El saludo de Hitler, por María Bernal

El saludo de Hitler

Las atrocidades que cometieron los alemanes nazis contra los judíos bajo el mandato de Hitler no merecen mención alguna; de hecho, mientras escribo estas líneas me repugna pensar que estos individuos racistas, machistas, homófobos, paranoicos, inútiles y cobardes de mierda exterminaron a tantas y tantas personas.

El antisemistismo hitlerinao no es cosecha propia, ya en la Edad Media, y por motivos religiosos, era habitual la persecución de judíos por ser considerados unos desviados de la fe cristiana; el propio Fernando de Rojas, autor de La Celestina, fue un judío converso, ya que por muchos principios morales, si no se convertían, la Inquisición no tardaba en prenderle fuego a la hoguera.

Hace unos días vi una película sobre la historia de los judíos perseguidos y torturados por los innombrables, despreciables y condenables nazis. Se titula Mi gran amiga Ana Frank y esta vez la protagonista no es Ana, sino Hanna, su mejor amiga.

Hanna se presenta, a pesar de su adolescencia, como una persona fuerte, de principios y dispuesta a luchar por su verdadera amistad, circunstancia que cada vez es menos probable que se dé en esta sociedad del siglo XXI, en la que triunfan   la conveniencia, la hipocresía, el postureo, la apariencia, la superioridad, la soberbia y el tan significativo refrán de “Hazme cien y fállame una y nunca me habrás hecho ninguna”.

Aunque todo parece irles bien a las familias judías, al final, las dos chicas adolescentes son detenidas por los perros de caza de Hitler, y trasladadas mediante vejaciones inimaginables a distintos campos de concentración. Al final, Hanna consigue ser liberada, sin embargo, la pobre Ana Frank muere por una enfermedad. Con su muerte todos los sueños futuros de las dos chicas hacen un paréntesis porque ya no se van a hacer realidad , sino que pasan a la imaginación de Hanna que, mirando todas las noches la Osa Mayor, conseguirá conectar con Ana.

Las historias de judíos muy interesantes, a la par que tristes, son emotivas y recogen una lección de supervivencia. Viendo esta peli o la de El niño con el pijama de rayas o cualquier otra, a mí se me formó ese nudo en la garganta que te hace comprender lo afortunados que somos por haber nacido 50 años después.

Pensar cómo un chiflado que creía ser de una raza superior cometió el mayor genocidio de la historia, hace que me joda que haya niñatos adolescentes que se atrevan a levantar el brazo a modo de “Heil Hitler”, y presumir de ello, cuando el holocausto de la Alemania nazi fulminó a unos 6 millones de judíos aproximadamente, además de discapacitados, homosexuales, oponentes políticos al tercer Reich o Testigos de Jehová. A ellos no se les dio la oportunidad de saludar a Hitler, para ver si este se apiadaba,  porque para él eran la escoria que había que erradicar sanguinariamente. Y no todo finalizó en 1945 cuando el Ejército Rojo llegó a Auschwitz para liberar a los pobres judíos. Cesaron las muertes, disminuyeron las ideologías dictatoriales, pero estas  no fueron exterminadas del todo.

Ahora , en Alemania cualquier intento de enaltecimiento hitleriano, cualquier homenaje a este horror es un delito penado, pero en España, no del todo. Recordemos que en 2017 fallece José Utrera Molina, ministro y vicepresidente en diferentes Gobiernos de Francisco Franco y suegro de Gallardón, quien portó el ataúd bajo el canto del “Cara al sol” y bajo los saludos franquistas, que no cesaron hasta que el féretro entró en el coche.

Pero no pasa nada, ya que aunque se ha aprobado la Ley de Memoria Histórica este mismo año para velar y salvaguardar la memoria de todas las víctimas de los crímenes de guerra que se produjeron durante la Guerra Civil, todavía entran por nuestras ventanas aires franquistas que influyen en una juventud muy pobre de personalidad y muy manipulable por los discursos populistas de determinados grupos políticos.

El eco de las sombras franquistas y dictatoriales, muy contiguas a la actitud hitleriana llega, lamentablemente, a nuestras aulas casi todos los días. Esos chavales, porque sobre todo son chicos, que muy orgullosos hacen el saludo o comentan que con Franco ciertos comportamientos, como querer a una persona de tu mismo sexo, nunca pasarían,  te hacen reflexionar y preguntarte qué se está haciendo mal para que haya mentes de 14 o 15 años ancladas en 1936.

¿Qué se puede esperar de estos jóvenes que promueven la opresión como forma de vida para acabar con inmigrantes y homosexuales, entre otros ? Pues que aumentará la incitación del individualismo de una raza superior, como algunos nos quieren imponer, que no tiene cabida para nadie más.

Quizás estos comportamientos sean índices para fardar o para intentar  querer mostrarse soberbiamente superiores a los demás, siendo unos auténticos ignorantes a los que se les debería de recordar más de una vez todos los cuerpos quemados y asesinados tras el saludo de Hitler, con el que tanto se identifican.