La remesa de articulillos independientes de Antonio Balsalobre

Por el amor de una mujer

Vista la documentación sensible que obraba en su poder, no es de extrañar que la dirección del PP mandara romper el ordenador de Bárcenas a martillazos. Ni que robaran información comprometedora del estudio de su mujer cuando el extesorero estuvo en prisión preventiva. O que el expresidente del Gobierno Mariano Rajoy se deshiciera en una máquina «destructora de papeles» de documentos que reflejaban la contabilidad en b del partido, según afirma el propio Bárcenas en una carta remitida a la Fiscalía Anticorrupción. Muy gordo tenía que ser lo que guardaba este hombre para que el partido de Casado haya buscado, como en los más siniestros thrillers políticos, tan desesperadamente su aniquilación. Pero mira por dónde, el extesorero asegura tener una copia de parte de lo destruido. ¿Por qué está dispuesto a “cantar” ahora? Al parecer, por algo tan prosaico o sublime como es el amor de una mujer.

Desatado

Vuelve el rugby con el Torneo de las 6 Naciones y con él la dignificación del deporte tanta veces mancillada por el fútbol. No hay más que ver un partido del primero y a renglón seguido otro del segundo, como hice yo el pasado domingo, en una tarde de mesa de camilla y confinamiento perimetral. No hay color. Y mira que me gusta el fútbol. Pero las cosas son como son. En el rugby hay unas reglas claras y cuando se infringen se sancionan, y como son evidentes, los jugadores no las discuten. En el fútbol, algunas normas son tan ambiguas e interpretables que animan a fingir, engañar, gesticular, protestar airadamente, hasta con desprecio. Bien mirado, el balón ovalado nos adentra en una tragedia griega. El redondo, demasiadas veces, en un vodevil callejero. Que además se vuelve grotesco y caricaturesco cuando entrenadores del tipo Adrián Hernández, del Real Murcia, o Simeone, por ejemplo, se pasan el partido desatados, poseídos.

De otra manera

En los juegos infantiles, basta taparse los ojos con las manos para fingir, o creerse realmente, que uno ha desaparecido. Casado debe de estar todavía en ese estadio de su vida. Le basta afirmar con voz y mirada inciertas que el PP de antes de ayer “ya no existe”  para creérselo, o fingir que se lo cree. Como si Rajoy, Aznar o Cospedal, por nombrar solo a algunos de sus dirigentes más representativos, hubieran hecho sus marrullerías económicas y políticas en el plioceno; o la sede del PP se hubiera construido con dinero ilegal de mordidas, según Bárcenas, en la Edad de Piedra. Ni el PP se ha refundado, ni cambiado de nombre, ni de sede, ni de ideario. Y si me apuran, ni siquiera de collar. De modo que si quieren renegar de Aznar y Rajoy tendrán que hacerlo de otra manera.

Ignorancia dudosa

Es humano tenerle miedo al covid, por muy prelado que sea uno. Y el obispo de Cartagena no iba a ser menos. Pero así estamos todos, temerosos del bicho. Y esperando azorados, como los israelitas en el desierto, que nos caiga el maná del cielo en forma de vacuna. Aun así, se puede entender y hasta perdonar la debilidad humana de Lorca Planes de haberse saltado el protocolo vacunándose antes de tiempo. Esto es, de haber recibido en la desolación de la pandemia el maná salvador antes de que por ley le correspondiera. Hay, sin embargo, algo que no cuadra. Y es la explicación que ha dado: «Que en ningún momento creyera estar actuando mal y que jamás contemplara la posibilidad de que pudieran faltar vacunas”. Resulta dudosa, no me digan, esa ignorancia de los asuntos cotidianos y sobre todo de la disponibilidad de un remedio en el que ha demostrado tener tanta fe.

 

 

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