia por una supuesta colaboración en el chantaje a sus ex compañero de selección Mathieu Valbuena. “Consejos de amigo”, para la estrella del Real Madrid. “Presión delictiva” para que pagara, según el denunciante, con el fin de que no salieran a la luz unos vídeos sexuales sobre él. Seis años ha estado apartado de la selección francesa y desde entonces dicen que ha cambiado. En las próximas semanas tiene pendientes dos juicios. El de unos hombres implacables con toga, y el de la élite del fútbol en la concesión del Balón de Oro. Pronto tendremos el veredicto de unos y otros.
Thunberg
Menuda, tímida, recién cumplidos los 18 años, la joven activista sueca lleva “toda una vida” exigiendo a los poderosos de este mundo que actúen rápido y con contundencia contra el calentamiento global y el inminente desastre climático que nos acecha. Algo tan razonable la ha convertido, sin embargo, en blanco de mofas, invectivas y hasta de un odio visceral que espanta. Lo sorprendente es que las descalificaciones de estos negacionistas recalcitrantes no son refutaciones a sus propuestas sino a su persona (“mocosa”, “títere”, “asperger insociable”…). Pero ella sigue a lo suyo. Lo hemos visto en la cumbre de Glasgow donde junto a miles de jóvenes ha pedido más acción y “menos bla, bla, bla”. Por si fuera poco, ya tiene un heredero, Francisco Vera, un niño ambientalista de 12 años, amenazado de muerte en su país y dispuesto a seguir su estela. Con jóvenes así, es posible que hasta haya futuro.