Es hora de madurar, según Diego J. García Molina

Es hora de madurar

Estaba el otro día pensando cómo cambia el panorama, a cuenta de una noticia sobre alguna de las banalidades políticas a las que acostumbramos a dedicarle más tiempo del que merecen, de un partido que, ante la falta de otro talento político o idea beneficiosa para los españoles, se dedica a enredar continuamente con estos asuntos faltos de toda sustancia, entidad y, sobre todo, utilidad, que es uno de los objetivos de la política, ser útil. Aunque muchos no se hayan dado cuenta todavía, estamos inmersos en un proceso de rearme militar a todos los niveles. Y cuando digo nosotros, me refiero a la Unión Europea en general, y a España en particular. Teníamos autoimpuesto, por nuestra pertenencia a la alianza atlántica, un aumento en defensa casi del doble del gasto actual, y ante la situación, no por esperada menos traumática, del abandono de Estados Unidos de la defensa europea, debemos invertir todavía más en armamento. Y no es precisamente un asunto baladí, dado que nos enfrentamos, ahora ya abiertamente, contra la federación rusa, quien tiene como aliados a China, Irán o Venezuela, entre otros, países que no destacan precisamente por tener miramientos hacia su propia población, ni respetan los derechos humanos, ni hace mucho caso a los tratados internacionales con respecto a la guerra; imaginen que no harían con nosotros. Asunto serio, sin duda, para estar con melindres, o con beligerancias mal entendidas. Aquí no se puede ir de farol, o se le hace frente de verdad, o se agacha la cabeza; como muchos comentaristas declaman, Rusia pilla muy lejos, tendrá que invadir muchos países antes de llegar aquí. Aunque otros aliados rusos si los tenemos más cerca, como Argelia, país equipado por los rusos con cazas SU-57, los más avanzados del mundo junto al F-35 americano, y con submarinos de última generación capaces de lanzar misiles desde debajo del mar a 300 Km de distancia. Capaz también de aparecer en el puerto de Barcelona o Valencia sin ser detectado.

Otro problema de actualidad esta semana ha sido el reparto de los menores que han entrado en España de forma ilegal sin sus padres. Bien porque se han escapado de casa buscando un futuro mejor, o bien porque sus progenitores los han echado de casa. Si, esa es la realidad de algunos países donde en ciertos ámbitos las familias pueden tener cinco, seis o más hijos. Ante la imposibilidad de mantenerlos, a corta edad (11, 12, 13 años) son expulsados del hogar, obligados así a sobrevivir por ellos mismos. La vida en la calle en otros países es dura, muy dura, prácticamente de vida o muerte, por lo que la posibilidad del paraíso alcanzable que es España se muestra como un objetivo factible, el final del camino de baldosas amarillas. Yo he conocido algún caso en mis estancias en Melilla y es francamente triste, durmiendo dentro de contenedores de papel para que no los encuentren (ya digo, la vida en la calle es muy peligrosa), y viviendo mendigando, drogándose…; los centros para extranjeros o para menores pueden ser más peligrosos incluso que arriesgarse fuera. Otro inconveniente son los inmigrantes ilegales que se hacen pasar por menores. En todo caso, ¿cuál es la actitud de nuestros políticos? Por un lado, tenemos la hipocresía de PSOE y Sumar, quienes, en vez de devolver esos niños a sus padres que sería lo adecuado en la mayoría de los casos, o al menos, a su país, opta por repartirlos por las comunidades, exceptuando, ¿cuáles? Lo han adivinado, Cataluña y País Vasco, transigiendo el chantaje racista, una vez más, de la extrema derecha identitaria nacionalista. ¿Cómo aceptan los votantes socialistas este trágala? Por el otro lado, Vox abandonó los gobiernos regionales que cogobernaba con el PP hace un año, por aceptar este partido menores extranjeros en sus territorios, como obliga la ley. Los populares dijeron que no aceptarían chantajes; no obstante, debido a la extrema debilidad del presidente valenciano Calos Mazón, han acabado pactando de nuevo con Vox en esta comunidad, a cambio de no aceptar más menores. No sabemos si con la aquiescencia de la ejecutiva pepera. Otro trágala. Y en otras comunidades van por el mismo camino, ya verán. Es decir, unos no los quieren en España, y otros los aceptan en España, pero no en su comunidad, es decir, Cataluña.

Y no se crean que esa actitud es única en esos partidos, en la Comunidad de Madrid se está construyendo un centro de menores en Fuenlabrada, con alcalde socialista, y este claro, también se opone a que su municipio sea la ubicación. Nadie quiere el problema en casa. ¿Qué se desprende de aquí? Que a la actual clase política no les interesa solucionar los problemas de los españoles, pero tampoco la de los inmigrantes, los usan de arma arrojadiza unos contra otros. Con lo sencillo que sería hacer un pacto de estado entre los partidos mayoritarios para llegar a un acuerdo racional que palie, en la medida de lo posible, esta situación. Lamentable. Y luego están quienes incentivan y no quieren acabar con el problema para aprovecharse económicamente de la desgracia ajena, que también hay. Normalmente rémoras de los partidos políticos. Yo soy partidario de invertir en los países de origen, sobre todo en seguridad, para que puedan desarrollarse y así no tengan que emigrar para sobrevivir. Recordarán la amplía colonia de rumanos que se formó en España a inicios del nuevo milenio, llegando a ser casi un millón en 2012. Pues bien, están abandonando en masa nuestro país para volver a Rumanía, debido al crecimiento económico que ha doblado la renta per cápita rumana en los últimos diez años, mientras en España teníamos mayor renta per cápita en 2008 que ahora; y mayor poder adquisitivo, obviamente, debido a la alta inflación. ¿Cómo se quedan? Existen otros muchos asuntos importantes que se utilizan como arma política, en vez de arrimar el hombro y buscar un consenso, una solución ampliamente aceptada para mejorar, como en Educación. O este mismo caso de defensa común europea. Sánchez Pérez-Castejón ha dicho si a la UE, ahora veremos de dónde saca el dinero, porque sus socios de gobierno dicen no. No a la guerra, obviamente, ¿quién quiere una guerra? ¿La querían los ucranianos cuando un ejército claramente superior les invade? Sin embargo, se vieron obligados a defenderse, y para ello hace falta armas y soldados; y valor; y morir si hace falta. Debemos dejar de ser una sociedad conformista, que se escuda en la masa, no afronta los problemas reales con valentía, y deja que los políticos los mangoneen para seguir una semana más en el poder. Nuestro voto es anónimo y es imposible que capten el mensaje únicamente de esa forma, hay que madurar políticamente, y empezar a obligarles a que nuestra voz sea tenida en cuenta. “En vano, patria, sin calma,/ muy lejos de ti suspiro /yo siempre, siempre te miro/ con los ojos de mi alma».