Hacer lo que tienes que hacer, por Diego J. García Molina

Hacer lo que tienes que hacer

Releí el otro día una situación que había conocido en su momento, en alguna revista, o relatada por Pérez-Reverte en algún artículo suyo, no recuerdo bien. Se trata de un lance que sucedió durante la guerra de Bosnia, con unos militares españoles involucrados, miembros de la fuerza multinacional que envió la ONU para evitar las matanzas de civiles y soldados, y tan poco efectiva resultó, como suele suceder en estos casos. Como último ejemplo, la inutilidad de la misión durante más de 20 años en el Líbano; no es que no cumpliera su cometido, es que ni lo intentó. ¿Para qué estar entonces tanto tiempo sufriendo y perdiendo vidas inútilmente? Varios soldados españoles han muerto así. En aquel caso, 35 soldados españoles con un teniente al frente se encontraron con unos civiles que huían de una aldea donde se había producido una batalla. Unos diez o doce soldados escoltaban a la carrera a casi 200 civiles, mujeres, ancianos y niños, perseguidos por los vencedores, quienes ansiaban rematar la faena pasando a cuchillo a los supervivientes. Rápidamente pidieron protección a las fuerzas de la ONU, mientras los perseguidores les cortaban el paso, rodeándolos, y conminándoles a entregar a sus fugadas presas. Cuenta el teniente al mando que consultó a sus superiores, quienes le pidieron negociar, y en caso de no conseguir resultados, entregar a los aldeanos y soldados derrotados en la batalla y poner pies en polvorosa. ¿Qué habrían hecho ustedes?

Imaginen la situación: en unas montañas aisladas, sin posibilidad de huida ni de ayuda, rodeados de fanáticos exaltados debido a la excitación de una batalla reciente, por la sangre derramada, propia y del enemigo, en clara inferioridad numérica, y, ¡qué diablos!, ante la posibilidad de morir en una guerra que ni te va, ni te viene, a miles de kilómetros de tu familia. Sin embargo, estos legionarios aguantaron el tipo; durante más de 12 horas de negociación resistieron los ultimátum que les brindaban, del tipo: “en dos minutos empezamos a abrir fuego”. Todo esto a través de un intérprete, quien a saber que estaría diciendo. En fin, una situación dramática. Finalmente, consiguieron que se olvidaran de los civiles, quienes fueron realojados en unas aldeas vecinas, mientras los soldados supervivientes de la batalla eran llevados como rehenes. Un bonito eufemismo para definir su trágico destino. Varios años después, en una entrevista, el entonces teniente José Luis Monterde dijo que “hicieron lo que tenían que hacer”. Modestia aparte, esta gesta fue reconocida por ambos bandos y su comportamiento fue considerado como heroico por el alto mando de la fuerza militar de la ONU para la protección de la antigua Yugoslavia. Sobre todo, si se contrasta con la inacción y vista gorda que se impuso en otros casos flagrantes. No todo el mundo, aunque sea un soldado, es un héroe, o está dispuesto a arriesgar su vida para salvar la de un semejante indefenso, a cumplir con su deber. Otra situación que me vino a la mente tras esta noticia fue la matanza de My Lai, durante la guerra del Viet Nam. En aquel caso, tuvo que ser un oficial de un helicóptero quien arriesgó su vida, y su carrera, al enfrentarse a los salvajes, sus compañeros, que estaban cometiendo una masacre contra civiles.

Hay muchos casos como estos, no solo militares, de personas que pusieron en peligro su vida cumpliendo con su deber. A pesar de saber del peligro evidente. Por ejemplo, el fiscal argentino Nisman, quien iba a declarar en el parlamento contra el régimen Kirchnerista. Se cumplen ahora 10 años de aquello: a pesar de estar protegido en un lugar desconocido por los servicios de seguridad, lo encontraron muerto en su habitación con un tiro en la sien. Sin culpables. O en nuestro país, tantos jueces y fiscales que se atrevieron a combatir el terrorismo sabiendo la amenaza que enfrentaban. Muchos cayeron ante la barbarie etarra, como la fiscal Carmen Tagle, entre tantos otros. Expongo todos estos ejemplos debido a que no termino de entender la situación que estamos viviendo. Este gobierno se aupó al poder a lomos de una moción de censura escandalizados ante la corrupción del Partido Popular. Sin embargo, la corrupción económica e institucional de este gobierno hace demasiado tiempo que dejó en mantillas, en fruslería de adolescentes en comparación, a lo que hicieran en su momento los populares. No obstante, la actuación de la oposición, y de la ciudadanía deja bastante que desear. No me puedo creer que el PP esté esperando ayuda del partido del delincuente condenado Puigdemont, huido de España hace años. No puede criticar que lo haga el PSOE y hacer lo mismo, solo desde la ejemplaridad se puede intentar recuperar el rumbo. Escribió en sus Meditaciones el emperador romano Marco Aurelio (si, el de Gladiator): “Sea indiferente para ti pasar frío o calor, si cumples con tu deber, pasar la noche en vela o saciarte de dormir, ser criticado o elogiado, morir o hacer otra cosa”. ¿No hay, de verdad, entre los más de cien diputados del PSOE ninguno que quiera cumplir con su obligación con el país y con el pueblo español? ¿No debería un diputado de Murcia, de Andalucía, de Extremadura, de Asturias, tan perjudicados por las políticas sanchistas votar en conciencia e intentar que su partido recupere la cordura? Al menos forzar unas elecciones, y que sean las urnas las que decidan, pero esta vez sin mentiras, con las políticas que de verdad quieren aplicar en el programa electoral, no decir una cosa, y luego hacer la contraria. “Nadie puede evadir su responsabilidad. /Nadie puede taparse los ojos, los oídos, /enmudecer y cortarse las manos”.