El olivar
Hay imágenes cuya reacción al observarlas te pueden llevar a pensar que “algo” no va bien. A negar con la cabeza y con acento jienense cagarse en “tos sus muertos”, en general, al aire, para no herir ninguna sensibilidad.
Desde el Sendero de las Palomas, en la mitad de Sierra Aurora, se ve todo clarinete. Hace un día estupendo para especular, y para hablar muy mal para tus adentros.
Qué hacen cinco tipos vestidos como de invitados a una boda de alto copete, con cascos verdes, paseando amistosamente con Pedro Antonio ‘el Tierras’, el abusador social Pedro Antonio ‘el Herencias’, el sentenciador colectivo Pedro Antonio, el que dice en público y en privado: NO es un problema de vivienda; es un problema de NO tener ganas de trabajar.
Qué hace ese desecho de átomos hecho carne, ese merluzo sin edad, esa gran basura de energía no renovable señalando el muy cabrón por arriba y por abajo, derecha e izquierda, como si fuera un Jhonny Travolta bailando una de los Bee Gees con cinco tipos trajeados por el olivar. ¿Esto qué es?
Y qué hacen esos “encoloniados” de boutique New York, fanfarrones uniformados sin identidad, junto con el buitre leonado Pedro Antonio ‘el Disecador de Salarios’, el mismo que dijo NO, porque uno estaba allí con toda la dignidad del mundo y con los pantalones sucios de aceite y hasta con restos de hojas de olivo en los calzoncillos, cuando entre todos quisimos comprar las tierras, pero el cara de cordero degollado nos dijo: “Mientras yo tenga fuerzas sigo para adelante con el negocio, aún a perdidas. Como para creérselo. Y la subvención integra para la hija de prima segunda. Bueno, en fin, como dijo Serafín, al menos sigue la fiesta del empleo; aunque el sueldo dura 15 días y los meses 30. Esto va cómo un cohete. El milagro económico. Y con acento extremeño se cagó en su puta vida, y a continuación dijo: “Gracias por escucharme”, y se puso a llorar.
¿Demasiados estímulos y falta manifiesta de concentración caminito directo a la depresión? Podría ser. Ha engordado 20 kilos y se ha quedado calvo.
Qué le estarán ofreciendo esos tipos para que Pedro Antonio esté haciendo el gesto de la gallina, agachado y haciendo así y así y así con los codos como un pato mareado.
Uno de los trajeados ha sacado un maletín y nada más abrirlo el colegio del pueblo ha envejecido en milésimas de segundo. Ha cerrado porque sólo quedaba un niño que parecía mi abuelo y no había docente. Es lo que tiene el experimento medieval. Y me pregunto yo: “¿Cómo van a sacar una ley para que en la compra de tierras tengan prioridad los trabajadores de esas mismas tierras antes que un fondo de inversión?, ¿cómo se le devuelve la tranquilidad al pequeño autónomo para que no venda su ansiedad por cuatro reales?
Dice Puche, el hombre palillo y del palillo en la boca, el dueño del único bar de toda la vida del pueblo, y 80 años a sus espaldas (que sigue en la faena de servir porque le gusta tanto como a Clint Eastwood el cine), que la explotaciones agrícolas han disminuido muchísimo en los últimos años. Disminución drástica del laboro, pescuezo cortado y la gente se va. Si la gente se va, nos vamos todos a tomar por el mismísimo culo; lógico ¿no? (qué bien se expresa este hombre, me digo, qué gusto). Porque la hipótesis “trapo de cocina escurrido hasta la última gota y acto seguido tirado a la basura” se ha convertido en teoría. Nada new. Qué te voy a decir yo que llevas en esto más de 30 años pegando varazos. Acelerar el proceso de producción dándole un buen susto a la tierra, dejarla seca, exprimida, extenuada, sacarle hasta la última molécula de saín, y luego nada. A otra cosa, no sé, al pistacho.