La invención de la fotografía: La película (Capitulo II)

Todas las semanas nuestros lectores y lectoras pueden disfrutar de la sección La mirada de Tete Lucas, donde el célebre fotógrafo local lleva a cabo un análisis de las mejores fotografías que ha realizado de la localidad

Tete Lukas

En el primer capítulo os hablé de la cámara oscura, una estancia cerrada donde se practica un agujero en un lateral por donde entra la luz proyectando la imagen del exterior en el interior. Pero el sueño de todo aquel que conocía el funcionamiento de este artilugio era poder captar esa imagen directa de la luz sobre la superficie del interior de la cámara. La solución estaba en la química.

En el siglo XVII Angelo Scala, un científico italiano, informó que “al exponerlo al sol el nitrato de plata se vuelve negro como la tinta”.

A principios del siglo XIX, el inglés Thomas Wedwood obtuvo siluetas de objetos, hojas o alas de insectos, colocándolos sobre un papel sensibilizado a la luz con plata y exponiéndolo al sol, tras una tiempo expuesto la zona del papel donde daba la luz se volvía negro, mientras que al levantar el objeto se obtenía una silueta del mismo en blanco. El problema de estas siluetas es que al cabo de un tiempo se volvían negras como el resto de la hoja y desaparecían por la misma acción del sol.

Era cuestión de poco tiempo que a alguien se le ocurriera meter una hoja de papel sensibilizado dentro de una cámara oscura. De esta forma, a principios del siglo XIX la fotografía estaba a medio inventar, teníamos la cámara y el soporte sensible a la luz pero faltaba algo esencial, fijar la imagen permanentemente. Las primeras fotografías eran fotografías efímeras que podían verse solo durante un corto tiempo antes de que el papel se oscureciera por completo.

Imaginad… ¡qué putada! Tener una fotografía y no poder verla. Podrías meterla en un libro para que no siguiera oscureciéndose y, cada vez que quisieras, verla, aunque solo fuera por unos segundos y se oscurecería un poco más, teniendo un número limitado de visualizaciones hasta que la imagen ya no se distinguiera.

Había que fijar la imagen, es decir, había que buscar la manera de que las sales de plata no siguieran oscureciéndose más una vez expuestas a la luz durante el tiempo justo y necesario.

Fueron muchos los químicos, científicos e inventores los que trabajaron para la lograr la primera imagen fijada de la historia, pero fue Joseph Nicéphore Niépce, físico y litógrafo francés, el primero en conseguirlo en 1824, captando la vista desde la ventana de su casa y que tituló ‘Vista desde la venta en Le Gras’. A su método lo llamó “heliografía” (del griego ἥλιος, helios, “sol”, y γραφία, grafía, “escritura” o “dibujo”.

Curiosamente, este método no usó sales de plata como base, sino betún de Judea. Niepce sabía que el betún se endurecía tras la exposición a la luz, así que untó una placa de peltre con betún y la metió en una cámara oscura, dejándola expuesta a la luz durante ocho horas, después limpió la placa, retirando las partes de betún que quedaron solubles, ya que no habían recibido luz y quedaron las partes endurecidas, obteniendo así la imagen que aquí podéis ver.
Consciente de que había que mejorar el método, se asoció con el francés Louis Daguerre, quien también estaba trabajando con el mismo objetivo y el que le aconsejó usar sales de plata en vez de betún. Lamentablemente, cuando ya habían hecho algunos avances, Niepce falleció y, poco después, Daguerre encontró la manera de parar la acción de la luz en el papel consiguiendo fijar imágenes. Daguerre llamó a su procedimiento daguerrotipo, con el que consiguió fama mundial y por el que durante un tiempo se le consideró el inventor de la fotografía, aunque, finalmente, la historia hizo justicia y se reconoció a Niepce como el creador de la primera fotografía.

Tras la irrupción del daguerrotipo, y en cuestión de unos pocos años, se produjeron numerosos avances y mejoras en los materiales y procedimientos, llegando finalmente a la invención de la película de celuloide; todo un hito que propició la democratización de la fotografía. Pero eso lo veremos en el próximo capítulo.

Paz, amor y decrecimiento.