Celia Ato Navarro (IES Los Albares)-3º Premio de la Categoría 2 (de 4º de ESO a 2º de Bachillerato)
En el momento en el que me presentaron y salí al escenario, vi a todo el mundo y supe que era mi momento.
Hace ya algún tiempo que llevo buscando compartir lo que pienso sobre ciertas cuestiones actuales como el sistema educativo, porque joder, sé que sólo tengo 16 años, solo soy una adolescente, pero me merezco que me escuchen ¿no? Al fin y al cabo, nos consideran mayores de edad en el sistema sanitario, donde a esta edad ya te han derivado a un médico de cabecera y dejan de incluir tu salud dental cómo gratuita, pero no somos lo suficientemente adultos como para entender y comprender qué está mal con la educación que recibimos y formar una opinión coherente y crítica sobre ello.
Ordena mis papeles encima de la mesa y mira entre la audiencia expectante, observa que la mayoría sobrepasa los treinta años y que no me miran con respeto o autoridad, sino con ternura lo que solo hace que me hierva un poco más la sangre.
– Buenas, sé que ya me han presentado pero aún así me voy a presentar yo también para aquellos que no hayan escuchado, me llamo Amaia, tengo 16 años y vengo a presentar “Yo también tengo voz”, lo cual no es solo un trabajo de investigación que me he visto obligada a hacer por mi instituto, sino una iniciativa con la que millones de adolescentes han conseguido ser escuchados por al menos un instante. Para ser honesta, al empezar este trabajo no era consciente de la magnitud a la que llegaría, pero desde el minuto cero puse todo mi empeño en que al menos una persona se parara y girara la cabeza. Tras una primera fase en la que tuve que llevar a cabo un marco teórico e informarme descubrí miles de artículos de jóvenes quejándose sobre el fallido sistema educativo que estaba vigente en este país alegando que se basa en memorizar y expulsar sin realmente aprender nada, otros muchos proponían alternativas para frenar el cambio climático y muchos denunciaban situaciones de discriminación de su entorno y me pare a pensar en la cantidad de talento que tenían estos jóvenes de entre trece y dieciocho años y como sus artículos, a pesar de ser igual o incluso mejores que aquellos escritos por adultos, recibían comentarios como los siguientes.
En la pantalla de detrás de mi se proyectaron los mensajes que encontré en los foros de los artículos:
@donquijotesinmancha: qué sabrá un adolescente de educación, solo se quejan, en mi época trabajamos más y nos quejábamos menos.
@melibeanoviacalisto: dejar estos temas a los adultos, anda que yo me iba a poner a pensar en el cambio climático con 15 años.
@federicogarciaenlorca: los jóvenes tienen la cabeza llena de pájaros, poner los pies en la tierra.
-Al ver esto, no puede sentir más que impotencia, y pensé que al primero le contestaría que obviamente sabemos de educación, ya que somos nosotros los que estamos sufriendo las consecuencias de un sistema educativo al que no le importa lo más mínimo su objetivo principal, enseñar, al que no le interesa que nos formemos como personas críticas y que hacen que asignaturas como lengua e historia se conviertan en un aburrimiento por encasillarse en el famoso memorizar y escupir, si de verdad les importamos harían que la historia nos ayude a comprender el mundo en el que vivimos hoy y a no repetir los mismos errores que nuestros antepasados y que la lengua nos impulse a comunicarnos correctamente para poder expresar nuestras opiniones de forma coherente, cohesionada y adecuada. Por otro lado, al segundo, le haría saber que la conciencia ecológica es algo que cuanto más presente tengamos desde una edad temprana más ayudará al planeta, que, por si no se ha dado cuenta, está siendo destruido con políticas negacionistas como las del reciente presidente de Estados Unidos, la chica que hizo el artículo, Nuria Campoy de 15 años, expresa su preocupación ante la falta de concienciación que mostramos las personas al ver como nuestras temperaturas suben más cada año, aportando datos y una serie de soluciones más que dignas y posibles de tener en cuenta. Por último, a mi favorito, a ese último comentario que dice que los jóvenes tenemos la cabeza llena de pájaros y que deberíamos poner los pies en la tierra, creo que si pusiera un poco de atención en, como él dice, poner los pies en la tierra, vería un mundo destruido, frío y egoísta, en el que la única esperanza son las ideas e ilusiones de miles de personas que desean hacer de este mundo un lugar más soportable, que con sus opiniones, luchas e incansable sed por la igualdad, libertad y mejora han conseguido cambiar el mundo, así que mi mensaje para todos aquellos jóvenes que alguna vez se hayan visto amenazados o destruidos por la falta de fe de aquellos que dejaron de soñar es que no se rindan jamás, que cuanto más alto griten, cuanto más sean, mayor será el impacto.
Las caras de aquellos que al principio me miraban con ternura, ahora reflejaban una expresión de sorpresa y, en parte, también de admiración. Me obsequiaron con muchos aplausos, tras su cese, retome mi presentación para acabarla.
-Estas opiniones y muchísimas más están siendo recogidas por la organización “Yo también tengo voz”, la cual cuenta con una página web en la que cualquiera puede compartir su opinión sin ser juzgado y además, este año hemos logrado realizar cartas y manifiestos sobre diversos temas que serán presentados en la ONU, donde de una vez por todas se tendrá en cuenta al sector de la población del que todos parecen olvidarse, los adolescentes, los cuales no serán reconocidos como estúpidos a los que aún les queda mucho por vivir, sino como personas cuyo conocimiento, ideas y propuestas son válidas y respetables. Por último, me gustaría darle las gracias a todos aquellos que aún tienen fe en nosotros, por mi parte y por la de muchos otros, os dejo saber que no os decepcionaremos.
Tras una última ronda de aplausos, bajé del escenario con una sensación en el pecho de orgullo, sentí que lo había conseguido. Detrás del escenario, me esperaban mis padres con los ojos llenos de lágrimas, corrí y los abracé, porque ante todo, ellos siempre han estado ahí y si hay alguien a quien estoy agradecida es a ellos.