Un recorrido histórico sobre las concesiones mineras y las salinas de este paraje ciezano
José Olivares García
Como complemento del artículo que la semana pasada publicamos sobre el pago de La Murta os dejamos esta segunda entrega. Comenzaremos con el estudio de algunas concesiones mineras que se explotaron en la zona durante los siglos XIX y XX, además de otros datos sobre las familias que allí vivieron, como la de José López, que desde década del 20 hasta bien entrada la década 50 del siglo XX habitaron en estos lares. Por comunicación personal de José Martínez Saorín sabemos que la Casa de La Murta aparece en algunas cartografías antiguas como la Casa de Saorín, ya que su propietario fue José Saorín Sánchez ‘Pepe el de La Murta’. Sabemos que muchas otras estirpes habitaron este pago, bien por no tener los datos completos o dudas sobre ellos no las nombramos, pero si manifestamos nuestra más sincera admiración por todos ellos.
Concesiones mineras en el pago de La Murta
En 1873, varios empresarios mineros solicitaron información al Gobierno Civil de Murcia sobre unas antiguas labores mineras abandonadas. A estas concesiones se le abre un expediente de caducidad y se piden nuevos permisos de minas en el paraje de La Murta, como la llamada ‘La Dudosa’, promovida por Leonardo Agüera Montesinos, maestro organero vecino de Murcia, y la llamada ‘Segunda Esperanza’ promovida por el vecino de Cieza Pedro Moreno Torrano, propietario de varias concesiones mineras en Cartagena. En 1887, Manuel Roca Pérez obtiene la autorización para la demarcación de la mina de hierro llamada ‘Precaución’, situada en las proximidades de la Fuente de La Murta’.
Dentro del pago de la Murta, existen varios montículos o cabezos, además de barrancos con nombre propio. En ellos también se solicitaron varias concesiones para la extracción de diversos tipos de mineral. A continuación citaremos las más relevantes.
Cabezo del Trigo
En 1905, Bartolomé García Lucas, vecino de Cieza, presentó una instancia ante el Gobierno Civil de Murcia solicitando que se le concedieran 20 pertenencias para la mina de hierro denominada ‘Las Siete Maravillas del Mundo’, sita en el Cabezo del Trigo paraje de La Murta. Este cabezo está compuesto por materiales eruptivos, principalmente ofitas y doleritas, que fueron extraídos para la elaboración de parte del adoquinado del casco antiguo de Cieza.
Bernard Haslip Brunton, nacido el 14 de noviembre de 1871 en Stepney (Greater London Middlesex), fue el ingeniero que trabajó en la construcción de centrales hidroeléctricas. La instalación de la fábrica de luz San Antonio en el Menjú, en 1896, hizo que fijara su residencia en Cieza junto a su esposa, Carmen Trigueros Gómez. Además de ingeniero fue inventor y empresario. En 1907, en el Cabezo de las Palomas, cerca de La Murta, solicitó una concesión minera de estaño (casiterita) a la que le puso el nombre de ‘Mina Carmen’, en honor a su esposa.
Cabezo de las Cruces
En 1872, Lorenzo Justiniano Villareal, de Murcia, registró en el Gobierno Civil de Murcia una mina de hierro en el Cabezo de las Cruces denominada ‘Doña María de la Gloria’. Este empresario tenía varias concesiones mineras en Cartagena y el resto de la provincia. El afamado músico y compositor Antonio López Almagro, natural de la pedanía murciana de La Arboleja, en 1873, registró una mina de mineral indeterminado con el nombre de ‘Thader’ sita en el Cabezo de las Cruces.
Barranco Romano en La Murta
Ante la Jefatura de Minas del Gobierno Civil de Murcia, el vecino de Cieza Francisco Torres Martínez, presentó una instancia, en 1907, solicitando que se le concedieran 20 pertenencias para una mina de mineral de hierro denominada ‘El Triunfo’, lindando con el Barranco Romano en el paraje de La Murta. Dicho registro le fue admitido. En la solicitud dice que esta concesión linda con otra llamada ‘La Purísima Concepción’, no pudiendo hasta la fecha de hoy dar más datos sobre la misma.
El vecino de Cieza Ramón Murgui Molina, empresario y secretario de la junta directiva del Casino de Cieza, presento una instancia en el Gobierno Civil de Murcia, en el año 1908, solicitando que se le concedan 20 pertenencias para la mina de mineral de hierro a la que llamo ‘Pepita, situada en el Cabezo del Hierro, también llamado Cabezos Negros, en el paraje de la “Murta”. Dicho registro fue admitido, pero no sabemos si extrajo mineral de hierro de dicha concesión, lo que sí es evidente es que en este lugar se encuentra una cantera de materiales eruptivos, principalmente ofitas y doleritas de gran calidad, que fueron extraídos por una empresa de Valencia para la elaboración de parte del adoquinado del casco antiguo de Cieza.
Otra fuente de recursos, utilizada por los habitantes de la zona hasta los años 70 del siglo XX, concretamente por la familia conocida en Cieza como ‘Reales’, fueron las salinas de interior, ubicadas en un paraje cercano al Alto del Almorchón, concretamente en su ladera meridional, junto a la Fuente de La Murta. Los depósitos de sal de esta zona tienen origen durante el Triásico, concretamente en la facies de Keuper, hace unos 200 millones de años.
