La Opinión de Antonio Balsalobre

Libros y Política

Domingo 7 de julio por la mañana

Paseando entre Bastilla y Montmartre me doy de bruces con la Plaza del Colonel Fabien. Es una mañana fresca de verano en la que no sobra una chaqueta. Algunas nubes desperdigadas se concentran por momentos y no dejan ver el sol. El aire de París es transparente. Y “limpia el cerebro”, aseguraba Van Gogh. Cerca del edificio acristalado de arquitectura contemporánea, sede del PCF, que despierta el interés del paseante curioso, se ha instalado en la calle un “bouquinista”. Ha extendido sus libros de segundo mano sobre unos tableros que sostienen unas cajas. “Todo libro expuesto en un escaparate excita mi apetito”, dejó escrito François Mitterrand. Convergían en el probablemente presidente más culto que ha tenido Francia la pasión por la política y por los libros. Él mismo era un reconocido hombre de letras. Le gustaba pasear por los muelles del Sena donde están instalados los otros “bouquinistas” y frecuentar las librerías, sobre todo las del Barrio Latino y Saint-Germain. “Hoy es día de elecciones y Francia se encuentra ante su hora de la verdad”, escribo en mi cuaderno de notas. Mientras tanto, los libros expuestos sobre esos escaparates callejeros aguardan pacientemente que algún votante al salir del colegio electoral venga a interesarse por ellos.

Ardor guerrero

Sábado 13 de julio

Mejor jugar mañana domingo la final contra Inglaterra. Contra Países Bajos hubiera sido sí… pero no. A los ingleses les tenemos más ganas. Además, ¿no fueron ellos los inventores de este deporte de caballeros practicado por villanos? Pues “a por ellos”. He visto un número considerable de partidos de esta Eurocopa (la mayor parte de ellos, aburridos, no, lo siguiente). Salvo los de “La Roja”. Que no nos duelan prendas reconocerlo. Aun sí, he oído a locutores radiarlos creyendo que estaba escuchando partes de guerra. “España se lanza a un tiroteo para deshacer el encierro de Georgia” clamaba una comentarista que también aconsejaba insistir para “ahogarlos y aniquilarlos”. En otro partido, el locutor opinaba que el defensa central estaba haciendo un muy buen “trabajo sucio”. Contra Italia, hubo quien se felicitó de que la azzurra hubiera salido “menos agresiva y acosadora” de lo que se esperaba. Todo ello aderezado de una nueva sintaxis que suprime los artículos a discreción. ¿De deportistas, este juego? ¿No será más bien de “cruzados”? Así que, lo dicho. Salgamos mañana a liquidar a la pérfida Albión, tocando balón, subiendo por banda, pisando área, y disparando a reventar. Y, por supuesto, dispuestos a derramar, si es preciso, hasta la última gota de sangre en esta lucha final. Releo el texto y me pregunto si a la hora de animar a la selección no me habré quedado algo corto en ardor guerrero.

Muchacho en un tejado

De los 46 presidentes que ha tenido Estados Unidos, once han sufrido algún tipo de atentado. No se podrá decir que la vida política de este país no ha estado marcada por la violencia desde su creación. Claro que agenciarse allí legalmente un rifle a repetición o cualquier otra arma digna de Rambo es, por lo que parece, tanto o más fácil que sacar una entrada de cine. El atentado del que Trump ha salido “milagrosamente”, según sus propias palabras, solo levemente herido, pero en el que ha muerto un bombero protegiendo a su familia, se enmarca en esa historia desquiciada y nauseabunda de violencia política que lleva años sacudiendo el país y a la que el ahora víctima y “mártir” no ha sido ajeno. Condenado el acto, toca a renglón seguido analizar sus causas. Quien probablemente mejor ha diagnosticado al enfermo ha sido Jill Stein, candidata ecologista a la presidencia de los Estados Unidos: “Lo que ha ocurrido es el síntoma de un sistema político perturbado en el seno de una sociedad perturbada”. Basta para corroborarlo con volver a ver las imágenes de los partidarios de Trump, insuflados por el presidente caído, asaltando salvajemente el Capitolio, sus soflamas posteriores, o el cuerpo abatido sobre un tejado de un muchacho de 20 años que, vaya usted a saber por qué, quería asesinar al expresidente.