El recolector y la proporción aurea

Todas las semanas nuestros lectores y lectoras pueden disfrutar de la sección La mirada de Tete Lucas, donde el célebre fotógrafo local lleva a cabo un análisis de las mejores fotografías que ha realizado de la localidad

Tete Lukas

Mi amigo, el recolector, es de esa personas que pasa por el mundo sin hacer mucho ruido, pero dejando una gran impronta. No necesita halagos ni reconocimientos; tiene su ego más que dominado.

Mi amigo, el recolector, siempre mira al suelo, va cogiendo semillas de todo tipo de plantas, arbustos y árboles que luego va esparciendo  por el camino de vuelta o lanzando desde la ventanilla del coche.

Mi amigo, el recolector, recoge basura (no piensen mal); recoge la basura que otras personas con nula consciencia ecológica tiran a la naturaleza. Nunca sale de casa con bolsas porque, como dice siempre, encuentra por el camino. A mí, al principio, me costaba hacer lo mismo. Mi orgullo no me dejaba, pero con el tiempo me enseñó una buena lección, y es que uno no puede hacer todo lo que el planeta necesita, pero el planeta necesita todo lo que uno pueda hacer.

Mi amigo, el recolector, no solo recolecta cosas tangibles, también recolecta palabras, muchas palabras. Es un amante de las lenguas y lleva años construyendo un palabrero de la lengua murciana, o Llengua Maere, y de topónimos de Cieza y de toda la Región de Murcia. Consulta todas las fuentes existentes sobre el tema, pero además sale por su barrio y  les da parlique a personas mayores tomando buena nota de algunas de las palabras y expresiones que estas usan. De todas las palabras que va tomando realiza un minucioso análisis etimológico, estableciendo teorías sobre su posible origen y evolución en el tiempo.

Junto a él y mi cámara hemos recorrido multitud de parajes de nuestro entorno. Nos gusta alejarnos de las sendas y los caminos preestablecidos y caminar monte a través; crestear sierras y adentrarnos en ramblas y barrancos.

La foto que os muestro fue de un día que dimos un paseico corto por el Menjú y paramos en la balsa de la maltrecha estatua de la ninfa Aretusa. Me senté en uno de los bancos que allí hay para preparar la cámara y, cuando levante la mirada, ya andaba cogiendo huesos  de oliva.

El olivo en primer plano enmarcando la imagen; mi amigo en el lugar exacto; la línea del muro del fondo reforzando el tercio inferior de la imagen; y la línea diagonal del muro de la balsa apuntando justo hacia el sujeto de interés. Todo estaba en su sitio. Tenía ante mí la famosa proporción aurea,  de la cual superpongo su representación gráfica sobre la fotografía para visualizar mejor los conceptos que a continuación explico.

La proporción áurea, también conocida como la divina proporción, es un fascinante concepto matemático que ha cautivado a artistas y amantes de la naturaleza a lo largo de los siglos. Lo increíble de este concepto matemático es que se encuentra de forma constante en la naturaleza, por eso lo de divino, ya que desde la antigüedad se asoció a la creación. El ejemplo más evidente es la espiral dorada del caparazón de un nautilus, pero también la podemos ver en las hojas y el grosor de las ramas, las semillas de los girasoles, la forma de las piñas, el caparazón de los moluscos, los cuernos de las cabras… Pero no solo encontramos esta relación en la naturaleza, sino también a nivel astronómico como, por ejemplo, en las espirales de algunas galaxias.

Gracias a la famosa sucesión de Fibonacci, el concepto de proporción aurea pudo aplicarse al arte. Se trata de una serie numérica: 0, 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55… etc, en la que la suma de dos números consecutivos siempre da como resultado el siguiente número (1+1=2; 13+21=34). La relación que existe entre cada pareja de números consecutivos (es decir, si dividimos cada número entre su anterior) se aproxima al número áureo 1,618. El rectángulo áureo es una figura geométrica cuya relación entre la longitud y la anchura es el número áureo y cuyo resultado es la formación de la espiral de oro

En el arte, la proporción áurea, ha sido utilizada por grandes maestros como Leonardo da Vinci, Michelangelo y Salvador Dalí para componer obras que despiertan una profunda sensación de equilibrio y belleza. Desde la arquitectura de la antigua Grecia hasta las pinturas renacentistas, la presencia de esta proporción ha sido clave en la creación de piezas icónicas que perduran en el tiempo.

En la fotografía, la proporción áurea, juega un papel crucial en la composición de imágenes equilibradas y agradables a la vista. Al usar esta regla de oro, los fotógrafos pueden guiar la mirada del espectador hacia el punto focal de la imagen de manera natural y armoniosa, creando una sensación de equilibrio y fluidez que potencia la experiencia visual.

Peace and love.