La remesa de articulillos independientes de Antonio Balsalobre

Imprevisible

“La guitarra a la mañana le habló/de libertad”. Escucho esta canción de Triana mientras paseó por el primer camino de la Atalaya, rodeado de pinos y huertos frutales, la vista puesta en el río que entre cañas serpentea por el valle. Solo excepcionalmente me verán los senderistas con los que me cruzo embutido en unos auriculares. En general, prefiero oír o escuchar (que no es lo mismo) el canto de algún pájaro, el rumor de las hojas mecidas por el viento o el murmullo del agua de la acequia sorteando algún obstáculo. Es temprano. Poco a poco va imponiendo el sol su presencia en este periodo otoñal y transitorio de noches frías y días calurosos. El imponente pico de la Atalaya sigue ahí. Podría estar en erupción como el de Cumbre Vieja y me digo que la naturaleza es bella pero puede ser también imprevisible y brutal. Mientras tanto, suena la guitarra de Triana hablándole a la mañana de libertad.

Espontáneo

No sé por qué, pero me da la sensación de que a López Miras le están “haciendo” en su partido lo que en términos coloquiales se conoce como “la cama” y en mi pueblo “la garigola”. Bien mirado, a Miras le persigue, además del síndrome de Peter Pan, que le ha diagnosticado en La Opinión la columnasta Pity Alarcón, el estigma, si es que existe, de “espontáneo”. En términos taurinos, un aficionado que se arroja al ruedo a intentar alguna suerte. La vieja guardia del PP, que lleva tiempo dando muestras de estar cansada de esta charlotada, se posicionó sin titubeos el otro día en Archena arropando la figura política emergente de Patricia Hernández. Y estas cosas, como saben mejor que yo los lectores, en política no se hacen ni ocurren por casualidad.  Miras se vistió en un momento de confusión de luces, pero parece que viene dispuesta la cuadrilla a expulsarlo del ruedo.

Volcanes

“Estate toda una vida”, que diría Labordeta, montando una ceremonia de autocoronación, para que luego vengan unas irrupciones imprevistas a eclipsarte. Un cráter que no da tregua informativa con su río de lava arrasando casas y comiéndole, entre nubes tóxicas, terreno al mar. Y una entremetida lanzando invectivas de distracción desde Nueva York de las que no se salva ni Dios, o lo que es lo mismo, su representante en la tierra, el Papa. Dos volcanes, en realidad, han venido a quitarle el sueño a Casado esta semana en su convención. El de Cumbre Vieja, un fenómeno de la naturaleza imparable. Y el de Ayuso, un fenómeno político imprevisible, sin cesar buscando protagonismo. Dos volcanes que lo han empequeñecido, postergado. Desde el punto de vista mediático solo le queda una opción: “vulcanizarse”, él también. Ya veremos de qué manera lo hace y qué llamas antigubernamentales saldrán por su boca.

Aznar

Con voz engolada y rictus de guiñol, el uncidor del aspirante estuvo el pasado jueves, en la gira del PP, en su línea: sobrado y patético. Debieron dejarlo que “bebiera tranquilamente”, como a él le gusta (“¿Quién es la DGT para decirme a mí cuánto puede beber?”, ¿recuerdan?), y se explayó con ganas contra el presidente mexicano, nombrándolo y ridiculizándolo, (Y “¿Él cómo se llama? Andrés por la parte azteca, Manuel por la maya…”), y de paso, contra el Papa, sin mencionarlo. ¿Tanto cuesta, como ha hecho Obrador y el propio pontífice, o como ya hizo Fray Bartolomé de las Casas en su día, esbozar un amago de autocrítica ante las comunidades indígenas por las barbaridades que se pudieron cometer con la colonización y la evangelización? Pues parece que sí. La falacia franquista de “España, una unidad de destino en lo universal” sigue todavía más arraigada de lo que parece en algunos.

 

 

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