La fortuna de vivir en España
Sentada en la sala de espera de una clínica y mirando circunspecta hacia la calle gracias a la cristalera que hay en la fachada, reflexiono, mientras espero, sobre la suerte de ser europea. Ante la situación de miedo que han sembrado los talibanes, respiro hondo y me doy cuenta de la fortuna de vivir en España, donde la libertad nos convierte en personas dignas y poseedoras de derechos que nos convierten en seres felices y realizados; un privilegio que se aleja considerablemente de la situación de dolor y turbación que están viviendo afganos y afganas que piden a gritos poder salir del infierno en el que se ha convertido su país.
Sin embargo, no valoramos vivir ajenos a esta situación, ya que a pesar de los problemas a los que tiene que hacer frente nuestro país, como cualquier nación, somos receptores de la oportunidad de ser libres democráticamente. Diferente es lo que ocurre en esos países en los que sus ciudadanos, especialmente las mujeres, viven en una auténtica dictadura, si es que se les permite vivir y no las matan por incumplir, según sus opresores, la ley pura de su religión.
Llevo unos días leyendo testimonios sobre mujeres afganas, víctimas que, escondidas y vetadas, hacen un llamamiento, si es que tienen acceso a Internet, desde el pesimismo para intentar alcanzar la libertad una vez que hayan podido huir del país, a pesar de ser una decisión dolorosa al dejar sus raíces allí.
Saben la tortura que les espera si caen en manos de estos energúmenos radicales. Sinceramente, como mujer me aterroriza, y como persona me fulmina pensar la desgracia que están viviendo allí. Por eso insisto en que, con más o con menos recursos, con más o con menos problemas, somos extremadamente dichosos.
La toma de Afganistán por parte de los talibanes no nos debe haber pillado desprevenidos si tenemos en cuenta que no es la primera vez que sucede. El problema es que ahora el país, más debilitado que en 1996 por la retirada de las tropas extranjeras y abandonado por sus fuerzas políticas, ha sido reconquistado sin obstáculo alguno con el fin de instaurar un estado islámico puro, según ellos; pero aterrador, según el resto de los seres humanos, los cuales nos lamentamos por lo que está sucediendo, pero seguimos quejándonos por la mierda de país que está dejando nuestro actual gobierno.
Educación y Sanidad pública, políticas sociales y de empleo, políticas que impulsan a las mujeres con el fin de protegerlas y con la urgencia de que sean capaces de tener los mismos derechos que los hombres, prestaciones económicas, poder de disfrutar de una vida medianamente plena, todo mejorable, por supuesto, pero ahí están esas realidades de las que no todos los países pueden regocijarse.
Esto es lo mínimo que nos ofrece nuestro Estado, un país democrático hasta la médula, a pesar de que haya fuerzas políticas que se empeñen en meter mierda continuamente para engañar a la población vulnerable de mente, haciéndoles ver que España está más cerca de la dictadura que de la democracia por culpa del gobierno social comunista. ¡Por Dios! Somos un país de la Unión Europea, podemos estar tranquilos porque no vamos a ser víctimas de un sistema opresor como lo es Afganistán.
Y resulta irónico y contradictorio que dichas fuerzas son las que vetan determinadas actuaciones, niegan la violencia machista, optan por potenciar los servicios privados, entre otras barbaridades que lo único que persiguen es retroceder, por tanto, vivir oprimidos. Se trata de la casta más rancia de un país que, en lugar de negar privilegios como ellos pretenden, ofrece oportunidades a todas las personas. Habría que comprobar con quién tendríamos un estado tirano.
En Afganistán sí hay una dictadura, en España no. Hemos evolucionado, no solo con el gobierno de Sánchez, sino con el discurrir de gobiernos anteriores, tanto de derechas como socialistas. Porque a pesar de la gestión de cada grupo, mejor o peor, es cierto que se ha conseguido progresar por el bien de sus ciudadanos. Lo que está claro es que los españoles podemos presumir de la fortuna de vivir en España.
Lamentarse de la actuación de los distintos gobiernos es un hecho necesario, pero a su vez resultaría egoísta ahora si echamos un vistazo a tierras afganas. Afganistán resulta ser la antonimia de España y mientras que allí se quejan por la necesidad inmediata de salir del país, dejando atrás su historia, aquí nos quejamos por absurdeces que nos deberían hacer pensar un poco más en el verdadero sentido de la vida.
Urge el diálogo y la intervención de la Unión Europea ante la crisis humanitaria que está sufriendo este país, no solo basta con la gran labor solidaria de las distintas instituciones oficiales que, a pesar de seguir prestando ayuda, carecen del poder necesario para acabar con esta lacra de terroristas.