El Santísimo Cristo de la Agonía y Nuestra Señora de Gracia y Esperanza se imponen a la lluvia

   Fotografía de José Sánchez Sánchez

El Jueves Santo de Cieza estuvo marcado por las procesiones de Nuestra Señora de Gracia y Esperanza, con la representación popular de ‘Manolas y Manolos’, y el silencio sobrecogedor del Santísimo Cristo de la Agonía. A pesar de que las condiciones climatológicas eran adversas, los pasos pudieron procesionar

Javier Gómez

El Jueves Santo es el día de luto por excelencia. Se representa la muerte de Jesús, y fiel a su cita acudieron la Cofradía de Nuestra Señora Gracia y Espernza, conocidos como ‘Los Hijos de María’, y la del Santísimo Cristo de la Agonía, protagonista de la procesión del Silencio.

Durante todo el día la amenaza de lluvia, que hizo acto de presencia por la tarde, puso el corazón en un puño a los cofrades y fieles que pedían, impacientes, que el cielo dejara de llorar. Quizás lloraba por la muerte de Cristo. Y, a media tarde, los rayos de sol se abrieron paso entre las nubes, apartándolas y dejando paso a la esperanza, como la virgen que daba la apertura al Jueves Santo, para multitud de ciezanos y ciezanas que no querían perderse este día.

Primero fue el turno de Nuestra Señora de Gracia y Esperanza, engalanada con un bonito manto floral, que empezó a procesionar a las 20:30 horas, y recorrieron las calles Plaza Mayor, Cid, La Parra, Rincón de los Pinos, Larga, Buitragos, San Sebastián, Mesones, Cadenas, Barco y La Manga. Caminaba la comitiva, fiel reflejo del dolor de la virgen, bajo el luto riguroso y las mantillas de más de un centenar de ‘Manolas y Manolos’ como avanzadilla de la talla de la virgen, abriéndose paso por las calles abarrotadas de personas. Era el preludio que anunciaba la muerte de Cristo.

Si esta procesión fue emotiva la siguiente, de gran arraigo popular, no le fue a la zaga. La Cofradía del Santísimo Cristo de la Agonía era la encargada de sacar la imagen de homónimo nombre. Las 00:00 horas marcaba el reloj cuando hizo acto de presencia la representación de la muerte de Jesús, saliendo de la Iglesia de la Asunción. Una tradición que se remonta a 1931. Con paso lento avanzó el Cristo de la Agonía por las calles totalmente en tinieblas, únicamente iluminadas por los cirios de los procesionarios, y el silencio sepulcral de los espectadores.

Fue una magnífica representación del dolor producido por la muerte de Jesús para dar paso a las procesiones de Viernes Santo. La Semana Santa de Cieza sigue avanzado. Jesús ha muerto, ya sólo quedan tres días para la Resurrección y la alegre Cortesía.

 

 

 

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