El mundo está loco, por Diego J García Molina

El mundo está loco, loco

Ya cansa y se hace repetitivo hablar de este gobierno y más con los fans que tiene, pues da igual lo que hagan o digan, les parecerá todo perfecto y justificable, es por nuestro bien, y en todo caso el PP lo hizo peor, y, además, en esta situación no lo habría hecho mejor. Lo triste es que quizás sea cierto: el gobierno de Rajoy también fue nefasto, peor que el anterior de Rodríguez Zapatero (que ya es decir), y este a su vez peor que el de Aznar, y así sucesivamente… Ya no es ni noticia que algún miembro del gobierno mienta o efectúe una salida de tono inexplicable. Como ya somos adultos responsables que cada uno indague, se documente, analice, y tome sus propias decisiones, no será por falta de datos e información hoy en día.

Por otro lado, el mundo me está dando la impresión de que está cada vez más loco, loco en el sentido de violento y más intransigente, menos libre. El caso de Estados Unidos es una muestra, la inestabilidad y tensión de la sociedad norteamericana con el gobierno Trump no tiene precedentes desde los años 60-70. El partido demócrata no aceptó su derrota en las elecciones (mira que era difícil encontrar un candidato peor que Trump y lo consiguieron) y desde la toma de posesión del representante del partido republicano está buscando motivos para reemplazarle, hasta realizando un impeachment. El último caso de tirantez ha surgido a raíz del asesinato, pues no de otra cosa se trata, de un ciudadano afroamericano en el transcurso de una detención a manos de un policía, quien mantuvo su rodilla en el cuello del arrestado varios minutos hasta asfixiarle. Nada menos que 1.254 personas de raza negra han muerto en incidentes con la policía desde 2015. Una barbaridad.

Es normal que se haya iniciado una serie de protestas contra esta inhumana acción, mas, la lógica contestación social rápidamente ha derivado en disturbios violentos nunca vistos en Estados Unidos desde las marchas por la libertad en tiempos de Martin Luther King, en la digna y necesaria lucha por los derechos de la población afroamericana de este país. Se ha desatado una ola de disturbios insólita, los violentos han aprovechado la coyuntura y están desatados utilizando esta muerte como excusa para saquear comercios y agredir a personas, como hemos visto en imágenes y vídeos. Evidentemente la muerte de esta persona no tiene ninguna justificación y fue un caso más de violencia policial. El agente en cuestión tenía 17 incidencias de brutalidad policial incluyendo un muerto en un tiroteo en su macabro haber, y ya está detenido, no obstante, no excusa tampoco las escenas brutales que hemos visto. Saquear una tienda o pegar una paliza a un blanco, solo por serlo, o incluso alguna muerte, no puede estar justificada por la muerte de esta persona. En nuestro contexto actual, es como decir que pegar un tiro en la cabeza por la espalda a un policía, un juez, un político, o matar niños, es luchar por los derechos de nadie; es violencia. Paradójico es el caso de un hombre que en medio de los disturbios gritaba que él también había salido del gueto, les recriminaba que nada ganaban quemando su tractor y destrozando su negocio. La mayoría eran muy jóvenes, algunos menores de edad. Me recordó un poco a los altercados en Barcelona el pasado año, donde adolescentes arrasaron con tiendas y mobiliario urbano en sus enfrentamientos con la policía.

Aquí en España también hemos tenido algún caso ya, como una marcha en protesta contra la brutalidad policial en Gerona que termina con el asalto y saqueo de un supermercado, destrozo de coches y otros estropicios. Parece el mundo agitado, la generación que vivió las guerras mundiales y la civil aquí en España prácticamente ha desaparecido, y el adanismo de las nuevas, en su ignorancia, va a terminar contagiando al resto. A veces a uno le gustaría decir aquello de Groucho Marx de paren el mundo que me bajo, o como aquel presidente de la primera república en una reunión con políticos “estoy hasta los cojones de todos nosotros” para a continuación tomar el tren rumbo a Francia sin molestarse ni en dimitir. Alguna vez he pensado en vivir en otro país, sin embargo, además de que en ningún sitio como en España, todos tienen sus propios problemas; en todos sitios cuecen habas.

¿Qué podemos hacer entonces? Desde luego mejorar la educación es el primer paso. Fomentar la lectura para que la nueva generación esté formada y aprenda el conocimiento atesorado por generaciones anteriores. No puede tener un adolescente mentalidad de viejo, pero sí una base y formación para que en la edad adulta tengan los conocimientos necesarios. Un proceso largo, sin duda, el cual debemos aplicar poco a poco. Para empezar, votando políticos honrados, aunque no sean de nuestro sesgo político, como dijo el maestro Julio Anguita, y para seguir, apostando por políticos que no crispen y que pongan el bienestar de los españoles por encima de todo. Un llamamiento a la cordura, tabula rasa, empecemos de cero, olvídense los agravios. Evidentemente, que los tribunales sigan su curso sin injerencias políticas, está claro, nadie habla de eso; no obstante, deben acabar las descalificaciones, los insultos y los desprecios, deben primar las buenas formas. Sucedió hace poco una anécdota donde una joven diputada pedía a una ministra que se dirigiera a ella con mejor tono y formas pues no era su amiga, ni su hija ni su hermana, sino la representante de su partido, y a su vez representante de muchos ciudadanos; las buenas formas deberían ser innegociables en las sedes de la soberanía nacional.

Aprovecho, a propósito de lo anterior, para citar unas palabras que Benito Pérez Galdós puso en los labios de uno de sus personajes, un anciano noble poco antes de ser fusilado por los facciosos en la primera guerra carlista: “sed cultos, bien educados, y emplead las buenas formas así en el lenguaje como en las acciones, que la grosería es causante de terribles males privados y públicos. La rudeza y los procederes ordinarios han sido aquí, bien lo veis, semilla de discordias entre los puebles, y por esa falta de formas se hacen interminables las guerras, pues la grosería engendra el odio, y el odio nos lleva al salvajismo y la barbarie…”

Añadía a continuación: “No defendáis con tesón tan extraordinario derechos de príncipes o princesas, pues voy entendiendo yo que tanto valen unos como otros, y que cuando la cuestión se dilucide y haya un vencedor definitivo, habréis desgarrado a vuestra patria, que es la legítima poseedora de todos los derechos”.

No cito a este gran escritor por pedantería, sino por mostrar la opinión de una figura sabia y con gran conocimiento de los españoles del siglo, pues herederos suyos somos y reincidiendo en aquellos comportamientos estamos al pie de la letra repitiendo la historia, esta vez como farsa. Ya no son príncipe ni princesa, sino derecha e izquierda. Hay que comprender que los acontecimientos de los últimos años, la última década para ser más preciso, poco a poco nos lleva a un enfrentamiento entre hermanos. La mala actuación política en el bipartidismo de PP y PSOE, las equivocadas concesiones al nacionalismo y la corrupción, contribuyeron al surgimiento de populismos de extrema izquierda como Podemos, y la consecuente reacción ante este, el advenimiento de su contrario en el espejo con la figura de Vox. Hagamos un esfuerzo y no permitamos que el enfrentamiento vaya a más, de nosotros depende.

 

 

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