La libertad de Ayuso
La diversión a costa de los pacientes de covid en la UCI protagonizaba el pasado día 16 de septiembre un escenario muy lamentable, vergonzoso y humillante en la Comunidad de Madrid. Solo 25.000 jóvenes se daban cita en la Ciudad Universitaria de Madrid para celebrar, según ellos, el nuevo curso académico. Y se daban cita de la manera más cobarde: vía WhatsApp.
Asistimos al mayor acto de egoísmo que no nos tiene que sorprender si tenemos en cuenta a tantos y tantos descerebrados que se han pasado la salud de las personas por la planta de los pies. Y nunca mejor dicho; con estos macrobotellones, fiestas clandestinas y otros eventos que, perfectamente, aún pueden ser aplazados, pero que supondría el macroinfarto de una parte de la sociedad, se pisotea categóricamente a todas las personas que por desgracia se han contagiado, han estado en la UCI, y ya lo que es más terrible, que han muerto.
Madrid es la comunidad autónoma que encabeza la lista con mayor porcentaje de ocupación de pacientes covid en UCI. Con un 21,8%, con los médicos irritados y más que extenuados, y con consultas y tratamientos pospuestos, porque la teta sanitaria, precaria por culpa de nuestros gobernantes, no da para más, llegaba Isabel Ayuso allá por el mes de abril con consignas desafiantes en época de pandemia para encabritar más a los ciudadanos y conseguir así el voto, a través del grito de “Madrid es libertad”.
¿A qué libertad se refiere Ayuso? ¿A la que deben gozar todos los madrileños? o ¿a la que pueden gozar únicamente las personas que no están enfermas? Porque ella habla de libertad para que los ciudadanos puedan salir a la calle sin extremar las medidas sanitarias, al menos las que vienen directamente del Ministerio, ya que desde el primer momento ha dado a entender que nos han privado de libertad, como si en una dictadura viviéramos y muy a pesar de la palabra de los médicos, Ayuso ha hecho lo que le ha dado la gana.
Esta señora no debería hablar de libertad cuando ha llevado a cabo una pésima, escasa y casi nula gestión sanitaria, al haber preferido ir en contra del sistema porque gobiernan los socialistas, en lugar de apoyar al gobierno central cuando se ha tratado de salvar vidas. La inversión en la sanidad pública durante esta pandemia por su parte ha sido mínima, a la par que desastrosa, por no decir que podría catalogarse de perceptiblemente inexistente.
Si ella considera que la precaución es una condena, mayor yugo es el que te cae cuando te contagias, cuando pasas a estar entubado en el hospital y cuando mueres. ¿Qué libertad tiene cualquier enfermo? Ayuso no habla de ellos, porque su libertad le saldría cara, ya que el hecho de que un enfermo pueda gozar de libertad implicaría una previa inversión pública que la señora presidenta no está dispuesta a hacer. Probablemente, ya se lo dejaría claro Esperanza Aguirre: invierte lo mínimo en Sanidad y Educación, y así tendremos tontos a montón. Pero claro, esto es hipotetizar; no acusar, por eso juzguen ustedes mismos.
Por su parte, la libertad del resto de personas, las que no están enfermas, es una máquina para llenar las arcas públicas. Si Ayuso abría lo antes posible la hostelería o si permitía cualquier evento, ella se ahorraba ayudas para los hosteleros(los más damnificados económicamente hablando) y estos empezarían a producir ingresos para pagar impuestos. Además de contentar a la población y traducirse este gozo en su reelección como presidenta en las pasadas elecciones del mes de mayo.
Se ha dicho desde el primer momento que los jóvenes han sido los más perjudicados durante todo este tiempo, pero no es moral que ahora, que parece que estamos viendo un poco más brillar al sol, se concentren en manada más de veinte mil personas incumpliendo y gozando de esa libertad que tanto ha promovido la presidenta de Madrid.
Asistimos a la voz del borreguismo que ha podido esquivar a las autoridades, hecho que tampoco termina de convencer, si tenemos en cuenta la cantidad de personas que recibieron el mensaje. Y mientras el ganado se desboca sin consideración alguna, aireando con orgullo vídeos del evento por redes, personas de su edad no pueden gozar de la dichosa libertad de Ayuso, esa que ha demostrado ser selectiva.
Necesitamos salir, claro está, necesitamos recomponernos de todo lo que hemos vivido y que, quizás, nos afecte a nivel emocional; pero lo que no se puede consentir es que la libertad de uno acabe con la de otros.