Guerra cibernética, según Diego J. García Molina

Guerra cibernética

Supongo que casi todo el mundo estará al tanto del último gran escándalo de la semana del gobierno español: el jaqueo de teléfonos móviles por un software espía llamado Pegasus manejado por un actor de amenaza desconocido. El malware utilizado es un programa altamente complejo y sofisticado desarrollado por una empresa israelí; de dicho programa espía, supuestamente, solo tenía licencia de uso las agencias estatales y policiales, es decir, Pegasus sólo podía contratarse desde las altas instancias gubernamentales; la empresa recuerda que “el único propósito es la investigación en contra del crimen y el terrorismo”. Los sospechosos de haber realizado esta intrusión son los habituales: Rusia, pues los primeros que hicieron saltar la liebre fueron los secesionistas catalanes al comprobar que gran cantidad de smartphones de sus correligionarios estaban infectados con este programa. Conocemos las relaciones de esta banda con las más altas instancias del gobierno de Vladimir Putin, así como la habilidad para la guerra cibernética de este país. Y, por supuesto, Marruecos, el perejil en todas las salsas últimamente de los conflictos de nuestro país.

Lo cierto es que esta actividad ilegal coincidió temporalmente con la crisis provocada por la entrada ilegal en España (con identidad distinta, que no falsa, como dijo la ministra Montero) del líder del frente Polisario, Brahim Ghali;  al día siguiente de la famosa invasión de Ceuta por más de 9.000 personas ocurrió el ataque a los teléfonos de las ministras de defensa y exteriores y del presidente del gobierno. Este spyware escanea vulnerabilidades de los dispositivos móviles usando como vector de ataque el número de teléfono del afectado; se estima en más de 10.000 la lista de números de teléfono seleccionados como objetivo de Pegasus por Marruecos, 200 de ellos españoles, e incluye a personalidades como el presidente francés Macron. Se ha sabido que al presidente español le han exfiltrado 2,3 gigabytes de datos, mientras que a Margarita Robles tan solo 9 megabytes (un giga equivale a mil megas, comparen). Teniendo en cuenta que un archivo de texto tiene un tamaño de unos pocos kilobytes, y un gigabyte es 1 millón de kilobytes, esos datos extraídos sólo pueden ser fotos y vídeos. Esperemos que fueran vídeos de risa, de esos que se pasan en cadena por los grupos de wasap y no fotos y/o videos comprometedores. En caso contrario, alguien podría pensar que nuestro presidente está siendo chantajeado por alguna potencia extranjera para que favorezca sus intereses de forma espuria, esperemos que sea todo aclarado satisfactoriamente, o lo sucedido con el cambio de postura española con respecto al Sahara tendrá difícil explicación.

Para que Pegasus sea instalado en nuestro teléfono, sea este de tipo Android o iPhone, es necesario pinchar en un enlace enviado en un correo electrónico o SMS, por lo tanto, parece que no se siguieron los protocolos básicos de ciberseguridad. Lo que sí es seguro es que el ataque se detectó en el momento de su ejecución, es imposible que se haya detectado tras tanto tiempo. No hace falta estudiar en Oxford para darse cuenta que el único motivo de divulgar ahora esta información es para contentar a sus socios secesionistas, es decir, ponerse ellos mismos en situación de victimismo para que no hagan caer el gobierno como continuamente amenazan. A lo largo de la historia todos los gobiernos espían y han sido espiados, es algo innato a las relaciones internacionales, intentar obtener ventaja sobre el adversario conociendo sus intenciones con antelación. No obstante, lo que ningún gobierno ha hecho en este caso de espionaje masivo es confirmar ni desmentir las informaciones. Publicar en prensa que no se han seguido las medidas mínimas de seguridad y que agentes externos han conseguido obtener datos del teléfono del presidente e importantes miembros del gobierno es algo inaudito y poco profesional.

Tras la incontinencia verbal que tuvo cuando mencionó el nombre del barco español que llevaba armas a Ucrania, poniéndolo así en la diana, y una semana después airear que un gobierno extranjero ha obtenido datos de su teléfono oficial, entre otras meteduras de pata, al final va a hacer fama la expresión “eres más tonto que Pedro Sánchez”. Lo siento pero es así, y que no se ofendan los simpatizantes socialistas dado que ellos deberían ser los principales avergonzados de la actuación de este personaje. A uno que pillaron en un comité federal in fraganti metiendo papeletas en la urna de la votación oculto tras una cortina, motivo por el que fue obligado a dimitir, todavía no entiendo cómo le permitieron volver a la secretaría general del partido. Bueno, si lo entiendo, fueron las bases, los afiliados, quienes quisieron que volviera para intentar alcanzar la presidencia del gobierno; y no podrán decir que no sabían la catadura moral y cuáles eran sus intenciones, las cuales dejó claras: intentar formar gobierno con comunistas, secesionistas catalanes y el brazo político de ETA, como finalmente así sucedió. El partido socialista francés ha quedado en última posición en las elecciones a la presidencia de la república con un exiguo 1,7 % de votos; no creo que el resultado sea similar en España puesto que el grado de adhesión al socialismo es mucho más alto aquí que en otros países de nuestro entorno. En todo caso, tampoco tenemos una alternativa con sentido de estado en el ala izquierda del espectro político, ya vimos como en la comunidad de Madrid, los votos huidos del PSOE fueron a parar a la formación Más Madrid, escindida de Podemos, lo cual puede ser incluso peor. Estaremos atentos a los acontecimientos.

 

 

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