La política del no, según Pep Marín

La política del no

El Real Decreto-Ley 9/2024, de 23 de diciembre, por el que se adoptan medidas urgentes en materia económica, tributaria, de transporte y de Seguridad Social y se prorrogan determinadas medidas para hacer frente a situaciones de vulnerabilidad social, publicado en el BOE el 24 de diciembre del año pasado, es un tocho de unas 140 páginas que la mayoría de personas de este país no nos vamos a leer. No vamos a coger los subrayadores de colores llamativos y señalar los apartados más importantes para que se nos quede en la memoria los puntos clave del asunto. Así las cosas, puede venir cualquiera y decirnos que el Real Decreto-Ley 9/2024 contiene una subida importante del precio de las limas que utilizamos para pulir el desgaste por uso diario de nuestros cuernos. ¿Cómo que no? Se quiere recaudar por todo, y han aprovechado la propagación vertiginosa de cornamentas vitales para subir el precio de las limas y, aprovechando la coyuntura, comisiones para buitres que esperan la oportunidad mientras cagan leyendo OK Diario, ¿pues dime tú de dónde sacamos tanta lima? ¡Anda, mi madre!

Quién dice la subida del precio de las limas, dice la subida del IVA de la luz y alimentos como ha señalado el Partido Popular. Pero en este decreto en concreto la única subida de IVA que aparece es la de cigarrillos electrónicos. ¿Qué? ¿Entonces puedo volar si me tiro desde el balcón de una octava planta, o es que te ha dado literalmente por el culo alguna que otra cesión reciente al PNV? (De conformidad con los principios inspiradores de la legislación sobre Memoria Democrática y sobre restitución de bienes incautados a partidos políticos, con efectos desde la entrada en vigor de este real decreto-ley, la propiedad del inmueble de titularidad de la Administración General del Estado, sito en París, Avenue Marceau, número 11, quedará atribuida al Euzko Alderdi Jeltzalea-Partido Nacionalista Vasco en atención a la vinculación histórica del edificio con este Partido, constituyendo esta misma disposición el título traslativo del inmueble en virtud del cual se podrá hacer constar la transferencia en cualesquiera registros públicos. Boletín Oficial del Estado núm. 309 martes 24 de diciembre de 2024 sec. I. pág. 179336 cv).

Por otro lado JUNTS ha expresado por boca de alguno de sus portavoces que el tema de los desahucios y las demoras y los pepinillos en vinagre no lo ve, de ahí el NO. Luego, han dicho que pensaremos todos que son muy malos por votar que NO al paquete de medidas, pero ese mecanismo psicológico ya fue utilizado por varios cromañones a propósito del hallazgo de una planta cuyas flores al masticarlas te transportaban directamente al interior de una ballena, descuidando la caza, cabreando mucho a aquellos que esperaban con los brazos en jarras. ¡Pero si yo no he hecho ná!

La política y sus políticos parecen seguir el cántico futbolero y pegadizo aquel que dice: “Hemos venido a emborracharnos, el resultado nos da igual”. Ahora bien, el clima de comunión y fiesta que desprende la canción en el graderío de un evento deportivo, en política supone división popular y caras de acelga muy cabreadas en el sector derecho de la grada alta. Es más, desprende un tufo a poca vergüenza y, por el contrario, mucho pundonor para destacar su torpeza y mala educación, que parece ser requisito necesario para ir escalando puestos en el partido hasta entrar en unas listas cerradas a cal y canto.

Sonría: pa-ta-ta.

Tres toques con la varita mágica e inmediatamente después apareces hecho todo un diputado en el Congreso, maleducado a más no poder, vomitivo, diabólico, votando NO a una ligera subida de las pensiones y seguir con la rebaja a todos los que utilizan el abono de transporte, entre otras medidas, bajo la excusa de partido tal que, en el mismo paquete de medidas, habitan otros chistes sociales de apoyo más malos que el sabor de un zumo de mierda de perro. Ya ves tú la excusa. Quién dice política y alcohol, alcohol, hemos venido a emborracharnos… Lo dice también hacia un sector de la justicia disfrazada de persona con rostro impenetrable, como si la apariencia de seriedad que te otorga la vestimenta y el decorado, más esa cara reflexiva con gafas, no dejase intuir que eres de los que le va el pindongueo estilo cumbia de balneario nudista con el culo sudao tras el debido cumplimiento de la misión de hacer y deshacer en favor de su amo. Amo que no es eso de la ley, la jurisprudencia, el código y su (complete la frase a su gusto).

Votar “NO” debería implicar presentar una alternativa, pero parece que en el Congreso esto no es necesario. En cambio, se recurre al mismo espectáculo: discursos repetidos y la sensación de estar escuchando una pelea entre ciervos machos. A veces ni siquiera eso; algunos se limitan a garabatear en una libreta o mirar hacia abajo, evitando cualquier confrontación real. “Yo ya he dicho lo que tenía que decir, ahora no me molesten que estoy viendo Tiburón”. Así que, en la réplica, el diputado se sale por peteneras siempre, no escucha, no mira al que habla, tiene la misión bien aprendida, de serie, con neumáticos para barro espeso.

Y entra en escena, en el teatro de la comedia, Junts per Catalunya. Este partido parece estar atrapado en su propio circo. Su prioridad no es el bienestar colectivo, sino asegurar que todo lo que sobrevuele Cataluña esté bajo su control. Mientras, medidas para mejorar la vida de los más vulnerables pasan a un segundo plano. Es como visitar las pirámides de Egipto y preocuparse más por si habrá cava en el hotel. Hombre, a ver. Parece ser que eso de excitar tanto a tus votantes para luego sufrir un golpe de realidad en forma de eyaculación precoz y no culminar la faena te hace inmune a la tragedia de la pobreza, sofocando tu crisis situándote en posición de amo, no por no tener miedo a la muerte, sino por cuestión de sumas y restas. La política del “NO” sistemático y la priorización de intereses partidistas están paralizando el progreso. Mientras los ciudadanos esperan soluciones reales, algunos políticos se dedican al espectáculo vacío. Si esta dinámica continúa, no solo se dañará la confianza en las instituciones, sino también la capacidad de la democracia para responder a las necesidades de las personas.