El verdadero ascensor social, por Diego J. García Molina

El verdadero ascensor social

Escribió hace unos días el veterano diputado socialista José Zaragoza, en una conocida red social, que “lo único que elimina las diferencias de cuna en España son los impuestos”. Obviamente se trata solo de un reclamo para incondicionales, o mentes poco maduras pues no puede haber nada menos cierto. De hecho, hasta hace unas cuantas décadas era lo único que diferenciaba a aristócratas de plebeyos, dado que estos últimos estaban exentos de tributación directa. En primer lugar, un rico que tiene dinero de sobra nada le importa que le suban los impuestos un poco más, ni lo nota; y seguro que con los asesores contratados igual se lo monta bien para pagar menos. Como bien dijo irónicamente el poeta y escritor inglés Charles Churchill en el siglo XVIII: “¿Qué nos importa que los impuestos suban o bajen? Gracias a nuestra fortuna, nosotros no pagamos ninguno.” Sin embargo, una persona con pocos recursos no tiene la capacidad, ni el tiempo, para informarse y asesorarse bien y así eludir las cargas fiscales, y cuando ya te cuesta llegar a fin de mes, que te aprieten las clavijas un poco más llega a ser insoportable; magro consuelo es que “a los ricos» también se los suban. Lejanos quedan los tiempos donde los socialistas exclamaban sin pudor que “bajar impuestos es cosa de la izquierda”.

Antiguamente no existía la tributación directa y los primeros impuestos conocidos en la cultura greco-romana de la que procedemos eran gravámenes sobre el comercio, como las aduanas, u otros impuestos indirectos sobre el consumo, portazgos para obtener derecho a entrar en una ciudad o pontazgos, para cruzar un puente. Hoy día tenemos impuestos directos, indirectos, estatales, autonómicos, municipales, por nacer, por morir, por comprar, por vender, por tener casa, por tener coche, y cada día se les ocurre una nueva idea para extraernos un poco más. Si ese dinero tuviera un fin noble, no habría problema, dentro de una proporcionalidad; el problema es que empleamos más de la mitad de nuestro sueldo anual en impuestos que no tienen el destino final que merecerían. Cada día nos escandaliza una nueva noticia de dinero público robado, o desperdiciado en iniciativas inútiles, o malgastado en obras abandonadas a medio, cada gobierno contrata a más asesores (antiguamente llamados enchufados) a 60.000 euros de sueldo de media, el parque automovilístico cada vez incluye más coches de mayor lujo, subvenciones, malversación… mientras tanto, el año pasado, por ejemplo, el Gobierno sólo había ejecutado a 30 de noviembre 1.928 de los 3.833 millones anunciados en Sanidad. Entre las partidas sin gastar, 1.000 millones prometidos para mejorar atención primaria, nada menos. Se presupuesta y luego no se gasta, pues hace falta el dinero en otros sitios. Para que cuando nos vuelvan a decir que los impuestos van para sanidad y educación tengamos algo que responder.

Volviendo a la frase de Zaragoza, ¿saben que es lo que si iguala a ricos y pobres? La meritocracia, el obtener prebendas a cambio de tus méritos. Ya sea ascendiendo en una empresa privada, o en la función pública. En la privada es posible progresar, mas llegar a la cúspide de la pirámide siempre es más complicado; los ricos, o bien nacidos, o bien relacionados, tienen ventaja sobre los que no lo son. Por otro lado, veamos tres ejemplos fraudulentos, o al menos poco éticos, bastante recientes, y con partidos políticos diferentes, vinculados con la compra de mascarillas. Primero en Madrid con el aristócrata Luis Medina; ¿qué sabía este hombre de mascarillas antes de la pandemia? Nada. Pero el tener acceso al ayuntamiento le sirvió en bandeja una comisión millonaria. ¿Qué decir del comisionista del gobierno autonómico catalán? Otro que nunca había traficado con material sanitario, aunque tenía un amigo en la administración… Ahora se ha largado con la pasta a Singapur, más del doble de lo obtenido en Madrid. Por último, tres altos cargos del gobierno de la nación están imputados por la gestión de la compra de mascarillas, 310 millones (palos, que diría el intermediario Piqué), 100 veces más que los casos anteriores. Otra vez dinero del contribuyente que se pierde por la mala gestión. Ni colaba antes, ni cuela ahora, el no se podía saber, después de ver durante meses lo sucedido en China, y un mes antes lo de Italia. Y gente alertando de lo que se avecinaba y pidiendo el aprovisionamiento de material.

En la pública, por el contrario, es posible progresar únicamente gracias a tus propios méritos. Las oposiciones, y no los impuestos, sí que igualan a la hija de un albañil, o al hijo de una trabajadora de un almacén de fruta con el hijo de la marquesa o la hija del millonario. Hay padres que hipotecan su futuro para que un hijo pueda opositar durante años a una plaza de juez, o de abogado del estado, o de médico, o de profesor. Ese es el verdadero ascensor social que nos iguala a todos y permite avanzar en la escala social, por lo que deberían velar los verdaderos socialistas o autodenominados progresistas. Pero hasta con eso va a acabar este gobierno insensato e irresponsable. Por exigencia de sus socios independentistas catalanes y vascos, ERC y PNV, han aprobado una ley para que interinos puedan pasar a funcionarios tras 5 años sin opositar, con una valoración de méritos a definir por cada comunidad. Politiqueo puro y duro. Y ya sabemos lo que significa en estos lugares: oposiciones sin convocar durante años con el objetivo de que no saquen la plaza personas de otras comunidades, considerados  como extranjeros para ellos, bolsas de interinos con demandas como el idioma regional como requisito para excluir así a los que no son de su cuerda (ya que poner este requisito en la oposición no lo permite la ley), para finalmente, con este método exigido por ellos mismos y transigido por el PSOE, plaza de funcionario de por vida sin concursar en igualdad de condiciones con el resto de españoles. Alguno creerá que no es verdad, no obstante, está pasando en Baleares, en Cataluña, País Vasco, solo hay que informarse un poco, aunque costará, visto el estado subordinado en que se encuentra el periodismo actual. O pregunten a algún conocido que haya estado allí. Me parece que este si debería ser un motivo para salir a la calle a protestar, lamentablemente no será así. Cada vez estoy más convencido de que un día más que pase Sánchez en la Moncloa es un día perdido, la dependencia de sus socios le hace tomar decisiones más disparatadas en cada ocasión; necesitamos un cambio total y que el PSOE busque un liderazgo distinto o desaparezca, dejando espacio a otro partido de izquierdas con sentido de estado que reclame su sitio.

 

 

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