Antonio Ortega
Muchos le conocéis por Antonio el del Triunfo, que así se llama el bar que señorea y regenta. Antonio Ortega, escritor infatigable, sagaz e irónico juglar de nuestro tiempo y la cara ciezana de Falange Auténtica durante los últimos lustros.
Hace escasos días, Antonio anunciaba por las redes sociales que cerraba ese ciclo político, que era el momento de dejarlo.
Verán. Las generalizaciones suscitan iniquidad pero son útiles y hasta imprescindibles para reflexionar. Convendrán que escasean los principios como sobran conveniencias; que nobles ideales, gestados desde la razón y el sentimiento, se malvenden en bazares y mercadillos. Pero sigue habiendo estrellas en el cielo y atardeceres en la mar y Antonio es eso; luz y esperanza, camino y guía, una brisa fresca y estimulante que se abre paso entre la niebla.
Malos tiempos para la lírica. Nos hemos vuelto demasiado pragmáticos, excesivamente utilitaristas en el peor sentido del término. Eso de buscar el máximo bienestar para el mayor número de gente posible parece una buena idea mas la dialéctica surge a la hora de definir ese bienestar. Se admita o no, la felicidad real depende, en gran medida, de la plenitud ética; es decir, de hacer lo correcto, de estar en el lugar y tiempo concretos donde en verdad se desea.
La moral me interesa menos pues, aunque su origen etimológico es común, es un concepto más relativista, expuesto a los vaivenes y modismos de los tiempos.
De Antonio siempre me llamó la atención su valentía para defender los ideales joséantonianos en circunstancias muy adversas. Vientos de barlovento y disquisiciones tan burlescas como infundadas que nunca doblegaron la determinación de un espíritu indómito y libre como el de Antonio. Patria, pan y justicia. Patria porque es la tierra de nuestros padres, donde reposan nuestros ancestros y germinan nuestros sueños; sí, patria, una y mil veces, en el sentido más hermoso del término, que a todos alcance y a todos ampare; sin alharacas ni sofocos. Pan que nunca ha de faltar en la mesa de toda familia, porque si faltare entonces no cometamos la desvergüenza de mentar a la patria, pues nada sería salvo ignominia. Y justicia, donde la diosa no distinga entre cetros y cayados.
Querido Antonio. Tu sueño está más vivo que nunca porque la verdad, por su terquedad, sobrevive a los años. José Antonio añoraba la Tercera España que algunos, en su candidez, creen haber descubierto ahora; una España donde el hombre es el centro de todo, donde el liberalismo indolente y desalmado doble el espinazo frente a una economía honesta y posible. Una España en la que todas las heridas y humillaciones sean restañadas; una España donde la cultura y la palabra sean tanto o más capitales que el aire que respiramos; una España libre del yugo de impostores, sectarios y comediantes de baja estofa.
Una España donde la patria no sea un ardid para malhechores y donde la izquierda sea lo suficientemente seria como lo fue Anguita. Una España Restaurada; no para esa monarquía inviolable y soberbia sino para una república al alcance de las urnas. Sí. Una Tercera España donde la educación y sanidad públicas sean eficientes, excelsas y universales; libres de garras mercantiles y catequizantes. Una educación donde los títulos recompensen el esfuerzo y no los posibles e influencias. Una educación basada en valores éticos universales y no en sesgos enfermizos y medievales.
Una tercera España donde nadie sea estigmatizado por su color, origen, credo o inclinación sexual; donde el matrimonio y la familia sean instituciones tan generosas que a todos cobije.
Una España donde esculturas, fuentes, jardines, museos, bibliotecas, paraninfos y ágoras apenas dejan resquicios al juego, a la droga o la estulticia. Un país donde sus ciudadanos sean cultos y libres, dueños y señores de su destino.
Como ves, querido amigo, casi todo está por hacer. Tu sueño y el mío siguen bien vivos. Allí donde estemos, allí donde el azar disponga, seguiremos caminando tras la utopía, donde no quede una sólo trinchera por cubrir ni deshonores por restituir.
La recompensa no es la meta sino el camino. Nada me halagaría más caminar a tu lado. Un honor. Un verdadero honor gozar de tu amistad.
Antonio todo un Quijote. Pero el enviste gigantes viendo gigantes.
Mil gracias hermano