El vuelo de la gaviota, según José Antonio Vergara Parra

El vuelo de la gaviota

A diferencia del cni y del cesid, carezco de información confidencial. E igualmente, y a diferencia del señor Tezanos y de casi todos sus predecesores, detesto la manipulación a sabiendas. Como mi pluma es modesta tampoco tengo quienes, cuán gargantas profundas y por aquestos o esotros intereses, me pongan al día.  No soy radicalmente objetivo; nadie lo es pero al menos yo lo reconozco. Quiero decir que mi mochila está henchida de sentimientos y experiencias que, de alguna manera, cincelan mis opiniones. Lucho contra ello pero no siempre salgo victorioso. Hechas estas sinceras apreciaciones, vayamos a lo que toca.

Cisma en el pepé; no se habla de otra cosa. Lógico, por otra parte, pues el espectáculo ofrecido supera al más disparatado de los esperpentos jamás imaginados por Valle-Inclán. Una certeza y un deseo personales epilogarán este artículo pero detengámonos ahora en lo que ya sabemos.

Primero. En fecha 01/04/2020, el Consejo de Gobierno de la Comunidad de Madrid aprueba un contrato, por la vía de urgencia, con la empresa Priviet Sportive S.L., propiedad de Daniel Alcázar Barranco; amigo de la familia de la Sra. Ayuso. Este contrato tenía por objeto la compra de 250.000 mascarillas por un importe de un millón y medio de euros. Según información pública al alcance de todos, el objeto social de la empresa  adjudicataria es el comercio al por mayor de prendas de vestir y calzado. Si consideramos la mascarilla como prenda de vestir, habremos de reconocer que un desfibrilador o un fonendoscopio son, respectivamente, un aparato de masaje y lo último en auriculares de alta definición.

Segundo. El hermano de la Sra. Ayuso habría recibido una comisión de 283.000 euros (según fuentes de Génova 13) o de algo más de 50.000 euros (ya reconocido por la propia presidenta)

Tercero. Las comisiones o corretajes están permitidos en el mundo privado pero no en el público, donde se proscribe tajantemente  esta práctica. Lo diré de otra manera. El dinero del contribuyente no puede costear intermediación alguna por la obtención de un contrato público. Porque eso es justa y presuntamente lo que ha hecho el hermano de Ayuso: intermediar, valiéndose del vínculo fraternal, para conseguir dicho contrato. ¿Acaso la empresa adjudicataria no podía, por sí misma, conseguir las mascarillas por cuya razón fue elegida? Y si no podía, ¿por qué fue contratada? La comisión satisfecha, reconocida su existencia aunque contradicha en su cuantía, es ética y estéticamente inadmisible y presuntamente delictiva. La urgencia del suministro justificó la adjudicación directa del contrato. De acuerdo. Pero la Presidenta Ayuso debió inhibirse en la sesión del Consejo de Gobierno en la que se adjudicó dicho contrato, pues su hermano, por medio de la empresa Priviet Sportive S.L., fue beneficiario de una jugosa comisión cuya cuantía y naturaleza todavía se desconocen. Y si Ayuso fue engañada por su hermano, éste debería aclararlo y, naturalmente, reintegrar los cuartos a la hacienda madrileña.

Cuarto. Según parece, aunque particularmente no atisbo motivos para ello, la señora Ayuso se ha granjeado las simpatías de la inmensa mayoría de los votantes y simpatizantes del centro-derecha, y su popularidad es evidente. Mas lo manifestado no es ni debe ser una eximente o una atenuante ante una actuación, en el mejor de los casos, políticamente reprobable. No sé qué me da más miedo; que la Presidenta Ayuso justifique este hecho sin apenas sonrojarse o que una multitud de hoolings resten o nieguen importancia al mismo.

Quinto. La señora Ayuso, tras algunos recados parlamentarios y algunas noticias de los medios de comunicación, tal vez siguiendo las directrices de su ayudante de cámara, compareció públicamente para montar el dos de mayo. Balbuceó mientras justificaba la legalidad del contrato y del corretaje fraterno pero se mostró altiva, implacable y firme cuando acusó de espionaje y malas artes a la dirección nacional de su partido. Hizo ruido, mucho ruido. También daño, mucho daño; al partido y a sus votantes que, por descontado, no merecen semejante bochorno. Los políticos, como las estrellas de rock, tienden al endiosamiento, olvidando que nada fueron aunque ahora sean pues, al margen de ulteriores apoyos ciudadanos, fue el partido el que les brindó el ambón.

Sexto. Si la aludida trama de espionaje es cierta, la dirección nacional del partido debe asumir, igualmente, las responsabilidades a las que haya lugar. Aunque el confesor les haya dicho lo contrario, prevengo a más de uno que el fin rara vez justifica los medios, pues algunos de ellos son mortale peccatum.

Séptimo. Según fuentes de El País, Casado se habría comprometido a dar carpetazo al expediente incoado contra Ayuso si ésta reconocía públicamente la inexistencia de espionaje alguno por parte de Génova. Esta tentativa de contubernio, de ser cierta, revelaría que las recíprocas acusaciones son ciertas y que la candidez del PP es superlativa. Semejante escándalo público no puede solventarse en privado, en una sala obscura y húmeda carente de ventilación y luz.

Certeza: Visto lo visto y oído lo oído sólo cabe una salida. La inmediata celebración de un congreso extraordinario para que las bases, si las hubiere, decidan si quieren un partido con un claro e inequívoco proyecto para España o una mera hoguera de vanidades personales que, como tierras movedizas, engullan el sueño limpio y puro de Manolo; interventor del PP en Villanueva de Gormaz.  Naturalmente, pueden no hacer nada y aguardar a que Vox, más pronto que tarde, les pase como un obús. Llegado el caso, tendrán que explicar por qué tocaban la lira mientras Roma, digo Génova, ardía en el horizonte.

Deseo: Confío y deseo que el PP, como el ave Fénix, emprenda nuevamente su vuelo pues donde hubo cenizas hay renacimiento.

 

 

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