El producto
Que levante la mano quien NO se haya aprovechado de algo o de alguien alguna vez. Sin permiso alguno que atenúe el aprovechamiento o lo disipe por completo. Una fotocopiadora cerca siempre tienta y termina convenciendo. Pensad en esos currículums de tu hijo a todo color, como Dios manda. Un melocotonero al alcance de tu mano que puede que tu interior lo transforme en el espejismo de un vaso de agua, territorio virgen, la selva esmeralda, para llevarle una bolsa de los melocotones que le gustan a las cooperativas a tu suegra. Folios, bolígrafos, palomitas de maíz y pendrives, cargadores de móvil, dos manzanas y cuatro tornillos de medio metro. Tubos de Trombocid al bolso como si fueran pipas de girasol, vendas, bolsas de congelado y suero.
El problema del aprovechamiento es que ocurra el “asalto” de muchos a un mismo producto, provocando la escasez del mismo y el encendido de la alarma clínica social. Ya sabéis lo que pasó en aquel hospital un lunes a primera hora de la mañana, cuando no quedaba ni un Valium en ninguna planta. Fue el comienzo del fin de una gran época para el Valium. Todo el hospital, incluidos pacientes, tenía su Valium en la cartera.
A veces, el aprovechamiento es tan descarado en otras órbitas laborales, a la par que el apoyo corporativo y el silencio periodístico y político es tan necesario, y casi de obligado cumplimiento, para mantener caliente el plato de alubias en la mesa, que me recuerda aquel vídeo en el que un chico se lanza desde una altura considerable al mar y, en el aire, se ve cómo de su ano sale un buen deshecho biológico.
Todo se queda ahí, entre bambalinas. Entre la naturaleza y tú. La gran fusión cuya resultante se admite a cualquier trámite.
En este caso, un juez ha abierto la puerta de una sala judicial que no es la suya para dejar su sello en un proceso que no es el suyo. Aprovechamiento aprovechando el parecido, la analogía y el aplauso de una parte de la fiscalía. Correcto. Un bostezo, dos, cierto hormigueo en la zona del escroto y a casa.
Pero camino a casa empiezan a suceder cosas extrañas. El togado escucha carcajadas; carcajadas nítidas como el latido de su corazón. Al día siguiente, más carcajadas. El juez aprovecha para lanzarse a campo abierto y utilizar a una unidad de élite de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Pide que investiguen las carcajadas. No tiene nada que ver con ningún caso o proceso de instrucción, pero, tal y como está siendo alimentado el engendro judicial, no parece que le vayan a poner cortapisa alguna y más o menos, según se mire, viendo el nuevo look de la diosa Justicia con la cabeza que parece una momia, tenga que ver o no tenga que ver, nadie va decir ni pío.
Poco tiempo después el primer informe policial establece que no hay carcajadas en los días de estudio.
El juez, entonces, aprovechando su posición y sin ningún atisbo de presión social, pierde los estribos e insulta gravemente al mando policial. Aspecto normal, como fijar un auto judicial sin motivación, si elementos motivadores, para arrebatar móviles a menores. La unidad de élite monta todo un dispositivo de alerta temprana de sonidos. El juez aprovecha para sugerir con la boca grande que se utilice a la unidad canina. Por supuesto, la unidad canina y la patrulla canina, como si quiere un medium.
El segundo informe policial concluye que no hay carcajadas tal y como las describe el juez; en todo caso, alguna televisión a lo lejos con un programa de humor.
Lo que empezó con un butrón a cara descubierta se ha transformado en un proceso de instrucción para dilucidar una querella contra el programa de humor “Hueles, luego existes”, por haber, supuestamente, marchitado el honor de un señor X. Un giro de guion muy aplaudido por algunos medios de comunicación reconvertidos en medios de humor, de ahí las quejas de revistas satíricas como el jueves a media tarde.
El juez, filtradas las imágenes y el audio a la opinión pública por un hurón espía, no ha podido soportar que no se siguiese el hilo de su relato y ha propinado dos sonoras bofetadas al director del programa de humor. Bofetadas literales. A mano abierta. La situación ha generado mucha controversia en los policías de sala, ya que no sabían si parar al juez o enchufar otras cuatro galletas al investigado. No están los asuntos como para dejarse guiar por uno mismo o te puedes ver envuelto y una especie de barrio sésamo pero con los personajes de tus pesadillas más espeluznantes. Así que los guardias se quedaron a mitad camino. Un, dos, tres, pollito inglés.
El Consejo del Poder Judicial no encuentra argumentos de peso para abrir un expediente disciplinario. Pensar en la recusación es una quimera. Los dos representantes de los cuerpos de seguridad de estado han sudado tinta china pero finalmente no aparecen en resolución alguna.
Tras la prohibición de la emisión del programa de humor, sin embargo, las carcajadas han seguido con más decibelios si cabe, acompañando al juez camino a casa.
Ayer, en un momento de lucidez calificada por él mismo como caníbal, como si fuera un abrazo de su ego hasta fundirse con el universo, se dio cuenta de que se estaba carcajeando él mismo.
A la mañana siguiente llamó a declarar a uno de los perros.