Es posible que el comienzo de explotación de estas salinas fuera en época musulmana. Varios documentos describen la explotación de estas salinas al menos desde el siglo XIII. Fray Pascual Salmerón, en su Historia de Cieza, de 1777, documenta la primera noticia que hasta el momento conocemos de las salinas ciezanas, en 1403, por medio de una carta del maestre de la Orden de Santiago Gutir Martínez a la villa de Cieza, ratificando los privilegios que desde antiguo Cieza tenía en la explotación de las salinas del Almorchón. Según Julio Navarro y Pedro Jiménez: “En 1482, se confirma que los beneficios obtenidos por estas salinas iban a manos del Concejo, pero éste debió arrendarlas o entregarlas a particulares”. Por Real Célula, fechada en agosto del 1564, todas las salinas de Castilla, incluidas las ciezanas situadas en el Almorchón, pasaron a ser gestionadas por la corona, según aparece en la Relaciones Topográficas de Felipe II, de 1579, en su cita de la villa de Cieza. En los albores del siglo XIX fueron adquiridas por particulares, al igual que sucedió con el resto de los saleros del histórico Reino de Murcia. Según comunicación personal con Pepe Reales, el primero de su familia que trabajó en la finca agrícola y el salero de La Murta, fue Antonio Reales Martínez, nacido en septiembre de 1869 en Bullas, quien, tras pasar por la vecina Calasparra, comenzó a trabajarla y, posteriormente, adquirió la finca de 14 hectáreas, con cultivo de almendros, olivos y cereales. Pepe Reales comenta que también compró el salero, que cuenta con 13 hectáreas.
En estas antiguas salinas podemos distinguir dos sectores separados, de unas ocho eras de cristalización cada uno, fabricados con tablas de madera y dándoles a las mismas forma rectangular, siendo su base adoquinada de ofitas (diabasas) de las canteras próximas del Cabezo de la Cantera, como lo ha conocido siempre Pepe Reales, también denominado como Cabezo del Hierro o Negros. Por último se aplicaba arcillas o lutitas con el fin de impermeabilizar, una vez pisado y barrido, para librarlo de impurezas. Las eras se llenaban de unos 30 centímetros de agua a través de unas canalizaciones de obra que tenían su comienzo en una laguna natural que hacía las veces de cocedero, desde este se elevaba el agua con una pequeña noria de construcción sencilla a base de madera y metal. “Este artilugio funcionaba con la fuerza motriz de un operario que lo hacía girar con sus manos accionando así una rueda”, afirma Pepe Reales, asegurando que “en la última etapa de explotación del salero, este artilugio manual se sustituyó por un motor que subía el agua a unas conducciones y de estas hasta hacia las eras”. Este salero se abastecía de un nacimiento de agua salada que se encontraba a unos 100 metros de ella. Entre las dos zonas de eras existía una pequeña construcción que sería utilizada como almacén (alfolí). En estas dependencias se guardaba la sal a la espera de los clientes venidos de todos los parajes, tanto de Cieza como de los pueblos limítrofes, para comprar este preciado producto con que conservaban los frutos de las matanzas, tan habituales y necesarias en aquella época.
Actualmente está casi desaparecida la casa y otra construcción del propietario de las instalaciones. Se encuentra fuera del recinto salinero y en sus proximidades hay tierras de cultivo con una gran casa, además de una balsa que recogía el agua dulce a través de unas canalizaciones para usarla en el riego de la finca. Posiblemente, este nacimiento tiene la misma procedencia que el de la Fuente de La Murta. Estas salinas están protegidas dentro de la ZEPA y del LIC Sierra del Molino, Embalse del Quípar y Llanos del Cagitán.
Repoblaciones forestales
Dentro del plan hidrológico-forestal que el gobierno de España proyectó en la Cuenca del río Segura, en 1970 se iniciaron las obras de repoblación forestar y construcción de diques y espigones de corrección en 879 hectáreas en la zona de la rambla del Cárcavo y La Murta. En 1979, se realizó la revisión de los trabajos realizados nueve años antes y se hizo una nueva repoblación con la construcción de nuevos diques en 460 hectáreas más. Estas actuaciones forestales contribuyeron, sin duda, a frenar la erosión y pérdida de terrenos en la zona. Por el contrario, muchas de las minas anteriormente citadas fueron tapadas. Hoy en día solo unas pocas todavía se pueden observar cuando visitamos el entorno del paraje ciezano de La Murta, entre la rambla del Cárcavo y el imponente Almorchón.
Para concluir este recorrido por el paraje de La Murta citamos una noticia de 1975 que tuvo repercusión en la prensa nacional, que rezaba así: “El agricultor de este término Francisco López Cano, domiciliado en el pago de La Murta, consiguió freír con el calor del sol un par de huevos con chorizo. Según el señor López Cano, que acaba de cumplir 79 años, lo hizo para demostrar a los vecinos del paraje donde vive que el actual verano es el más caluroso que ha padecido en su dilatada vida”. Cuando di en la hemeroteca con esta noticia recordé el trabajo de Ramón María de Capdevila Diálogo entre una madre y un hijo, cogido al vuelo, cerca del Almorchón. Conocido en Cieza por El chito de la feria, que con un toque de humor refleja la idiosincrasia que este paraje ciezano forjó en las personas que allí vivieron.